Luis Pastor (Berzocana, Cáceres, 1952) fue un prestigioso cantautor en tiempos de la transición. Aunque es extremeño y creció en Vallecas, su formación como músico está asociada a la Nova Cançó, porque antes de la muerte de Franco se afincó un tiempo en Barcelona, colaboró con cantautores catalanes e incluso grabó algún disco en Catalunya. Tras la transición quedó en un segundo plano, como tantos cantautores, pero siguió cantando y componiendo para otros músicos (como Cesária Evora). Recientemente ha sacado unas memorias en verso (en octosílabos, concretamente) tituladas ¿Qué fue de los cantautores?, que han sido publicadas por Nórdica y Capitán Swing. Aprovechando la presentación en Barcelona de este libro, Pastor ofrecerá un concierto este jueves a las 21h en Els Pagesos de Sant Feliu de Llobregat. En Barcelona, ha sido entrevistado por El Nacional.
De entre todos los cantautores de los setenta, probablemente usted era el que realmente procedía de un entorno más humilde…
Para mí una de las cosas características de mis memorias es que vengo de un entorno humilde, y tengo un pasado de niño y joven trabajador. Muchos de mis compañeros salían de la universidad, y yo era de un barrio, de Vallecas, que tuvo una cierta trascendencia como barrio, no sólo de delincuencia y de navajeros, sino también de movilizaciones vecinales, asociacionismo, lucha sindical… Y todo esto queda en Vallecas, todavía ahora.
Tiene poco en común con la gauche divine a la que se adscribían algunos coetáneos suyos.
Tuve poco en común con ellos. Yo venía de Vallecas, y hasta mediados de los setenta no tuve contacto con un mundo más abierto. Yo voy la primera vez a un colegio mayor en el 1973, cuando ya tenía 21 años, y vino la policía a detenerme. Nosotros, en ese tiempo, queríamos ser más obreros incluso de lo que éramos. Yo era oficinista, y a los 17 años intenté estudiar electrónica porque quería irme a trabajar a una fábrica. Quería ser miembro de una célula clandestina, pertenecer a una organización obrera… Pero a pesar de que el mundo cercano a la intelectualidad, a los artistas y a las profesiones liberales con frecuencia viene de la burguesía, por su trabajo se acerca a la izquierda, y son muchos los artistas que acaban trabajando para otra clase social.
Escribe en sus memorias: “En blanco y negro la vida / y la tele en blanco y negro, y nosotros en los cerros / por zanjas y descampados, / en fronteras de poblados / de chabolas y de hierros”. Parece que su recuerdo de la emigración a Madrid no es muy halagüeño…
No. Tengo un mal recuerdo de mi llegada, y sobre todo de la primera parada, en Horcasitas, que duró un año, en un barrio de chabolas. Mis recuerdos no son buenos. En realidad, no tengo muchos recuerdos de ese momento, sólo existen algunas imágenes: el recuerdo de la escuela, de lo que me pegaba una maestra cuyo nombre no recuerdo, de mi madre escuchando las novelas de Radio Intercontinental… En cierta medida se parecía a la vida del pueblo, no teníamos agua en las casas… Para mí fue como un proceso de adaptación a la nueva vida que nos esperaba, en Vallecas, donde fuimos a vivir a un piso…
La memoria es selectiva, y para ella la niñez siempre es feliz, incluso en la pobreza
En cambio, sus memorias dejan la idea de una infancia feliz en el pueblo…
La memoria de tu niñez siempre se queda con los momentos felices, incluso a pesar de la dureza de aquellos tiempos. La memoria es selectiva, y para ella la niñez siempre es feliz, incluso en la pobreza, o sobre todo en la pobreza… Pero es triste el desgarro de dejarlo todo y la necesidad de crear una nueva vida. Es triste vivir tu sentido de inferioridad porque no tienes cultura, porque no conoces cómo es el mundo en qué vives… En Madrid tu cara reflejaba tu procedencia, de chico paleto, inmigrante, de padre trabajador… Cuando a los 16 años íbamos a bailar a una discoteca de la calle Atocha, si decías que venías de Vallecas, la chica con la que estabas te dejaba. Yo quise que me hicieran una chaqueta, para ocultar mi procedencia. Teníamos necesidad de ser aceptados y no era fácil.
