Reus, 1685. Mina de l’Aigua Nova. Joseph Shallet (cónsul inglés en Barcelona), los hermanos Arthur y Gilbert Heathecat (comerciantes de Londres), y Mitford Crowe (importador inglés) creaban una sociedad que fundaría la primera fábrica de destilación de alcoholes de la historia de Catalunya. Reus ya era la primera plaza de fabricación de alcoholes del país antes de la Revolución de los Segadores (1640). Pero el devastador conflicto (1640-1652) y la larga posguerra (1652-1689) habían partido la extensa red de obradores familiares que habían producido y exportado aguardientes en Inglaterra y en los Países Bajos durante la primera mitad del siglo. Shallet, los hermanos Heathecat y el negociante londinense Mitford Crowe, no tan sólo reunirían la producción y recuperarían los canales de exportación, sino que se convertirían en influyentes elementos de la clase mercantil catalana de la época: la que impulsó la Revolución austriacista de 1705-1714.
¿Quién era Joseph Shallet?
Joseph Shallet, el pionero de aquella empresa, era un exitoso profesional que compaginaba su tarea diplomática con la de comerciante. De hecho, en aquella época era muy habitual que los gobiernos designaran para tareas de representación en el extranjero comerciantes previamente establecidos en aquellos destinos, que estaban bien relacionados con las élites políticas y económicas locales. Shallet, nacido en Londres en 1661, se había educado en aquella nueva Inglaterra surgida de la experiencia revolucionaria de los Cromwell, que había culminado, entre otras cosas, con el triunfo de las clases mercantiles inglesas: el partido Whig, que sería uno de los más firmes aliados de la causa catalana durante la Guerra de Sucesión hispánica (1705-1715). Shallet llegó a Catalunya al inicio de la fase expansiva inglesa como agente comercial de los Heathecat y se convertiría en representante político del gobierno inglés.
¿Quién era Mitford Crowe?
Si Joseph Shallet era el picapedrero de la obra, Mitford Crowe era el arquitecto del proyecto. Cuando se produjo aquel desembarque comercial, Crowe era todavía más joven que Shallet, sin embargo —a diferencia del cónsul— disponía de un capital del todo inusual en una persona de tan sólo dieciséis años, que dibuja con precisión su perfil. Crowe, nacido en Northumberland (al límite entre Inglaterra y Escocia) el año 1669, había llegado a Catalunya después de una experiencia comercial en el archipiélago de las Barbados (que habían sido la primera tierra que había tocado Colón en su primer viaje y que, pasados casi dos siglos, se disputaban los corsarios ingleses y los colonizadores hispánicos). Crowe o Crow (según los documentos y llamado por la cancillería catalana con los nombres en clave "el pájaro" o "el cuervo"), puso parte de los recursos para reconstruir los canales de exportación del aguardiente de Reus hacia Inglaterra y hacia las colonias inglesas de América.
¿Y los neerlandeses?
En la tarea de recuperación de la producción y exportación de los destilados de Reus, los comerciantes neerlandeses también tendrían una importante participación. De hecho, las fuentes revelan que ingleses y neerlandeses competían por el control de estas vías, y que se habían entregado a una guerra comercial: Shallet tardaría dos años en poner en funcionamiento la Heathecat & Crowe de Reus, porque los neerlandeses se le habían anticipado en la compra de los terrenos donde, inicialmente, se tenía que construir la fábrica. En este tráfico encontramos a la familia judía Campanall —de origen catalán—, exiliados en los Países Bajos después de la expulsión de 1492, y establecidos en Newport, actualmente en el estado norteamericano de Rhode Island y, en aquel momento (1658-1664), una colonia neerlandesa. Los Campanall habían llegado a Norte-América vía Barbados y serían, también, los fundadores de la primera sinagoga de la historia norteamericana (1758).
El caso Jager
Hablando de neerlandeses, la chispa que precipita la adhesión de Catalunya a la alianza de las potencias atlánticas es el caso del negociante flamenco Jager. Era el año 1702, y el primer Borbón hispánico ya había puesto las nalgas en el trono de Madrid. Ya había estallado el conflicto sucesorio hispánico, y los Borbones ya habían prohibido el comercio con la alianza austriacista. En aquel contexto aparece la figura de Arnold Jager, naturalizado catalán y miembro destacado de la élite política y mercantil barcelonesa. Jager fue expulsado con el banal motivo "por ser consul holandés". Las instituciones de Catalunya asumieron la defensa del caso; porque Jager —al margen de su naturaleza catalana y su condición diplomática— simbolizaba la actividad industrial y comercial del país. Sólo la Heathcat and Crow de Reus (y sólo entre 1690 y 1696) había exportado 4.885 cargas de aguardiente y 13.829 de vino (casi dos millones y medio litros).
El caso Jager y el Tratado de Génova
El caso Jager, que duró dos años y que fue una pesadilla de amenazas y de embargos a los defensores de la causa, acabaría a favor de las tesis catalanas. Jager continuaría en Barcelona, pero el mal ya estaba hecho. Porque en aquel intervalo (1702-1704), los comerciantes franceses (con el apoyo de Madrid y de París) ya habían clavado los ojos y los colmillos en Catalunya, y tanto el aparato productivo (el campesinado y los fabricantes) como el comercial (los exportadores y los navieros) quedaban a un paso de la muerte económica. Es decir, la muerte económica del país. Eso, entre otras cosas, explica el trascendental paso de Génova: la separación catalana de la monarquía borbónica hispánica. El 20 de junio de 1705, los diplomáticos Antoni de Peguera y Domènec Perera firmaban —en nombre del gobierno de Catalunya—, una alianza militar con Inglaterra. Por el bando inglés —y en nombre de la reina Ana Estuardo—, firmaría reveladoramente Mitford Crowe ("el pájaro"). Se cierra el círculo.