Palma, 26 de abril de 1346. Cinco cocas mercantes comandadas por el armador Jaume Ferrer zarpaban del puerto de Palma en dirección a las desconocidas costas de las islas Canarias. Las "Afortunadas", como eran conocidas en aquella época aquellas islas, habían sido visitadas con anterioridad por exploradores genoveses y portugueses (1312-1336); pero no se había creado ningún tipo de infraestructura colonial. En cambio, después del viaje exploratorio de Ferrer, catalanes y mallorquines desplegarían una formidable campaña —de iniciativa privada y con el patrocinio de la corona—, que acabaría repentina y misteriosamente. Los catalanes y los mallorquines no fueron los primeros europeos modernos que pusieron los pies en las Canarias; pero sí que fueron los primeros que proyectaron la conquista y colonización de las islas Afortunadas.
¿Quién era Jaume Ferrer?
Jaume Ferrer era un potente armador de Palma, con intereses comerciales en diferentes puertos del Mediterráneo. Poca cosa más se sabe. Pero, en cambio, sí que sabemos que su viaje marcó un antes y un después en la carrera por el descubrimiento de las nuevas rutas atlánticas. Efectivamente, a principios de la centuria de 1300, la piratería musulmana del mar de Alborán había disminuido considerablemente, en buena parte por|para la acción de las Galeras de Catalunya —comandado por el almirante Jofré Gilabert de Cruïlles—, que el 6 de septiembre de 1339, delante de las costas de Ceuta, habían derrotado y liquidado un combinado naval formado por las marinas nazarí de Granada, el benimerín de Fez, y la piratería musulmana del norte de África. Después de la Batalla de Ceuta, el tráfico naval europeo circularía con relativa seguridad a través del Estrecho de Gibraltar.
¿Qué buscaban los catalanes y mallorquines en las Canarias?
Los catalanes y mallorquines, si bien no habían sido los primeros en poner los pies en las Canarias, sí que lo fueron en Río de Oro (las costas del actual Sáhara Occidental). Aquel cuadrante marítimo generaba mucho interés entre las clases mercantiles de Barcelona, de Palma y de Valencia. Y este interés se debía, principalmente, al comercio de oro, de esclavos y de especias, los tres "productos" más rentables en los mercados europeos de la época. Aquellos viajes y los proyectos colonizadores que se derivaban tenían el clarísimo propósito de acudir directamente a las fuentes de abastecimiento (el África subsahariana); y prescindir de la intermediación de los comerciantes magrebíes (las caravanas del desierto) que, históricamente, habían hecho la ruta entre Guinea y el norte de África. En aquel proyecto, las Canarias jugaban un papel estratégico de gran importancia.
La evangelización catalana de las Canarias
Las fuentes documentales de la época confirman que la empresa canaria rápidamente fue incorporada a la ideología que había promovido la expansión mediterránea catalana desde más de un siglo antes (1229); y que se había concretado con la conquista y colonización de las Mallorcas, de Malta, de Sicilia y de Cerdeña. La idea catalana de imperio, sustentada sobre tres patas (expansión patrimonial, evangelización y colonización económica) es bien presente en la empresa canaria; como lo demuestra el hecho que el conde-rey Pedro III negoció con el pontífice Clemente VI, la evangelización de las islas "Afortunadas" con personal religioso catalán. En 1352, el pontificado nombraba al carmelita catalán fray Bernat, primer obispo de Fortuna-Telde (el primer obispo cristiano de la historia de las Canarias); y lo autorizaba a construir un templo que haría las funciones de catedral.
La colonización catalana de las Canarias
Aquellas primeras empresas colonizadoras se consolidaron plenamente. Porque en el año 1366 (veinte años después del viaje de Ferrer); el conde-rey Pedro III ordenaba a las Galeras de Catalunya una expedición de castigo contra mercaderes genoveses, toscanos y portugueses que rondaban las costas del archipiélago. Este detalle es muy importante, porque revela que la cancillería catalana —con el apoyo del pontificado— había tomado posesión de las islas donde se había iniciado el proceso colonizador (Gran Canaria, Tenerife) y proyectaba su dominio sobre el resto del archipiélago. Lo que sucede es que, a finales de la centuria, aquel proyecto que aparentemente funcionaba y rendía, desaparecería repentina y misteriosamente. Y esta sería la causa que explicaría que, medio siglo largo después del viaje de Ferrer (1402) los castellanos relevaran a los catalanes.
Algunas posibles causas del abandono de la empresa catalana en las Canarias
Las causas de la desaparición de la empresa catalana en las Canarias son, todavía en la actualidad, un misterio. Muy probablemente influyeron los efectos devastadores de la Peste Negra (1348-1352) y de la destrucción de las juderías judías catalanas (1391), grandes centros de negocios en la época. Pero ni la peste ni los pogromos serían un fenómeno exclusivo del mundo catalán (Principat, Mallorcas, Valencia). Y, por lo tanto, seguramente fueron fenómenos importantes, pero no decisivos. También, el clima político de la cancillería catalana de Barcelona, que a finales de la centuria de 1300 fue gobernada por los condes-reyes Juan I y Martín I (hijos de Pedro III) que nunca tuvieron el empuje y la capacidad de su padre; y sufrieron terribles episodios de corrupción que podrían haber contribuido al abandono de la empresa. Pero, como en el caso de la peste y de los pogromos, tampoco, son causas decisivas.
Las curiosas similitudes entre la empresa canaria y la empresa colombina
Hay unas curiosas coincidencias entre la colonización catalana de las Canarias y la empresa colombina americana; que explican una misma ideología que había trascendido en el tiempo. Colón, al retorno del primer viaje (abril, 1493) se presentó a la entrevista con los Reyes Católicos en Sant Jeroni de la Murtra con un grupo de nativos americanos. Este mismo detalle, lo encontramos un siglo y medio antes, en la empresa catalana de las Canarias. Efectivamente, Ferrer retornó a Mallorca (1346) con una docena de indígenas canarios, que fueron evangelizados y catalanizados en las casas de los mercaderes barceloneses Joan Dòria y Jaume Segarra, con la misión de intermediar con la población autóctona durante la campaña de conquista y colonización. Exactamente lo mismo que, un siglo y medio después (1493), se pretendía con los indios de Colón.
La empresa catalana de las Canarias se va a Sevilla y a Lisboa
La empresa catalana de las Canarias siempre había sido liderada por las clases mercantiles. En aquella iniciativa, la cancillería de Barcelona, había jugado un papel de patrocinio, que quería decir, básicamente, de apoyo militar y diplomático a la empresa. Por lo tanto, cuando —por las razones que sean— desaparece el interés de la cancillería; los mercaderes que habían impulsado la empresa se resituaron en localizaciones favorables. En este sentido, resulta muy revelador y paradigmático el viaje de Jaume Ribes; de Palma a Lisboa. Jaume Ribes (cristianizado y renombrado) era el hijo de Abraham Cresques, el autor del Atlas Catalán (1375) que plasma el viaje de Ferrer a Canarias y a Río de Oro; y en Lisboa se convertiría en uno de los grandes cartógrafos de la Escuela de Navegación del rey Enrique. La que formó personajes de la talla de Bartolomeu Dias, Cristóbal Colón o Fernão Magalhaes.