Estamos delante del libro que hubiera querido escribir Sally Rooney. Dejadme que os explique los motivos. Magda Minguet (Calafell, 1977) se estrena en el mundo de la literatura con 'Vermuts i barbuts' (La Campana) y lo hace sin grandes pretensiones, sin filtros ni subterfugios. Un libro que reconforta, con diálogos reales, mucho humor, (os reiréis en voz alta) incluso con un punto escatológico extremadamente necesario, y una protagonista, Gemma, que podríamos ser todas, que genera ternura porque siempre se acaba metiendo en situaciones incómodas y no sabe cómo salir de ellas. Una mujer que ha llegado en aquel momento de la vida en que disfruta más de la comida que del sexo. Magda Minguet escribe para las mujeres, un poco como la escritora irlandesa de moda. Sin saberlo, Minguet podría estar creando un fenómeno nuevo, una literatura catalana para mujeres con unos cimientos críticos, dispara a todo el mundo sin miedo, y llenos de humor, una novela llena de referencias gastronómicas, recomendaciones de restaurantes, que ya se sube en el ranking de los libros más vendidos. Solo pondré dos pegas, la primera: que se lee demasiado rápido y te quedas con ganas de más, y la segunda: que te entra el hambre y las ganas de gastarte todos los ahorros en buenos restaurantes con el grupo de amigas, porque aunque gran parte del protagonismo parece que se lo lleve la gastronomía, es un canto a la amistad, a la unión femenina y a la fuerza que pueden tener un grupo de mujeres en torno a una mesa. Recordad su nombre, Magda Minguet, que además de colaborar en la revista gastronomica barcelonesa Foodie Culture Barcelona es la nueva voz de la literatura catalana, una tía despierta, culta, inteligente, con buena conversación, que sabe disfrutar de los placeres de la vida, ingeniosa, sensata pero atrevida, irónica, crítica, y con un sentido del humor desbordante, en definitiva, es la amiga que todas querríamos tener.
¿Qué has cocinado en este libro?
He cocinado la historia de una chica que se llama Gemma que está cansada de malas citas y se inventa una aplicación que se llama Foodie Match donde escoge el plato y no el tío. Es decir, tú no sabes nada del físico ni de la persona que te aparecerá a la cita, pero sí que sabes lo más importante, qué comerás. Entonces tiene citas alocadas, tiernas, surrealistas..., este es el eje vertebrador de la historia.
La protagonista es Gemma. ¿Qué me la puedes decir de ella?
Es una mujer que podríamos ser todas, es fácil sentirnos identificadas. ¿Quién no ha sufrido un desengaño? ¿Quién no echa de menos a las amigas porque está en una etapa que no puede quedar mucho con ellas? ¿Quién no ha sufrido por el hecho de no entrar en una talla? Ella habla de temas importantes, pero siempre en clave cínica, picantona e irónica.
Gemma cae bien a todo el mundo, es fácil empatizar con ella porque no le acaban de ir del todo bien las cosas, pero se lo toma con humor, ¿podría ser la Bridget Jones catalana?
Sí, tiene citas un poco catastróficas y la recuerda. Está sola en casa y un día se harta de helado, el otro día las amigas le hacen de zona de confort y el otro va a casa de los padres y no le dan todo el apoyo que necesita. Yo había leído mucho lo que antes se llamaba chick lit, que son estas autoras británicas, como Marian Keyes o Sophie Kinsella, ya tenía muchos referentes de esta literatura que en los países anglosajones funciona mucho y lo he trasladado un poco al mundo de la Carrie Bradshaw o a nuestras Teresines.
Al inicio del libro dices «Estoy en un momento de la vida que obtengo más placer de la comida que del sexo». ¿Estás de acuerdo?
Sí, yo estoy en este momento de la vida. Veo que en las mesas de gente de mi edad se habla mucho más de restaurantes que de sexo. El tema gastronómico une mucho, es un tema muy universal. No es que comulgue 100% con la afirmación, pero sí que veo que es generacional, que ahora se habla mucho de gastronomía como fuente de placer, de diversión cultural.
