Manel Vidal pilla la moto y pira. Voy hacia el bus. Repaso mentalmente la entrevista. Hemos acabado hablado de Adrià Puntí y he olvidado preguntarle dónde prefería que aparecieran las críticas de La passada a l'espai (Destino, 2025), a la sección de cultura o a la sección de deportes. Es una tontería. O quizás no tanto. Mañana le envío un whats. Son las seis pasadas, me ha dicho que todavía tiene que ir al Poblenou y después quiere ver el Barça. Ya es mañana y le he enviado el whats. Me contesta al cabo de cinco minutos. "Me gustaría que aparecieran a la sección de espiritismo y magia negra". Putu trol. Ríe y me promete que más tarde me dará una respuesta más... convencional. Que en cinco minutos tiene que entrar en una entrevista en una radio. No lo hará. No lo hace. Se lo perdono. Le debo un favor. "No me gusta nada repetirme, tengo una tolerancia bastante baja a escucharme a mí mismo dando las mismas explicaciones. Supongo que le pasa a todo el mundo. Es el precio que tengo que pagar y no pasa nada, hay cosas peores. Es un castigo menor por haber publicado La passada a l'espai. Ahora viene la promo y me da bastante de pereza, sin embargo... El otro día lo hablaba con mi pareja, le decía: 'Hostia qué mierda'. Me dijo que no era consciente de que también me pasarían cosas guais. Yo había asumido que solo sería una puta mierda, el camino que tienes que hacer obligatoriamente. Pero probablemente también habrá cosas bonitas haciendo la promo del libro. Espero, vaya, no lo sé".

Fiebre en las gradas catalanas

Manel Vidal tiene la cara de buen rollo de Seth Rogen (eso lo sabe todo el mundo), cuerpo de portero cabrón de discoteca y voz de locutor nocturno que fuma Ducados. Es uno de los perpetradores de La sotana, guionista de La competencia, humorista y, ahora también, escritor. Un escritor muy bueno. Con La passada a l'espai se ha marcado un Nick Hornby, es decir, con la excusa de hablar de fútbol, es decir del Barça, es decir de Iván de la Peña, ha acabado rujando vivencias, experiencias, sentires y emociones. El protagonista del libro es él y sus circunstancias. Por eso (y porque el tipo escribe como le da la gana) atrapa. A través de la pelota Manel explica la vida. O a través de la vida explica la pelota (pero es más aquello primero que esto segundo). Vidal habla de él y de su relación con su familia, alguna pareja, los amigos, los conocidos y los que pasaban por allí, de las derrotas y las victorias, de las vacaciones en la Costa Brava y de los inviernos desterrado en Alemania. Es un relato tan suyo que por eso es tan fácil hacerlo nuestro. Él es él, es tú y es yo. "Grabé el audiolibro y lo leí todo por primera vez en voz alta delante de un señor desconocido, encantador, por otra parte, y que me ayudó mucho. Fue entonces cuando por primera vez me pregunté por qué explicaba todo lo que estaba explicando. Pero no dejan de ser dudas inherentes a la escritura y la publicación del libro.  Es un libro que, con la gente que he hablado, los pocos que ya lo han leído, algunos me han dicho que, qué valiente y que vulnerable porque me he abierto en canal, y otros que les ha sorprendido que no explico casi nada, por ejemplo, de mis parejas. Es un libro dual, muy íntimo y personal, que va al fondo de algunos episodios o de algunas relaciones personales, pero al mismo tiempo hay otros temas en que ni entro. No he escrito un libro pornográfico. No he profundizado solo en momentos de vulnerabilidad por el morbo, al menos no era la intención".

MANEL VIDAL / Foto: Montse Giralt
Manel Vidal decidiendo si quiere ir a cultura o a deportes / Foto: Montse Giralt

Es un libro dual, muy íntimo y personal, que va al fondo de algunos episodios o de algunas relaciones personales, pero al mismo tiempo hay otros temas en que ni entro. No he escrito un libro pornográfico. No he profundizado solo en momentos de vulnerabilidad por el morbo, al menos no era la intención

