Netflix basa su oferta de series en un criterio muy claro: el de la obsesión semanal. Imitando los modelos de las películas que buscan recaudar el grueso de su dinero durante la primera semana de exhibición, la plataforma estrena productos a ritmo sostenido para que los veamos durante los primeros días y después pasemos rápidamente a la siguiente, hasta el punto que te cuesta recordar qué viste el fin de semana pasado. En términos de calidad, salen a una buena por cuatro o cinco prescindibles, por decirlo suavemente. Lupin es de estas últimas, pero sirve para explicar este otro fenómeno en que empiezas una cosa que da muchos motivos para no seguir mirando y, en cambio, no puedes dejar de mirar. Y es seguramente por eso que Lupin se ha convertido en la serie más vista de estos días en Netflix, por delante de Los Bridgerton (otro éxito que merecería unos cuantos cachetes, porque hace daño como una visita al dentista) o la notable, esta sí, Gambito de dama.
Lo primero que se debe decir de esta serie francesa es que tiene del personaje literario Arsène Lupin lo que Alejandro Amenábar tiene de Hitchcock. El ladrón de guante blanco creado por Maurice Leblanc sólo aparece en la historia como fuente de inspiración de su protagonista Assane, un hombre capaz de orquestar robos en el Louvre sin que nadie se dé cuenta quien es el responsable.
Resulta que Assane roba con un objetivo muy noble: quiere demostrar la inocencia de su padre, muerto en la prisión después de ser injustamente acusado de robar un collar de Maria Antonieta. Lo peor de la serie es que no resulta creíble en ninguno de sus frentes. Puedes comprar las filigranas que hace su protagonista para salir airoso de algunas situaciones, porque al fin y al cabo la cosa ya va de dejarse llevarse por la imaginación, pero no la relación con su exmujer (que acepta las peculiaridades del padre de su hijo con una facilidad desconcertante) o que cada uno de los personajes que aparecen en pantalla sean tan burros como para dejarse engatusar por el protagonista.
Ahora bien, si olvidamos la coherencia narrativa y la evidencia de que aquí se vale todo, es verdad que no aburre y que incluso tiene alguna escena de acción bien resuelta. Hace mucho que entre sus directores haya profesionales como Louis Leterrier, responsable de Transporter, El Increíble Hulk y Ahora me ves, de la que Lupin hereda unas cuantas ideas de puesta en escena.
Y con respecto a su protagonista, Omar Sy, pues hace lo que mejor sabe hacer: de Omar Sy. Desde que saltó al estrellado con Intocable se ha dedicado a compensar la falta de recursos dramáticos con un carisma que Lupin seguramente consagrará por unos cuantos años más. Netflix sólo ha estrenado la primera parte de la serie, formada por cinco episodios, y de momento no hay noticias de cuando llega la segunda.