En cierta medida, mayo del 68 cambió su vida. ¿Por qué?
Hubo un antes y un después del 1968. Mi vida, y la de varias generaciones en el mundo, están mediatizadas por una revolución, la de mayo del 68, que puso patas para arriba un sistema y nos enseñó que el mundo podía ser de otra manera. El 68 puso en tela de juicio el capitalismo. Lo que cambia mi vida, en ese momento, es el encuentro en mi barrio de unas personas que nos enseñan otra realidad y nos enseñan a estar orgullosos de lo que somos. Una gente que, a través de la cultura, nos dieron unas herramientas para transformar nuestra realidad.
En ¿Qué fue de los cantautores? retrata un mundo muy gris.
El ocio pagado en aquellos años de finales del franquismo llevaba a los jóvenes a un único objetivo: la discoteca y los futbolines del barrio. Estas memorias cuentan una sociedad y explica cómo era la dictadura, cómo influía en lo más íntimo de nuestro ser, a través de la sexualidad, la escuela, la incultura… La dictadura nos impedía ser seres libres de pensamiento, de obra, de acción… Mi generación, los que luchamos en aquellos años contra la dictadura, pudimos aprender del pasado y entroncarnos con el futuro. Y esto nos liberó.
Escribe en su libro: “La Nova Cançó pionera / era faro y era guía, / bastión de la burguesía / que apoyaba su cultura, / su lengua y literatura, / los que mejor lo tenían”. ¿Qué relación tuvo con los cantantes catalanes de la Nova Cançó?
Cuando tenía 17 años fui a cantar al puerto de València, a un barrio obrero con un cura obrero. Ese cura me regaló mi primer disco de Ovidi Montllor, con dos canciones, una era: “Hi havia un rei que tenia…”. Yo ya había oído a Raimon, i a su “Al Vent” con 16 años. Ellos fueron los pioneros en el Estado español. Y a partir de ellos salió el movimiento de la Canción del Sur, la Canción del Pueblo… Los catalanes son los abanderados, a partir del hecho de cantar en su lengua… Maria del Mar Bonet, Raimon y Pi de la Serra fueron referentes para nosotros, que éramos más pequeños en edad.
Su primer disco lo grabó en Catalunya…
Nosotros no encontrábamos en Madrid quién nos quisiera grabar. Yo intenté grabar mi primer disco con 18 años y no me dejaron. Entonces llego a Barcelona y me encuentro con dos casas discográficas que graban este tipo de música, Adigsa y Els Quatre Vents. Y en Els Quatre Vents me graban mi primer disco y me quedo a vivir aquí.
La censura era el pan nuestro de cada día
¿Tuvo problemas con la censura?
Sí, como todos. Los tenían hasta las cabareteras: ¡hasta una copla la podían censurar! Los censores, además de los falangistas, tenían siempre a un cura. El poema de Octavio Paz, “Por tu cuerpo”, de mi primer disco, grabado en Els 4 Gats, no se pudo sacar, porque lo prohibieron por sus connotaciones sexuales. La censura era el pan nuestro de cada día. Intentábamos engañarla siempre… Mi canción “Vallecas 75” fue prohibida por su título y más tarde me la aceptaron con un cambio de título como “Vengan a ver”. A veces te prohibían grabar, y a veces prohibían radiar lo grabado. Una vez tuve que presentarme ante el Director General de Seguridad, en persona, y él me sacó todos los pasquines de todos conciertos que yo había hecho en distintos puntos de Europa. Tenían policías en todos los centros de la emigración que les mandaban toda la información de lo que se hacía allí. Vigilaban incluso a alguien tan insignificante como yo.
