Antoni Gelonch Viladegut (Lleida, 1956), abogado, farmacéutico, escritor y traductor. Formado en las universidades de Barcelona, Grenoble y Harvard. Ha trabajado en la administración pública y en varias empresas multinacionales privadas. Es el creador y director de la Colección Gelonch Viladegut, actualmente depositada en el Museo de Lleida y formada por más de 1.000 grabados y libros de arte, que reúne parte de la obra de Durer, Rembrandt, Goya, Picasso, Dalí, Miró, Lichtenstein o Chillida. Es académico de honor de la Reial Acadèmia de Belles Arts de Sant Jordi; presidente de los círculos del MUHBA y del Museo Frederic Marés. Es uno de los intelectuales más destacados del panorama catalán. Es autor de varias obras. Recientemente, ha publicado Mirar el Renaixement y, con Óscar Pérez Treviño, Quan canta la Sibil·la; ambas editadas por Viena Edicions.

Al inaugurar la centuria de 1500, Catalunya es un país debilitado, que no tiene fuerzas para competir con Castilla por el liderazgo del proyecto hispánico

Foto: Carlos Baglietto

Sr. Gelonch, recientemente ha publicado 'Mirar el Renaixement', que es una obra que analiza, globalmente, la idea del Renacimiento. Pero hay muy pocos estudios de este periodo en Catalunya. Se pasa, directamente, de la edad media a la moderna, prescindiendo del siglo XVI catalán, como si no hubiera existido. ¿Por qué?
Principalmente, porque cuando, a mediados del siglo XIX, se reanuda la investigación de nuestra historia ―y en este punto es importante destacar que desde 1714 prácticamente no se había hecho nada―, se decide que el 1500 catalán es una etapa de decadencia, que no merece ser estudiada. Exceptuando los trabajos de investigación del profesor Joaquim Garriga, es una etapa de nuestra historia muy poco estudiada.

¿Y eso es así? ¿El 1500 catalán es realmente una etapa de decadencia? Lo pregunto porque algunos investigadores actuales defienden que, más que una etapa de decadencia, es una época muy rica de nuestra historia que nos ha sido ocultada.
Es evidente que Catalunya entra en el siglo XVI con una notabilísima pérdida de peso en relación al que había tenido durante los siglos XIII y XIV, los de la plenitud medieval catalana. Hay varios factores que lo explican. El primero, la entronización de una dinastía extranjera, los Trastámara (1412), que inoculan el castellano en la corte de Barcelona, y que poco a poco desplazará el catalán como lengua de cancillería. Y segundo, la apertura de las rutas atlánticas, durante el siglo XV, que culminará con los viajes colombinos (1492-1500) y que desplazará el eje del mundo del Mediterráneo al Atlántico. Si a todo ello le sumamos que el país vivió una guerra civil mortífera y devastadora (1462-1472), nos encontramos con que al inaugurar la centuria de 1500, Catalunya es un país debilitado, que no tiene fuerzas para competir con Castilla en el liderazgo del proyecto hispánico.

En Catalunya, la guerra civil del XV y el paisaje de devastación del XVI provocaron la emigración hacia Castilla de la aristocracia nobiliaria, es decir, de los grandes mecenas que tenían que importar las novedades y promover la producción propia de estos nuevos modelos

¿Se puede decir que, a causa de esta pérdida notable de peso, Catalunya queda marginada de los grandes movimientos universales del momento?
Sí. Por ejemplo, no llega la Reforma protestante, que tantísima importancia tuvo en el desarrollo político, económico y social de los países del centro y del norte de Europa. Y no llega porque no hay intercambios económicos con el mundo alemán, que es el núcleo del luteranismo. Catalunya, en aquel momento, es un país social y económicamente devastado. La sociedad catalana de 1500 no genera demanda de productos ni de ideas, más allá de lo que es básico y esencial.

¿Y el Renacimiento? ¿En qué condiciones llega en Catalunya?
Tres cuartos de lo mismo. El Renacimiento, que había surgido en la península italiana a finales del XIII y principios del XIV, se expande por toda Europa a través del arte, que actúa como la punta de lanza de aquel movimiento. Pero en Catalunya, la guerra civil del XV y el paisaje de devastación del XVI han provocado la emigración hacia Castilla de la aristocracia nobiliaria, es decir, de los grandes mecenas que tenían que importar las novedades y promover la producción propia de estos nuevos modelos.

Por lo que me explica, me imagino que en el campo científico debía pasar lo mismo...
Sí. La Catalunya de 1500 no tiene recursos ni mentalidad para abrazar el Renacimiento científico.

Foto: Carlos Baglietto

¿Y en el campo político? ¿El Renacimiento proyecta alguna influencia en el sistema político e institucional catalán de la época?
No. Después de todo lo que ha pasado en la Catalunya de 1400, el sistema institucional catalán está muy devaluado. No es tan sólo que la cancillería real se ha ido de Barcelona y se ha establecido en Castilla. Es que los reyes de la monarquía hispánica del siglo XVI no se molestan ni a convocar Cortes en Catalunya ―es decir, a dar voz a la representación política catalana― más allá de las de la coronación y jura de las Constituciones. Y eso quiere decir que se hacían Cortes muy de vez en cuando. Tenemos que entender que Catalunya ha sido arrinconada y cae en una segunda división política, artística, cultural y científica, que impide que llegue con fuerza la onda expansiva de los grandes cambios que en aquel momento se están produciendo en Europa.

