Barcelona, 1 de julio de 1709. En plena Guerra de Sucesión hispánica (1701-1715), cinco negociantes catalanes fundaban la Compañía Nueva de Gibraltar, la primera iniciativa material de comerciar directamente con el continente americano evitando la Casa de Contratación, el monopolio hispánico sobre el comercio con las colonias americanas. El año 1709 la geopolítica internacional, a pesar del escenario generalizado de guerra, invitaba a la empresa. Sevilla (sede de la Casa de Contratación hasta 1717) estaba en territorio borbónico. Y Barcelona y Gibraltar (punto de partida y escala obligada de aquel nuevo canal comercial) estaban en territorio controlado por la alianza internacional austriacista. La Compañía Nueva de Gibraltar explica no tan sólo la ambición americana de Catalunya, sino también la existencia de una economía mercantil dinámica y desarrollada que quedaría trágicamente hecha trizas con la ocupación borbónica (1714): “Por justo derecho de conquista”.
¿Quiénes eran los fundadores de la Compañía Nueva de Gibraltar?
Los creadores de aquella iniciativa eran cinco emprendedores con ambición económica y con una idea de país. La ideología "Catalunya, la Holanda del Mediterráneo", introducida por Pau Claris y Josep Fontanella al inicio de la Guerra de los Segadores (1640-1652), a pesar del precio de la derrota que la monarquía hispánica había impuesto a Catalunya, se había consolidado entre las clases mercantiles ―las clases rectoras― del país. El año 1709, medio siglo después de la Paz de los Pirineos (1659), que representó la amputación de los condados norpirenaicos y la culminación de la cultura punitiva hispánica, cinco comerciantes catalanes confiaban la viabilidad de su proyecto a un resultado favorable en la Guerra de Sucesión. Salvador Feliu de la Penya y Josep Buïgas, de Barcelona; Josep Grasses, de Reus; Joan Verivol, de Vilassar, y Josep Valls, de Teià, no eran tan sólo unos atrevidos emprendedores, sino que también eran unos convencidos austriacistas.
¿Qué exportaba Catalunya?
La Catalunya de principios de la centuria de 1700 ya era un potente mercado de exportaciones y de importaciones. El eje campesinado productor-industria transformadora-comercio exportador funcionaba a pleno rendimiento. Se habían recuperado los máximos anteriores a la Guerra de los Segadores (1640-1652) y se habían superado los efectos de la larga y trágica postguerra (1652-1687). Se embarcaba vino negro y rojo, aguardiente, frutos secos, lana en bruto y textil manufacturado con destino a los grandes puertos de la Europa atlántica, del norte de África y de las colonias inglesas y neerlandesas del Nuevo Continente. Sin embargo, paradójicamente, el comercio catalán con las colonias hispánicas de América era residual, porque la Casa de Contratación (que es el mismo que decir la monarquía hispánica) había impuesto un monopolio comercial castellano que, en aquellas rutas, había marginado a catalanes, valencianos y mallorquines al negocio del contrabando.
¿Qué importaba Catalunya?
La Catalunya de principios de la centuria de 1700 ya tenía un potente aparato de transformación, es decir, un aparato preindustrial desarrollado, para explicarlo de una manera sencilla y comprensible. El sector textil, por ejemplo, importaba cueros africanos. Sin embargo, la producción de la incipiente actividad peletera de la colonia hispánica de Río de la Plata difícilmente llegaba a los obradores catalanes, por las mismas causas ―las mismas dificultades, se tendría que decir― que las manufacturas o los aguardientes catalanes difícilmente llegaban a los puertos coloniales hispánicos. Estas dificultades, claramente impuestas para el beneficio de la monarquía hispánica y de las clases extractivas castellanas, sería lo que, en aquel especial contexto geopolítico de 1709, impulsaría la creación de la Compañía Nueva de Gibraltar. Desde los puertos de Barcelona y de Salou (el puerto de Reus), las exportaciones catalanas y las importaciones con destino a Catalunya se dispararían.
¿Cómo se formó la Compañía Nueva de Gibraltar?