Y los censores quedaron impunes…
Todavía hoy lo están. Yo he ido a Alcalá de Henares, al archivo donde se guardan los fondos de la censura, del Ministerio de Información y Turismo, y he visto mi dossier: impresionante. ¿Te puedes creer que en democracia tú, periodista, vas a ir allí y no te lo dejan ver hasta 2027, porque allí salen los nombres de gobernadores y funcionarios que censuraron? Sólo te los dejarán ver cuando ya estén muertos. Es una vergüenza.
Muchos cantantes de su generación son profundamente anticlericales. Usted, en cambio, tiene mejor relación con la Iglesia. ¿Por qué?
Yo iba a mi barrio a misa con un cura que leía poemas de León Felipe y donde comulgábamos y cantábamos sin confesar. Éramos un grupo de gente marxista, militante... Estoy orgulloso de los curas que encontré allí. Sin ellos no sería ni el cantante ni la persona que soy. Yo conocí las dos iglesias… En el pueblo yo era monaguillo, y todavía sé los cantos de misa en latín; más tarde llegué a Vallecas y conocí la otra iglesia, la de verdad, la de los pobres… La del hombre que muere por los otros…
Yo soy rico. Yo he leído, yo he tenido tiempo para mis amigos, yo he hecho la comido a mis hijos cuando iban al cole…
¿Qué balance hace de la vida que ha vivido?
Creo que me tocó la lotería cuando dejé de trabajar a los 20 años. Yo soy rico. Yo he comprado tiempo: yo he leído, yo he tenido tiempo para mis amigos, yo he hecho la comida a mis hijos cuando iban al cole... Esto tiene un precio. Yo vivo al día, no tengo nada. Pero vivo con la ilusión, la energía y el entusiasmo que genera el día a día, que es lo tangible. El mundo en que estamos no nos deja vivir… ¿Cuándo tienes tiempo para mirar a los ojos de tu mujer, para ver crecer a tus hijos, para leer poesía? Nos tienen agarrados. Yo soy rico en libertad. Disfruto cantando, me gusta el escenario…
Hace una valoración muy negativa de la transición: “Juan Carlos es un pelele / al que Franco ha moldeado” o “Todo atado y bien atado, / la dictadura se enroca / y dura como la roca / persiste en la represión, / persigue a la oposición / y al que se mueve, coloca”.
Hago un análisis de esa realidad, y esto se ve ahora claramente por las teles. El régimen se quiere perpetuar tras la muerte de su líder. No quiere ceder la llave de la democracia, y hace todo lo posible para que la democracia no venga. Sólo hay que ver la imagen de aquel rey en las Cortes, recibiendo su nombramiento. Yo he visto como Franco ha resucitado en los últimos años en este país. Hemos retrocedido en cultura, en nivel de comunicación, en ideología…
En un punto de sus memorias habla de un incidente que sucedió en su paso por TVE. ¿Qué pasó?
Dos meses antes de las elecciones del 1977 Suárez da a veintitantos cantautores del Estado un programa de televisión de 30 minutos para que hagamos lo que queramos. Yo, como era un militante de la canción más que un cantante, hice un programa sobre la vida de mi barrio, sacando imágenes que no se habían visto nunca en televisión… A través de mis canciones conté cosas de mi barrio, de mi gente. Tras la victoria de Suárez anunciaron el programa, que se llamaba “Yo canto” y se emitía los viernes, en la franja de más audiencia. El primero fue el de Aute, el segundo el de Bonet y el tercero el mío. Al día siguiente de la emisión del mío hubo protestas en los periódicos ultras, me amenazaron los guerrilleros de Cristo Rey, hubo manifestaciones… Yo fui amenazado de bomba, no podía ir a algunas ciudades por amenazas a los empresarios propietarios de sala… Y la fuerza del régimen obligó a dimitir a Rafael Ansón, el director de TVE.
