El 1 de agosto de 1990 Madonna aterrizaba en Barcelona para actuar en el Estadi Olímpic Lluís Companys. Fue aquella la penúltima cita del Blond Ambition Tour, ciclo de conciertos de recorrido internacional que había iniciado el 13 de abril en la ciudad japonesa de Chiba y finalizaría cuatro días más tarde de la cita barcelonesa, el 5 de agosto, en Niza (Francia). Todavía ahora, 30 años depués, sigue recordándose como una de las mejores y más espectaculares giras de todos los tiempos. También una de las más escandalosas de la historia.

Madonna Blond Ambition Tour 4 / EFEMadonna hizo escala en Estadi Olímpic Lluís Companys de Barcelona el 1 de agosto de 1990 con el Blond Ambition Tour / EFE

Madonna ya lo ha hecho antes y mejor

En Toronto la policía la amenazó con detenerla bajo los cargos de exhibicionismo y espectáculo indecente si simulaba que, como había estado haciendo durante toda la gira, se masturbaba durante la interpretación del tema "Like a Virgin". Convencida de su poder, la respuesta de Madonna a los oficiales fue: "arrésteme y explique a los 30.000 fans que hay allí fuera por qué lo han hecho". Ella era la REINA, en mayúsculas, qué súbdito tendría el valor de detenerla. Evidentemente, el concierto fue como todos los otros de la gira y la policía canadiense no pasó a la acción. Semanas después, a mediados de junios de 1990 a su llegada a Italia, hubo sindicatos que hicieron un llamamiento a la huelga general si no se cancelaban las actuaciones programadas en el país transalpino. No sólo eso, el Papa Juan Pablo II describió el Blond Ambition Tour como "uno de los espectáculos más diabólicos de la historia de la humanidad". Actuó en Roma y Turín y las entradas para los dos conciertos se agotaron.

Los intentos de supuestas discípulas como Pink, Beyoncé, Lady Gaga, Katy Perry, Miley Cyrus, Nicki Minaj o incluso una criatura surgida de las tinieblas góticas como Marilyn Manson para provocar pueden resultar risibles y por momentos incluso ridículos. Y es que todo lo que hacen ya lo ha hecho antes Madonna y lo ha hecho mejor. Reina del pop y del escándalo, su fórmula, especialmente durante la década de los ochenta y buena parte de los noventa, era bien sencilla: hits totales y sexo. El Blond Ambition Tour fue la sublimación de esta combinación.

Una obra confesional

Publicado el 21 de marzo de 1989, cuando su reinado era total y absoluto; no hay discusión posible, estamos todas y todos de acuerdo, Like a Prayer es uno de los mejores discos de pop nunca facturados. Una obra confesional donde Madonna habla de la relación con su madre y su padre y sus vínculos y conflictos familiares todo bien adornado con el imaginario católico con que fue educada. Musicalmente, el pop sintetizado con vistas en la pista de baile sigue siendo la materia prima, de la misma manera que en este su cuarto trabajo de estudio, referencia en que contamos con la complicidad creativa de colaboradores habituales como Stephen Bray, Patrick Leonard y genios coetáneos como Prince, Madonna se mostró más ambiciosa que nunca aproximándose a sonidos como el funk, el góspel o el soul.

Una obra referencial propulsada por singles incontestables como "Like a Prayer", "Express Yourself", "Cherish", "Oh Father", "Dear Jessie" o "Keep It Together". Un álbum superlativo que requería ser presentado en directo en una de las giras más espectaculares que nunca habían rulado por el mundo: el Blond Ambition Tour. Un ciclo de conciertos que también sirvió para que Madonna descubriera los temas de la banda sonora de la película Dick Tracy, estrenada aquel mismo 1990 y que la 'Ambición Rubia' había protagonizado con quien entonces era su flirt, el amante irredento de Hollywood Warren Beatty.

El día que Coca-Cola se frotó las manos

Hubo problemas desde el primer día. En enero de 1989 Pepsi anunciaba un acuerdo hasta entonces único con Madonna: a cambio de 5 millones de dólares la artista estrenaría de forma exclusiva el homónimo primer single de su nuevo disco, "Like a Prayer", en un anuncio de la marca de refrescos. Pepsi también sería el principal espónsor de la gira mundial de presentación del disco, tour que en aquellos momentos estaba previsto que se denominara Like a Prayer World Tour. El anuncio se emitió el 12 de febrero de 1989 durante la gala de los premios Grammy. Se calcula que lo vieron más de 31 millones de personas en todo el mundo.

