Los condados catalanes primigenios (los de la mitad sur de la marca de Gotia) participaron plenamente en la renovación cultural y moral que impulsó el rey —y después emperador— Carlomagno. Esta ambiciosa reforma, llamada Renovatio Carolingia, instituyó una serie de festividades que tenían el objetivo de socializar la ideología del poder y transmitir aquel mensaje hasta los rincones más insospechados del vasto dominio de la monarquía franca. La Renovatio Carolingia se expandió por toda la Europa de Carlomagno, pero, en cambio, no arraigó en los territorios que no formaban parte de aquel vasto dominio, que conservaron sus ideologías singulares y periféricas.