Santa Fe (reino de Granada); 17 de abril de 1492. Tres meses después de la conquista cristiana del reino nazarí de Granada. Los reyes Fernando e Isabel y el navegante Cristóbal Colón firmaban las capitulaciones del primer viaje colombino. Sin embargo, contra lo que ha predicado hasta la extenuación la historiografía nacionalista española, aquellas tres naves pioneras ni se botaron con la venta de las joyas de la reina católica, ni se proveyeron con tripulación convicta. El primer viaje colombino tuvo un coste de un millón quinientos mil morabatines (el equivalente a ciento cincuenta millones de euros). Y más de las tres cuartas partes de aquella inversión fueron financiadas por el banquero más solvente del rompecabezas hispánico: el valenciano Luis de Santángel, jefe visible de un misterioso grupo de judíos conversos que tendrían un papel decisivo en aquella empresa.

El misterioso origen de los Santángel

La versión historiográfica tradicional siempre había considerado a los Santángel originarios de la comunidad judía de Híjar (reino de Aragón). La misma versión los identificaba como los poderosos y polémicos Chinillo que habrían formado parte del complot que asesinó a Pedro Arbués (1485), inquisidor general del reino de Aragón. No obstante, esta versión ha sido recientemente cuestionada. No tanto el origen judío aragonés, que parece confirmado, sino la relación de los Santángel valencianos con los Chinillo que atentaron contra el inquisidor. La investigación historiográfica más reciente ha revelado la existencia de varias estirpes Chinillo en el Aragón bajomedieval, radicadas en Montalbán, Zaragoza, Híjar, Daroca, y Calatayud; que compartían un mismo y remoto origen genético pero que, a mediados del siglo XV, ya tenían vidas propias y seguían caminos diferenciados.

Juan II y Fernando II. Fuente Museu Nacional d'Art de Catalunya y Museo Nacional de Arte de Viena

Luis de Santángel, padre

Quizás nunca sabremos si el asesinato de Pedro Arbués —el inquisidor— fue un crimen de falsa bandera. Pero lo que sí que parece seguro es que el padre de nuestro protagonista, de nombre Yehudah Chinillo (Híjar, circa 1390), comerciante textil de Daroca, se convirtió al cristianismo hacia 1415 y adquirió el nombre de Luis de Santángel. Aquella conversión, como tantísimas que se produjeron en aquella época, venía precedida por la coronación de Fernando de Trastámara, que, apenas poner las nalgas en el trono de Barcelona (1412), había promovido un debate teológico (Tortosa, 1413 – 1414) con el propósito de desprestigiar el judaísmo (a todos los niveles) y provocar una oleada de conversiones. La tradicionalmente tolerante sociedad aragonesa viviría un proceso de radicalización, y el viejo Santángel, a pesar de la conversión, se vería obligado a abandonar su país.

Luis de Santángel, hijo

En 1436, Luis de Santángel —el viejo— se establecía en Valencia capital, que en aquel momento estaba tomando el relevo de Barcelona como capital demográfica, económica y cultural del edificio político catalanoaragonés. Y poco después nacía el hijo, Luis (Valencia, 1438). También, en este punto, el debate sobre el lugar de nacimiento del hijo ha sido, definitivamente, superado. Porque mientras una parte de la historiografía española había sostenido que era nacido en Daroca o en Híjar (habrían sido capaces de hacerlo nacer en Samarcanda o en Tombuctú antes que en una plaza catalanohablante); la reciente investigación ha localizado una documentación coetánea donde el mismo Luis —el joven— relata que era "natural de la ciudad de Valencia". Luis de Santángel, el financiero del primer viaje colombino, nació y creció en una familia de comerciantes de Valencia.

Grabado de Valencia (siglo XVI), obra de Wyngaerde. Fuente Wikimedia Commons

Las relaciones de Luis

Luis —el joven— experimentó una prodigiosa escalada profesional y social que empieza en Valencia y pasa por Barcelona. Pero nunca se aleja de la esfera conversa. En Barcelona conoció a su futura esposa Juana de Taranau, judía conversa y prima del navegante Miguel de Ballester i Taranau (Tarragona, 1436 – Santo Domingo, 1516); que sería el primer alcalde europeo en América (1497). Muy probablemente, la poderosa e influyente familia de su esposa (altos funcionarios de la cancillería barcelonesa) lo acercó al poder y sus excepcionales aptitudes hicieron el resto. En 1475, el conde-rey Juan II (que, con la ayuda de las clases mercantiles barcelonesas, había enviado a la aristocracia feudal catalana a la papelera de la historia), lo nombraba recaudador del Patrimonio Real en el reino de Valencia.

La culminación de la carrera de Luis

Luis —el joven— nunca habría podido ser el financiero de la empresa colombina si no hubiera sido el banquero más poderoso de la Corona catalanoaragonesa. El 13 de septiembre de 1481, Fernando el Católico lo confirmaba en el cargo de recaudador real en Valencia y, además, lo nombraba Maestre Racional (tesorero real) de la Corona catalanoaragonesa. Cuando los hermanos Cristóbal y Bartolomé Colón se marcharon de Portugal buscando apoyos para su proyecto, no fueron al monasterio de la Rábida (Andalucía), como ha predicado insistentemente la historiografía nacionalista española; sino que, por razones obvias, fueron a Valencia, a casa del poderoso Luis de Santángel (1484). Fue Santángel y no los monjes de la Rábida, los que interesaron a Fernando e Isabel en el proyecto de los Colón. Fueron Santángel y Fernando, y no Isabel, los que crearon las condiciones para aquel viaje.

La Virgen de los Navegantes (a la izquierda, de rodillas y con una capa dorada, Colón). Fuente Reales Astilleros de Sevilla

Las condiciones del préstamo

Luis de Santángel y sus socios comerciales (un grupo de pequeños banqueros italianos) aportaron 1.200.000 morabatines a la empresa colombina (las tres cuartas partes de la inversión), que fueron prestados a la monarquía hispánica. Pero en este punto es importante destacar que la garantía del préstamo serían las rentas reales... ¡¡¡de Fernando!!! Es decir, que el préstamo de la empresa colombina se negoció en Valencia; que el beneficiario fue Fernando, monarca catalanoaragonés; y que la prenda que garantizaba la devolución del capital y de los intereses, calculados a un generoso 1,50% anual, eran las rentas reales (los impuestos que gravaba, directamente, la monarquía) sobre las ciudades y pueblos de los países de la Corona catalanoaragonesa; que gestionaba, personalmente, Luis de Santángel, Maestre Racional —tesorero real— de la cancillería de Barcelona.