Al día siguiente, Madonna estrenó el videoclip del tema. Metraje cargado de iconografía católica, grupos religiosos de todo el mundo, incluyendo el Vaticano, entraron en cólera al ver imágenes como las de cruces quemando al estilo de los rituales racistas del Ku Klux Klan o a la cantante besando los pies de un santo negro. Sí, definitivamente Madonna era la reina del pop y de la provocación y todos estos grupúsculos de integristas religiosos cayeron en su trampa haciendo un llamamiento a boicotear todos los productos Pepsi. Pocos días después la marca canceló sus acuerdos con Madonna. El show, sin embargo, continuó, porque con Pepsi o sin ella en realidad nunca peligró, y el 16 de noviembre se anunció que el mes de abril de 1990 Madonna iniciaría una gira mundial de presentación de su cuarto disco, ahora bajo el nombre de Blond Ambition Tour.

El zeitgiest de su era

El Blond Ambition Tour se puso en marcha el 13 de abril de 1990 en Chiba (Japón). A Madonna la acompañaban una banda conformada por ocho músicos y dos coristas. Y con estos, siete bailarines para completar las vistosas coreografías con qué la cantante norteamericana daba vida a su espectáculo. Eso en el escenario. Fuera de él, el séquito lo lideraban Vincent Paterson como director de coreografía, Jai Winding como director musical y Christopher Ciccone, hermano de Madonna Louise Ciccone, artista también conocida como 'Ambición Rubia', como director artístico.

Madonna Blond Ambiton Tour 2 EFE

Madonna creó el estilismo del Blond Ambition Tour en colaboración con Jean Paul Gaultier. De su trabajo juntos surgieron diseños tan icónicos como el body cónico /EFE

El estilismo del Blond Ambition Tour fue a cargo del diseñador Jean Paul Gaultier, una asociación que generó algunos de los zeitgeist de su era, como aquel body cónico que hoy día es pieza de coleccionista. "La primera vez que Madonna me contactó fue el año 1989", recordaría Gaultier en una entrevista al diario New York Times. Faltaban dos días para un gran desfile, todo eran nervios y cuando mi asistente me explicó la propuesta de Madonna, pensaba que me estaba tomando el pelo. Acepté inmediatamente, era fan suyo desde siempre". Los dos creadores estuvieron trabajando juntos en el estilismo del tour durante tres meses muy intensos o, como lo recordaba el diseñador: "Durante 350 aspirinas y 1.500 esbozos diferentes".

Cuando la gente todavía hacía footing

Música, baile, escenografía, moda... El Blond Ambition Tour fue el espectáculo definitivo de su tiempo. Con un repertorio donde no faltaba ninguno de los grandes éxitos de la cantante norteamericana hasta aquel momento, la velada estaba dividida en cinco secciones diferentes: Metropolis, Religión, Dick Tracy, Arte Deco y los bises. Los conciertos se iniciaban siempre con "Express Yourself" y finalizaban casi dos horas después con "Keep It Together". En medio números que son material obligado para descifrar la cultura pop como "Like a Virgin" con la simulación de la masturbación que tantas controversias generó, "Like a Prayer", "Papa Don't Preach", "Material Girl", "Vogue" u "Holiday", que era el primero de los bises.

De punta a punta del mundo, el Blond Ambition Tour constó de un total de 57 conciertos a los cuales asistieron más de 800.000 personas, recaudando 62,7 millones de dólares, que en cifras actuales equivaldrían a 122,7 millones, siendo en términos comerciales una de las giras más exitosas de la historia de una artista en solitario, sólo superada en la década de los noventa por Michael Jackson (HIStory World Tour), Garth Brooks (The Garth Brooks World Tour) y Celine Dion (Let's Talk About Love World Tour). Artísticamente, sigue siendo uno de los tours más relevantes e influyentes de todos los tiempos. Una gira en la cual siguen inspirándose las y los aspirantes al cetro del pop para modelar sus espectáculos en directo.

Madonna llegó a Barcelona el 1 de agosto de 1990, venía de haber actuado en el Vicente Calderon de Madrid con todas las entradas agotadas y al estadio Balaídos de Vigo, donde sólo se vendieron la mitad del aforo. En la eufórica Barcelona preolímpica, aquel fue (y sigue siendo) uno de los conciertos más memorables que ha acogido el estadio Lluís Companys. Sabida su afición y pasión por el ejercicio físico, no nos tiene que extrañar que aquella mañana de primero de agosto, la 'Ambición Rubia' saliera a correr por las calles de la capital catalana. Siempre pionera, eran años en que todavía no había runners, la gente hacía footing.