Al parecer esta experiencia le marcó mucho…
Ese programa supuso un antes y después de mi vida. Yo creo que en los años setenta y ochenta tuve que pagar por ello. Para alguna gente, incluso para gente de izquierdas que ha gobernado, yo tenía que pagar por lo que había hecho. Pero a mí me la trae floja. Yo hice lo que hice porque tocaba hacerlo en ese momento.
Cuando yo hablo de revolución hablo de lo más íntimo, de lo que nos lleva a plantearnos la vida por el lado más humano, lo que tiene que ver con la ternura, con el amor, con la felicidad…
Muestra un gran desengaño sobre la transición: “Se diluyeron los sueños / y también las utopías”. En algún punto incluso habla de la “revolución perdida”.
Totalmente. La transición hace posible la convivencia en estos 40 años, a través de los pactos y los acuerdos, pero al mismo tiempo que posibilita que este país cambie, limita el cambio a lo material. Cuando yo hablo de revolución hablo de lo más íntimo, de lo que nos lleva a plantearnos la vida por el lado más humano, lo que tiene que ver con la ternura, con el amor, con la felicidad… Y es allí donde fracasamos, donde nos engañan, donde nos atan a una cadena que no es tan dura como la de la dictadura, pero donde el ciudadano sigue siendo prisionero. Hoy en día continúa habiendo gente que vive para trabajar… Y esto es muy triste.
¿Había otra salida diferente a la transición?
La verdad es que la revolución fracasó, pero las revoluciones han fracasado casi todas. Quizás a causa de la brecha entre las dos Españas en ese momento y del poder de los que mandaban, no había más solución. Tal vez sin esta bajada de pantalones no se hubieran dado los sucesos como se dieron. Pero nosotros en ese momento, como jóvenes, nos sentimos traicionados, porque esperábamos más. Esperábamos un hombre nuevo en una sociedad justa, igualitaria…
En 1978 hay un desencanto con lo que va a venir
¿Esta decepción le supuso un cuestionamiento de su trabajo?
Yo vivo el desencanto político y personal ya en 1978, como otros muchos militantes de izquierdas. En aquel momento hay un desencanto con lo que va a venir. Tú mismo empiezas a dudar de tus verdades, de tu ideología, del socialismo, de la democracia… Te han quitado la alfombra de debajo de los pies… Se desvanecen tus certezas. Y yo que vengo de una cultura de revisión de vida, de las juventudes obreras católicas, me di cuenta de que iba en un carro triunfal, pero que ya no llevaba las riendas. Yo dudo, porque todo está cambiando, hasta el público… Me retiro porque por primera vez me siento triste en el escenario… Hay una mirada nueva sobre las cosas…
¿Y qué hace ante esta situación?
Tienes que reinvenrtarte… En esta profesión te has de reinventar siempre a ti mismo. Hay momentos en que no sabes qué contar… Hay momentos en que pierdes la energía. Pero debes seguir. Desde finales de los noventa me siento un hombre maduro, y esto me da una mirada diferente. Ya no tengo ansiedades. Tengo certezas en mi profesión, porque he aprendido mi oficio. He encontrado mi voz poética (la de los setenta no me gustaba), y este es mi triunfo. Ahora me divierto mucho cantando. Aquel que no se divierte en un escenario, lo pasa fatal…
La canción tiene una gran capacidad de transformar al ser humano, y que esto es lo que más va a quedar de mis canciones…
Sigue reivindicando su condición de cantautor, y afirma que “hay cantautor para rato”.