Sin seguir una lógica cronológica exacta, este particular dietario futbolístico-vital se inicia el verano que el Barça ficha a Ronaldo Luis Nazário de Lima y el niño Manel llora porque piensa que la nueva adquisición condenará al banquillo a su ídolo Iván de la Peña y finaliza antes de que La sotana se convierta en el fenómeno que ha acabado siendo. "Vengo de 3 o 4 años muy intensos. Lo que explico no llega hasta la actualidad. No explico prácticamente nada de La sotana, más allá de algún episodio concreto, como tampoco explico nada de La competència o del Soterrani". Es la parte de su historia que ya no hay que explicar, porque ya se explica sola. "De La sotana no tengo ganas de hablar fuera de La sotana. Explico cosas de más atrás. Dicen que de los 20 a los 30 miramos hacia fuera, y que de los 30 a los 40 empezamos a mirar hacia adentro". Quizás es eso. Lo que explico, estos momentos más personales de intimidad o de vulnerabilidad, los explico porque estoy en un momento en el cual estoy bien para explicarlos. Ya no me representan ningún tipo de herida. Están cerradas. Desde aquí es desde donde lo he podido escribir".

Lo que explico, estos momentos más personales de intimidad o de vulnerabilidad, los explico porque estoy en un momento en el cual estoy bien para explicarlos. Ya no me representan ningún tipo de herida. Están cerradas. Desde aquí está desde donde lo he podido escribir

Desde el hipercapitalismo al garrulismo, al fútbol se le pueden reprochar miles de vicios. También tiene infinidad de virtudes. Pocos hechos nos pueden ayudar a definirnos como individuos y colectivo como el fútbol. El fútbol explica los tiempos, los lugares y los vínculos que vamos tejiendo con los que nos rodean: los partidos de la selección catalana con el abuelo, el equipo de infrafutbol en el que acabas jugando compartiendo vestuario con personas que de otra manera no habrían pasado de ninguna manera por tu vida... "Cuando me preguntan si el fútbol es cultura, digo que sí, pero no porque el fútbol sea tan elevado como la cultura, sino porque la cultura es tan llana como el fútbol. Es una herramienta que sirve perfectamente para explicar otras cosas. A través del fútbol puedes hablar de historia, de demografía, de antropología, de política, de lo que tú quieras. Es la mejor herramienta narrativa, o quizás es la que tengo más a mano, porque no tengo ningún otro campo de conocimiento que pueda desarrollar y a partir del cual hablar de otras cosas. Tampoco hay que intelectualizarlo demasiado, aunque podemos caer y convertirnos en otro panekita. A veces lo hacemos, pero no pasa nada. Como tampoco hay que huir activamente de la idea de ser un fife, porque en realidad es lo que somos".

MANEL VIDAL / Foto: Montse Giralt
Manel Vidal acaba de publicar La passada a l'espai / Foto: Montse Giralt

Cuando me preguntan si el fútbol es cultura, digo que sí, pero no porque el fútbol sea tan elevado como la cultura, sino porque la cultura es tan llana como el fútbol

Dice Manel Vidal que es el típico caso de niño que de pequeño que leía muchísimo, pero que lo dejó de hacer por esta nociva mezcla de porros e internet que le folló el cerebro. "Últimamente, vuelvo a leer y, de manera muy casual, he leído dos buenos libros los últimos años, que no es que hayan sido referentes a la hora de escribir La passada a l'espai, sino que me han dado ganas de escribir". El primero es No digas nada, de Patrick Raden Keefe. El segundo, Léxico familiar de Natalia Ginzburg. "No digas nada es un libro monumental. Todo lo que hace este hombre es la hostia. Lo que me cautivó de este libro en concreto es que podría ser una de las mejores novelas que he leído nunca y uno de los mejores ejercicios periodísticos de investigación que he leído nunca, todo en un mismo libro. Tiene un ritmo brutal, y eso sí que me inspiró a escribir con frases que no sean aburridas, cortas e, incluso, rápidas de leer. El libro de Natalia Ginzburg tiene más que ver con la introspección, con la cosa más familiar de mi libro. Ella tiene una familia mucho más peculiar que la mía, pero lo consigue hacer divertido. De su relato personal acaba haciendo una cosa universal. Por eso empatizas. Y además, me habría gustado mucho haber leído Fiebre en las gradas de Nick Hornby, pero todavía no lo he leído. Joel (Díaz) dice que he hecho la traducción cultural a Catalunya de este libro. Seguramente me he quedado muy lejos".