En las mesas de gente de mi edad se hablan mucho más restaurantes que de sexo
Gemma encuentra toda clase de fauna en estas citas. ¿Hay alguna que esté inspirada en alguna experiencia personal?
Ahora fliparás, todas son reales.
¿Lo dices de verdad?
Todas son reales, no las he vivido yo, pero alguien me las ha explicado. Por ejemplo, es cierto que fui a nadar con atunes, pero lo he exagerado. O sea que sí que he ido a citas que son parecidas, pero después las ficciono un poco.
¿Por qué crees que tiene tanto valor la gastronomía en nuestra sociedad?
La gastronomía tiene valor porque no solo nos alimenta el estómago, sino que alimenta nuestra alma. Si te sientes añorada de casa, la primera que echas de menos acostumbra a ser la comida, y relacionas el bienestar emocional con la comida. De hecho, también pasa en los hospitales, cuando una embarazada acaba de tener el hijo pide jamón o sushi, todo aquello que ha añorado. Y el ritual va más allá de lo que hay en el plato, lo que me gusta es la conversación, la compañía, la sobremesa, las risas; creo que la gastronomía triunfa tanto porque es neurogastronomía, nos estimula el cerebro muchísimo.
La gastronomía tiene valor porque no solo nos alimenta el estómago, sino que alimenta nuestra alma
¿El libro está lleno de referencias de restaurantes, sobre todo de Barcelona, como valoras el panorama gastronómico catalán?
En el libro soy crítica con los restaurantes que tienen las cartas muy clónicas, las que dice el libro que empiezan con una croqueta y acaban con un pastel de queso deshecho. Está muy visto, también los pulpos con parmentier; estoy viendo tartars por encima de nuestras posibilidades. Valoro mucho cuando el cocinero hace una cosa honesta que se aleja del bikini trufado.
Soy crítica con los restaurantes que tienen las cartas muy clónicas. Estoy viendo tartars por encima de nuestras posibilidades
Hoy me has dicho que has comido muy bien.
Sí, he ido a comer un sitio que se llama La Forquilla de Nou Barris y hacía tiempo que no comía platos de mojar pan como los que hacía lmi madre. Hay restaurantes que lo están haciendo de manera superhonesta y a precios muy razonables y hay otros que están cobrando 4 euros por una croqueta que a veces es congelada.
Me gusta mucho cuando dices que «quién tiene buen paladar seguro que tiene buen gusto y buena conversación», aunque pienso que la economía es un gran condicionante.
Es verdad que es muy caro, y aquí en Barcelona está el turistrap, este engaño, pero cuando encuentro un buen restaurante y no me he tenido que dejar ningún órgano, lo quiero compartir y recomendar. En Catalunya se están haciendo las cosas muy bien, pero cuando no está bueno también se puede decir y no pasa nada.
¿Y qué piensas de los tiktokers gastronómicos que hacen contenido para las redes recomendando restaurantes?
Hay gente que lo hace muy bien, sobre todo gente joven y contenido en catalán. Sí que hay gente que solo quiere ir a los restaurantes para comida gratis y decir que "es brutal" y quizás no tienen mucha idea.
¿Tú te planteas convertirte en uno de ellos?
No. A mí me gusta ir a cena tranquila y disfrutar de la conversación, no me gustaría estar toda la cena haciendo videos.
¿Qué hace falta para ser una buena foodie?
Hay que disfrutar de los momentos. El foodie no solo busca los ingredientes, ni el emplatado, busca la experiencia completa, que el entorno sea bonito o que el restaurante tenga una carta original. Para ser foodie hay que valorar que hay mucho trabajo detrás, todo lo que implica que haya un servicio hasta las dos de la madrugada, que no te echen, que tengan de todo.
El foodie no solo busca los ingredientes, ni el emplatado, busca la experiencia completa
La novela, a parte de hablar de gastronomía, también es un canto a la amistad. ¿Como de importante son en tu vida tus amigas?