La etiqueta negativa del cantautor que sale de la lucha antifranquista convierte al cantautor en alguien pesado, un coñazo… Se argumenta que ya no tiene sentido en el momento actual. Hay gente que siente vergüenza de ser cantautor. Yo lo he asumido. Asumo con orgullo mi función de cantautor. En los años setenta cantaba con cara de mala leche, y ahora sonrío mucho más cuando canto. Y mi poesía ahora tiene más carga de intensidad que en canciones de combate y de lucha de los años setenta. Creo que la canción tiene una gran capacidad de transformar al ser humano, y que esto es lo que más va a quedar de las canciones…
No es muy optimista sobre la evolución de España en los últimos 40 años…
En estos años, desde los ochenta, ha habido un retroceso en las conquistas políticas, sociales, culturales… Ha habido una democracia, que obviamente es mejor que la dictadura, pero que es muy limitada. Lo que tenemos es una partidocracia, que convierte a los individuos en personas sin capacidad crítica. Se ha enterrado la historia. Los chavales en el Instituto sólo suelen estudiar història hasta la República. Y esa laguna en el conocimiento de nuestra sociedad crea individuos manipulables… Porque creo, sobre todo por lo que más conozco, Madrid y Extremadura, que ha habido una estrategia de crear desmemoria. Se ha querido que la gente no tenga memoria, que no sepa el valor que tiene la organización de la sociedad fuera de las estructuras de partido y administrativas. No han querido que el ciudadano supiera la capacidad de transformación y la fuerza que tiene la gente.
Faltan políticos capaces de entusiasmarnos, de unirnos, de hacer de la política algo digno…
¿Qué valoración hace de la situación política actual?
Totalmente negativa. Para mí no hay líder político con capacidad de entusiasmo, con capacidad de crear estímulos sociales que nos proyecten en el futuro. Los políticos juegan a lo que los mercados les dictan. Y el mercado es una máquina de triturar. La clase política va a la deriva. Se detecta la falta de líderes con cabeza, con corazón, con humanismo, con sensibilidad… Faltan políticos capaces de entusiasmarnos, de unirnos, de hacer de la política algo digno… Creo que la política se dignifica desde que se empieza a intentar insuflar aire nuevo en los últimos años, pero que esto se ha dilapidado en dos años de gobierno. Pero la política es necesaria y los políticos son necesarios… El problema aparece cuando la política se convierte en una profesión.
Ha habido un cambio en la percepción de la solidaridad entre los pueblos ibéricos en los últimos tiempos…
Joan Isaac grabó mi “Soy” en catalán y le quedó “Sóc”. Y cuando yo canto este tema en España, lo suelo cantar también en catalán, y suelo hacer la broma que yo hablo el catalán en la intimidad como Aznar. En los últimos siete años cuando lo cantaba, la gente siempre aplaudía. Este año en una plaza de Extremadura hice esta broma y cinco energúmenos se envalentonaron y sacaron el fascista y el franquista que llevan dentro, gritando e insultando. Y yo paré el concierto para meterles una bronca. Y les dije que lo primero que tenían que hacer con los catalanes eran respetarlos. Esto te da el termómetro de la brecha que se está creando, desde todas las partes, y de cómo está cambiando la mirada en este tema.
¿Por qué publicar este libro justamente ahora?
Porque lo he escrito ahora. Yo nunca pensé que podría escribir mi vida en verso, pero al fin ha sucedido. Desde diciembre de 2016 mi tema “¿Qué fue de los cantautores?” tuvo un gran éxito en las redes y eso me dio alas y me animó para hacer este libro… Contar mi vida era una necesidad que venía trabajando… En realidad, ya aparecían partes autobiográficas en mis canciones, en mis poemas…
Es extraño que aparezcan las memorias en verso de un cantautor sin banda sonora. ¿No tuvo la tentación de incluir un CD?
Yo no quise hacer un libro de lujo, quería hacer una edición económica. Pero soy consciente de que la gente quiere escuchar de mi voz mis memorias… Más adelante, si hacemos otra edición, tal vez sí que podríamos hacer un CD, en un estudio o en directo. Ya se verá.