También se nos ha explicado que aquella decadencia era fruto de un paisaje represivo, protagonizado por la Inquisición hispánica. ¿Es así?
Sí, influyó. No obstante, los datos que tenemos son que en Catalunya entre los siglos XVI y XIX el Tribunal de Santo Oficio tan sólo encausó a 845 personas por luteranismo: 800 extranjeros y 45 catalanes. Y sí que es cierto que una sola persona ya es mucho y también es cierto que la mayoría de estos procesos se instruyeron durante las décadas posteriores al Concilio contrarreformista de Trento (1545-1563); pero no podemos perder de vista que, numéricamente, son muy pocos casos, y eso nos dice que el protestantismo no tuvo ninguna relevancia en Catalunya.

Catalunya ha sido arrinconada y cae en una segunda división política, artística, cultural y científica, que impide que llegue con fuerza la onda expansiva de los grandes cambios que en aquel momento se están produciendo en Europa

¿Cómo reacciona la intelectualidad catalana del momento ante este paisaje depresivo?
En Catalunya surgieron algunos grupos de erasmistas, que era una corriente ideológica dentro del humanismo renacentista fundada por el católico neerlandés Erasmo de Róterdam. Esta gente fue la semilla más importante desde un punto de vista intelectual del fenómeno renacentista en Catalunya, y la figura más destacada fue Miquel May. Pero no perdamos de vista que Erasmo era católico y que May era un alto funcionario al servicio de la cancillería hispánica. Por lo tanto, era un grupo que no tenía una voluntad rompedora. El erasmismo catalán siempre estuvo bajo el control y la protección de la monarquía hispánica, aunque fue un movimiento mal visto por la jerarquía eclesiástica.

¿Qué proponían los erasmistas catalanes?
Básicamente, lo mismo que el resto de grupos erasmistas repartidos por el continente europeo: que la Iglesia volviera a la pureza evangélica y que el hombre pasara a ser el centro de la Creación. Eso implicaba sacar todos los añadidos medievales de la jerarquía católica romana. Es decir, eran ―globalmente hablando― una "tercera vía" que, como todas las "terceras vías", no tuvo éxito, y que, finalmente, fue liquidada, tanto por el Concilio contrarreformista de Trento como por los reformadores protestantes.

Foto: Carlos Baglietto

¿Entonces, se puede decir que la centuria de 1500 catalana es un siglo perdido?
¡Efectivamente! Aunque durante aquel siglo hay algunos "brotes verdes". Pero, sí; haciendo una valoración general, se puede decir que es un siglo perdido. Y eso no quiere decir que no lo estudiemos. Tenemos que conocer toda nuestra historia: las épocas de plenitud y las de decadencia, porque si no, el relato está incompleto.

¿Qué "brotes verdes"?
En el campo de la arquitectura, vemos algunas manifestaciones, como los Col·legis de Tortosa, alguna puerta de la Seu Vella de Lleida o algunas galerías del Palau de la Generalitat en Barcelona. En aquel momento, Barcelona, Lleida y Tortosa son, con Perpinyà, las cuatro grandes ciudades del país. Y eso quiere decir que estas manifestaciones, aunque muy discretamente, llegaban. Y lo hacen en el entorno urbano del país. Son muy interesantes, en este sentido, las aportaciones de Joan Yeguas sobre elementos arquitectónicos renacentistas en edificios de las comarcas de la plana de Lleida. Y en el campo de la política, encontramos a algunos catalanes que tienen un papel relevante en la cancillería hispánica, como el mencionado May o como Ramon Folc de Cardona.

En las Españas se fabrica y se consagra un machihembrado de catolicismo e hispanidad, que se convierte en el traje de la ideología que el poder de la época proyecta al conjunto de la sociedad

¿Cómo se vive el Renacimiento en la cancillería hispánica?
Durante el Renacimiento, el poder por toda Europa se absolutiza; y en la monarquía hispánica, también. En la Corte se crea un cuerpo de secretarios de estado que, influidos por las ideas renacentistas, fabrican la idea de un solo poder que supera, definitivamente, el dibujo clásico medieval del régimen feudal (el poder repartido entre la corona, la nobleza y la Iglesia). Esta ideología entrará en colisión con un sistema institucional catalán que, todavía, conserva la naturaleza pactista (el esquema tradicional medieval). Eso explica las crisis de 1640-1659 (la Revolución de los Segadores y la Guerra de Separación de Catalunya) y de 1705-1714 (la alineación de Catalunya con la alianza internacional austriacista en la Guerra de Sucesión hispánica).

¿Esta idea absolutista de un solo poder, cómo se viste en las Españas?
En las Españas, básicamente en los países de la corona castellanoleonesa, se fabrica una idea ortodoxa de ser hispánico, que está muy vinculada con el catolicismo militante. Se fabrica y se consagra un machihembrado de catolicismo e hispanidad, que se convierte en el traje de la ideología que el poder de la época proyecta al conjunto de la sociedad.

¿Y en los países donde triunfa la Reforma protestante, también se fabrica este vínculo ideológico entre poder y confesión?
Si, pero de una manera diferente, más basado en el control social. En los países donde ha triunfado la Reforma protestante, donde hay una iglesia, se pone también una escuela, para que la gente aprenda a leer y pueda leer la Biblia. Eso, que puede parecer una cuestión anodina, tiene una importancia primordial. Porque la Biblia, o cualquier otra lectura, si la lees tú, y no te la leen; si la interpretas tú, y no te la interpretan, se establece una relación diferente entre la divinidad y el individuo. Eso abrió aquellas sociedades al mundo, promovió la aspiración científica de sus élites y catapultó aquellos estados a un desarrollo cultural, tecnológico y material sin precedentes.

'Mirar el Renaixement. Temps de canvis, noves esperances' de Antoni Gelonch (Viena Edicions) / Foto: Carlos Baglietto