Pocas cosas hay más complicadas que ser padre o madre, en todas las etapas de la vida, pero muy especialmente en aquella en que ves como tus hijos e hijas ya no te necesitan y empiezan a tomar sus propias decisiones. Es en este punto, en este capítulo vital, que Manuel Baixauli nos sitúa con su última novela, Cavall, Atleta, Ocell (Periscopi, 2024). Prosa prodigiosa, Baixauli ha vuelto a pintar una naturaleza viva de personajes fascinantes, destacando en primer plano Alapont, un carpintero humilde y perfeccionista que observa con preocupación la deriva de su hijo, Arístides, que acaba de entrar de pleno en la adolescencia y ha sido conquistado por la apatía. Magia en el verbo y movimiento en el léxico para describirnos una de las formas de amor más puras que hay. Creador de un universo literario de qué desearías no salir nunca, Baixauli es uno de los tres nombres candidatos al 8è Premi Òmnium a la Millor Novel·la de l’Any que se concede hoy. Lo entrevistamos

Aquí todo empezó en un museo, con un padre que se comía con los ojos a su hijo, De esta imagen de que fuiste testigo salió Cavall, Atleta, Ocell..., ¿verdad?
Sí, una asimetría conmovedora entre lo que siente, piensa y desea un padre y lo que siente, piensa y desea un hijo. Nada tan desinteresado como el amor de un padre o de una madre.

¿Cómo el escritor hace de la anécdota una novela?
En mi caso, es una chispa que salta de repente, que aumenta y ocurre llama interior. A partir de la anécdota originaria, se añaden cosas que has vivido, visto o leído y, muy importante, imaginación, es decir, combinaciones inéditas de todo este material, que producen vivencias mentales nuevas. Solo hay una manera de apagar esta llama: escribiendo.

Solo hay una manera de apagar esta llama: escribiendo

Para un escritor para el que el tiempo y los tempos son tan importantes... ¿Cuándo sabe que una novela se ha acabado?
Es una intuición. Mientras hago versiones del texto me lo paso muy bien, pero llega un punto en qué me canso y digo basta. No es una decisión racional, que se pueda concretar en palabras, es una sensación.

Pero tus novelas no acaban: en más de una ocasión has afirmado que no son más que capítulos de la gran novela que es tu obra conjunta.
No, no acaban. Eso lo he aprendido en los clubs de lectura, donde los lectores hacen interpretaciones distintas, hacen crecer el texto en direcciones diferentes según su personalidad y experiencia. Un libro tiene que dejar puertas abiertas.

Rueda de prensa escritor nueva novela Manuel Bauxauli / Foto: Carlos Baglietto
Manuel Baixauli figura entre los tres finalistas al Premi Òmnium a la Millor Novel·la de l’Any con Cavall, atleta, ocell / Foto: Carlos Baglietto

En este sentido, tus personajes nunca se marchan del todo, siempre acaban reapareciendo. ¿Pintor-escritor, escritor-pintor, los has pintado alguna vez, tus personajes?
No tengo que pintarlos, les tengo cerca cada día. Van y vienen por dentro de mi taller, y me los encuentro por la calle o por el campo, cuando paseo. Forman parte de mí.

El arte nos hace...
El arte nos permite ir más allá de la materialidad más inmediata. Los humanos necesitamos una buena dosis de espiritualidad. Yo la sacio en el arte.

Un libro tiene que dejar puertas abiertas

Sorprendido del recibimiento de Cavall, Atleta, Ocell... ¿Por qué, oficio solitario, el de escribir, todavía ahora te sorprende de alguna manera que tus historias tengan un receptor?
No soy un best-seller, pero tengo muchos y buenos lectores, que enriquecen y mejoran mis historias. Es un privilegio, quizás inmerecido, que me anima y me sorprende al mismo tiempo.

¿Cuál ha sido la mejor novela que has leído este pasado año 2024?
El Pavelló núm. 6, de Chéjov, editado por Minúscula (con traducción de Àngels Llòria). Un autor que no me cansa nunca.