Los cinco socios comerciales reunieron un capital de 11.200 libras catalanas, el equivalente actual aproximado a quince millones de euros. Es una cifra muy respetable, en el paisaje clásico de la época de escasez de dinero circulante, y muy ambiciosa, en el escenario bélico generalizado del momento. El principal accionista era Feliu de la Penya, que aportó 3.500 libras catalanas (unos cinco millones de euros actuales). Verivol puso 2.800 libras de su bolsillo (casi cuatro millones de euros actuales); Grasses invirtió 2.100 libras (casi tres millones de euros actuales), y Buïgas y Valls vaciaron los cajones y se presentaron con 1.400 libras cada uno (unos dos millones de euros actuales por cabeza). Con estos capitales adquirieron naves de cabotaje que hacían la ruta entre Catalunya y Gibraltar y, una vez en el peñón, se fletaba la mercancía en embarcaciones más grandes ―de navieros ingleses y neerlandeses― que hacían la travesía atlántica. Y viceversa.
¿Qué transportaba la Compañía Nueva de Gibraltar?
El consumo de aguardientes de Reus, para poner un ejemplo, se popularizó entre las oligarquías criollas de la América hispánica. Y los textiles manufacturados de Barcelona cada vez eran más presentes entre el vestuario de aquellas élites coloniales. Esta inercia expansiva también se sintió en Túnez, Cagliari, Lisboa, Amsterdam, Londres o Kiel (mercados tradicionales de las exportaciones catalanas). Y al revés, importaba aceite de Mallorca, trigo de Cerdeña, azúcar del Brasil, pescado salado de los Países Bajos, cera y cueros africanos y americanos, y el colorante natural de la cochinilla americana destinado a los obradores textiles. En aquel ir y venir era la primera vez, desde que en 1504 los Reyes Católicos habían impuesto a la castellana Casa de la Contratación, que los catalanes, valencianos y mallorquines podían viajar libremente a la América hispánica sin la obligación de solicitar mil permisos (y esperar mil denegaciones) de la licencia de embarque.
¿Qué resultados tuvo la Compañía Nueva de Gibraltar?
El 30 de junio de 1712 la Compañía presentaba balance con un resultado desigual. Según el Libro Mayor (depositado en el Arxiu Nacional de Catalunya), las exportaciones de aguardiente habían sido el negocio más rentable y las de textil habían dado un buen rendimiento. En el otro lado de la balanza comercial, las importaciones de cochinilla habían dado un buen resultado. En cambio, las importaciones de trigos y de cueros presentaban resultados decepcionantes. Y las operaciones con cueros y pieles habían sido deficitarias. El año 1712, los cinco socios comerciales habrían podido prorrogar la existencia de aquella iniciativa. Sin embargo, en tan sólo tres años, el paisaje geopolítico internacional había variado sustancialmente: inesperadamente Carlos de Habsburgo había sido coronado archiduque de Austria, y sus aliados internacionales estaban maniobrando una paz ventajosa para sus intereses propios.
¿Qué pasó con la Compañía Nueva de Gibraltar?
La Compañía fue liquidada en 1723. Pero el Libro Mayor revela que la actividad cesó totalmente en 1712 (dos años antes de la capitulación de Barcelona, y con una parte importante del país ocupado por los borbónicos). Nunca sabremos qué habría pasado si el resultado de aquel conflicto se hubiera inclinado a favor de la ideología mercantil de las clases rectoras catalanas, que es lo mismo que decir a favor de los emprendedores de la Compañía Nueva de Gibraltar. En cambio, lo que sí que sabemos ―y el balance del Libro Mayor lo corrobora― es que el paisaje económico catalán de los años inmediatamente anteriores a la ocupación borbónica estaba orientado hacia el umbral de la Revolución Industrial, inspirado en los modelos neerlandés e inglés: buenos rendimientos de las exportaciones en contraposición a las ganancias discretas de las importaciones. El caso de la Compañía Nueva de Gibraltar explica, también, que la ocupación borbónica (1714) no destruyó tan sólo el edificio político catalán.