Vallfogona de Riucorb (comarca histórica de la Baixa Segarra, que actualmente forma parte de la Conca de Barberà); año 1631. El poder señorial de la villa, representado por el delegado de la Orden de Sant Juan del Hospital, ordenaba cabrevar (tributar) a todos los jefes de casa. Aquel documento, junto con los Llibres de Compliments Pascuals que redactaban los rectores parroquiales desde el Concilio de Trento (1545-1563) nos dan una idea muy precisa de cómo se articulaban las familias en aquella comunidad paradigmática de la Catalunya del Barroco; la de aquella etapa de pujanza económica y demográfica que se hundiría repentina y dramáticamente durante la crisis de los Segadores (1635-1640); que impulsaría la Revolución (1640) y Guerra de Separación de Catalunya (1640-1652/59).
Grabado de Barcelona (1645). Fuente Cartoteca de Catalunya
¿Cuál era el modelo de familia predominante?
Así como el modelo predominante en la época precedente (la baja edad media entre los siglos XII y XVI) era la familia nuclear (la pareja y los hijos, que sumaban entre cuatro y seis efectivos por unidad familiar); durante el periodo expansivo de los siglos XVI y primer tercio del XVII se produciría una extraordinaria diversificación —fruto de las necesidades y de las oportunidades que había generado aquel paisaje de pujanza; que estaría acondicionada por varios factores: actividad económica, bastante económica, capacidad reproductiva... El modelo familiar nuclear se conservó, pero quedó limitado a los estratos socioeconómicos más humildes de aquella sociedad. Y, en cambio, el viejo y ancestral modelo de familia extensa retornó con fuerza y fue convertido en un instrumento en la lucha por el poder.
¿Qué era la familia extensa?
La familia extensa era un grupo formado por una docena de personas —a veces, incluso más— que compartían un mismo techo y que trabajaban una misma tierra. Si bien es cierto que el núcleo de aquellas familias estaba formado por el heredero o la heredera, su pareja y la descendencia del matrimonio; también lo es que en aquellos grupos convivían personas que no tenían ninguna relación genética con los primeros. Este grupo de añadidos se articulaba en una especie de anillas concéntricas invisibles en torno al núcleo de la familia. En la primera anilla encontramos a los yernos y las nueras. Y en la segunda un subgrupo más heterogéneo formado por personas solitarias: en el caso de los adultos; pastores y criados; y en el caso de los pequeños: rabadanes y "minyonetes" [sirvientas jóvenes].
Grabado de Mollerussa (1668). Fuente: Biblioteca de Florencia
¿Cuál era la jerarquía de las familias extensas?
Aquellas familias extensas tenían una jerarquía muy marcada. En la cima se situaba el heredero o pubill (el marido de la heredera); que no tenía por qué ser, necesariamente, el mayor de la casa. Aquellas familias —que podían estar formadas por personas de tres generaciones diferentes— también incluían tíos (hermanos-hermanas o cuñados-cuñadas del difunto heredero) con su descendencia (sobrinos del difunto heredero, que podían ser mayores que el heredero vivo). Pero la autoridad descansaba sobre el heredero y se transmitía a su descendencia. Los parientes próximos que convivían con aquel núcleo, tenían un relativo reconocimiento, en función no tanto de su proximidad genética con el heredero, sino de su valía a la hora de ejecutar las tareas que tenían encomendadas.
Pastores, criados, rabadanes y "minyonetes"
Este grupo era la segunda anilla concéntrica y no tenía ningún tipo de reconocimiento. Los pastores y los criados eran, a menudo, hombres solitarios de edad considerada madura (más de veinticinco años) que habían perdido o abandonado todos los vínculos familiares propios. Y los rabadanes (pastores infantiles) o las "minyonetes" [sirvientas infantiles] eran, generalmente huérfanos (de uno o de los dos progenitores). Este grupo formaba parte de la familia porque en la ideología catalana del momento, se asumía que todas las personas que integraban la cadena productiva de la casa eran parte indisociable. Las listas que se relacionan en los Libros Parroquiales (los controles del cumplimiento de los sacramentos católicos) lo demuestran. Pero el peso que tenían dentro de aquel universo era mínimo.
Grabado de Constantino (1659). Fuente: Cartoteca de Catalunya
Las familias extensas en el medio rural
La Catalunya de 1631 era un país básicamente rural y agrario. Como el resto de países de la Europa del momento. Tres cuartas partes de la población vivía en el medio rural, en comunidades entre los 100 y los 500 habitantes. Y dos terceras partes de la mano de obra catalana estaba dedicada a la actividad agroganadera que, después del triunfo de la Revolución Remensa (segunda mitad del siglo XV); vivía una etapa inédita de progreso y crecimiento. Las familias extensas de la época están presentes, principalmente, en el medio rural; como propietarias o arrendatarias de masías (explotaciones agroganaderas). Y sus herederos y sus herederas son los descendientes de las élites campesinas remensas que habían liderado la Revolución y habían ganado la guerra.
La distribución de los alimentos en familias extensas
La jerarquía de las familias extensas tenía un reflejo inequívoco en el régimen alimenticio de los miembros de aquellos grupos. Los Libros de Defunciones revelan que la mortalidad infantil estaba muy relacionada con la infralimentación. Y, para tener una comparativa válida, observamos las tasas de mortalidad infantil del segmento de edad entre cinco y diez años, y constatamos que la guadaña de la muerte abarcaba el 20% de las criaturas del núcleo familiar, el 30% de las de la primera anilla familiar, y el 60% en las de la segunda anilla familiar. Y, reveladoramente, en esta franja de edad las niñas presentaban una tasa de mortalidad dos veces superior a la de los niños. Todos vivían bajo el mismo tejado, pero no se beneficiaban, en la misma medida, de los recursos que generaba la familia.