Mis amigas lo son todo. Yo no sé si les aporto tanto como ellas a mí. Me he ahorrado muchísimas horas de terapia. Y las cenas de amigas es una de las cosas que me da más energía. Mi madre, por ejemplo, eso no lo hizo. Nosotras somos la primera generación de mujeres que estamos llenando los restaurantes y me gusta muchísimo, porque somos una comunidad de mujeres que nos damos apoyo, que nos explicamos las penas, las alegrías, y que encontramos este rato para evadirnos del mundo.
Nosotras somos la primera generación de mujeres que estamos llenando los restaurantes
¿Qué es lo más bonito que has hecho por amistad?
Yo creo que lo hago todo cada día. El lunes una amiga me dijo que había tenido un día horroroso y fuimos a tomar un vino. Si tenemos tiempo para trabajar y para dedicar 8 horas al sistema capitalista, no puede ser que digamos que no a una hora con nuestras amigas.
Uno de los aspectos también que caracterizan el libro es el sentido del humor. ¿Cómo definirías tu humor?
Es un humor crítico, un poco británico. A veces cuesta mucho hacer humor sin hablar de sexo explícito o decir muchos tacos. Lo que pasa es que no tengo muchos referentes de mujeres catalanas haciendo humor en literatura, quizás hay más referentes masculinos. Me he arriesgado, he hecho mis bromas, que es criticarlo todo, y a partir de esta crítica llevada al extremo se encuentra este sentido del humor.
No tengo muchos referentes de mujeres catalanas haciendo humor en literatura, quizás hay más referentes masculinos
También hay otro tema más delicado que es el de la maternidad, la presión de la sociedad para tener hijos. De hecho, la protagonista tiene dificultad para quedarse embarazada. ¿Por qué has decidido escoger este tema?
No hay nada más íntimo que la decisión de tener un hijo. Yo tengo cuatro y eso se ha cuestionado mucho. Es decir, que con el último hijo casi no me felicitaban. Me decían: ¿"Otro? ¿Y por qué otro"? Tenías que justificarlo y era extraño. "Que si queríamos hacer un equipo de fútbol, que si no teníamos tele..." Que la gente cuestione una cosa tan y tan personal como es la maternidad... Las mujeres que no han tenido hijos, por la razón de que sea, siempre es un motivo íntimo que no tienen ganas de compartir. ¿Cómo puede ser que todavía se esté preguntando a una mujer una cosa tan personal? ¿Al hombre no se le pregunta "cómo es que no eres padre"?, ya se da por hecho que eso se nos tiene que preguntar a nosotras. Sea por el hecho de no tener hijos o por tener muchos, siempre estamos en el punto de mira.
No hay nada más íntimo que la decisión de tener un hijo
Justo antes de empezar la entrevista me explicabas que lees muchoy, además, todo mujeres.
Sí, conecto más con la literatura de mujeres. Me gusta mucho Eva Piqué, Maria Climent, Care Santos o Sílvia Soler. Las mujeres catalanas escriben lo que yo quiero leer.
¿Quién te gustaría que te leyera?
Me gustaría que me leyeran las mujeres con las cuales he pensado, que puedes ser tú, mis amigas, mis compañeras de trabajo. Pienso que Gemma somos todas, es un libro de talla única, aquí entramos todas. Es un libro que no te aprieta, es muy fresco, rápido, de capítulos cortos, que si no eres muy lector o si vienes de una parada lectora, te puede ayudar.
¿Por cierto, eres buena cocinera?
No, soy fatal, no cocino muy bien, pero soy muy buena comensal, me gusta mucho recibir gente en casa. La parte de preparar, organizarlo, pensar el menú... La comida la encargo o acostumbro a hacer cosas sencillas, unas anchoas, unos quesos, o una tortilla ya compensan. Si lo presentas bonito no hay que esferificar nada. Pensar en los detalles y en hacer felices los otros es importante. Y mi lenguaje del amor quizás no es la cocina, pero es la puesta en escena.
Pensar en los detalles y en hacer felices los otros es importante. Y mi lenguaje del amor quizás no es la cocina, pero es la puesta en escena
¿Tienes alguna idea en la cabeza, ya, del próximo libro?
Ahora que has dicho eso de Bridget Jones, quizás me gustaría hacer un diario de una mujer catalana en la crisis de la menopausia, estaría muy bien visibilizarlo.