Oswiecim (Galítzia-Polònia), 27 de enero de 1945, al final de la II Guerra Mundial (1939-1945). Mañana hará 75 años. Las tropas soviéticas liberaban el campo de exterminación de Auschwitz, creado cinco años antes (25 de enero de 1940). Durante los cinco años de existencia de aquella tenebrosa máquina de matar del régimen nazi alemán fueron deportadas, confinadas, torturadas y asesinadas más de un millón de personas. Judíos, gitanos, homosexuales, librepensadores, comunistas y discapacitados intelectuales de varias nacionalidades; y, también, catalanes exiliados capturados por la Gestapo en la Francia ocupada. En Auschwitz murieron 9 de los 1.094 catalanes y catalanas que fueron asesinados en los campos de exterminación nazis.
De refugiados a fugitivos
Entre el 26 de enero de 1939 (ocupación franquista de Barcelona) y el 9 de febrero de 1939 (cierre de la frontera hispanofrancesa) se marcharon al exilio unos 300.000 catalanes, que representaban más del 10% de la población del país. Los campos de concentración franceses que habían acogido (para decirlo de alguna manera) aquella masa de refugiados fueron clausurados unos meses más tarde a finales de 1939, y los refugiados fueron dispersados por todo el territorio francés. Y con la ocupación nazi de Francia y la desaparición del gobierno francés (junio de 1940), aquel colectivo, automáticamente, pasaría de la categoría de exiliados refugiados a la de fugitivos perseguidos. Los campos de exterminación nazis se nutrirían, también, de exiliados republicanos catalanes capturados por la Gestapo.
Del exilio a los campos de exterminación
La inmensa mayoría de catalanes exiliados que cayeron en las grifas de los nazis fueron deportados en el campo de Mauthausen. No hay cifras precisas, pero lo que es seguro es que aquel colectivo estaba formado por excombatientes, cargos electos, dirigentes sindicales, líderes obreristas y destacadas personalidades del mundo intelectual, académico y científico. Lisa y llanamente, el capital político, social y cultural de Catalunya. Personas y familias que, a pesar de la amenaza que representaba el despliegue de la tenebrosa Gestapo, permanentemente conectada con el SIMP franquista (Servicio de Información Militar y Policial), no habían seguido el camino del exilio (por falta de recursos o por voluntad propia) hacia Gran Bretaña o hacia el continente americano.
¿Por qué los catalanes?
El confinamiento, tortura y asesinato de millones de personas en los campos de exterminación nazis respondía a un programa que sobrepasaba ampliamente el Endlösung der Judenfrage (la solución final al problema judío): consistía en eliminar físicamente a todos los individuos que el régimen nazi consideraba inútiles e irrecuperables. Y los ministros de Exteriores franquista Serrano-Súñer y nazi Himmler habían convenido que el exilio catalán republicano ―por su composición sociológica e ideológica― era un colectivo extremadamente peligroso y absolutamente inútil e irrecuperable a los intereses de la España de Franco. En julio de 1940, se libró una brutal cacería que culminaría con deportaciones selectivas a España (Companys, Peiró) o deportaciones masivas a los campos de exterminación.
Los triángulos azules
Los catalanes capturados y deportados a los campos de exterminación nazi (hablar de campos de concentración es un macabro eufemismo) se encontraron con un colectivo minoritario de compatriotas que no procedían del exilio republicano. Eran los llamados batallones de trabajo, formados por prisioneros de guerra republicanos que, con la falsa promesa de la remisión de la pena impuesta, proveían de mano de obra esclava la industria alemana. En 1941 salieron de Catalunya un mínimo de dos grupos que sumaban más de 1.000 trabajadores forzados. Algunos fueron enviados a las fábricas de armamento, y otros a las brigadas de mantenimiento de los campos de exterminación. Los nazis no hicieron distinciones, y los catalanes, en el "pijama a rayas" llevaban un triángulo azul.
El perfil del triángulo azul
Los campos de exterminación nazi llevaban un riguroso control documental de ingresos y "salidas". De esta forma podemos saber que sólo en Mauthausen murieron 946 catalanes y catalanas, que representaban la cuarta parte del total de republicanos españoles asesinados en aquel santuario de la muerte. Una cifra significativa, más cuando sabemos que Catalunya representaba un 15% de la población total del estado español. Y podemos saber, también, que las víctimas estarían concentradas en el segmento de edad entre 24 y 34 años (que era, también, el segmento de edad mayoritario de los reclusos). No obstante, los mismos datos revelan que había, también, un grupo relativamente numeroso de víctimas situadas en el segmento de edad entre 16 y 19 años, y un pequeño grupo que superaba los 65 años.
El silencio del franquismo
La liberación de los campos de exterminación nazis, que comportó la revelación de su existencia, causó un fuertísimo impacto en la opinión pública internacional. El régimen franquista que, desde el primer momento, había tenido información precisa y detallada de cada una de las personas de origen español asesinadas en aquellos santuarios de la muerte, decidiría ocultar, definitivamente, su relación con aquella masacre. Incluso, y muy reveladoramente, aquella información continuaría oculta durante las primeras décadas del régimen constitucional. Sería gracias a las asociaciones de supervivientes que se revelaría aquel episodio sangrante, que ponía en evidencia el papel del régimen franquista en el asesinato de 1.094 catalanes y catalanas en los campos de exterminación nazis.