13 de agosto de 1940. La Wehrmacht, el ejército alemán que había ocupado Francia al principio de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), detenía en Ar Baol-Skoubleg, una pequeña población costera de la Bretaña francesa, al president de la Generalitat en el exilio Lluís Companys. Sobre el president Companys pesaba una orden de búsqueda y captura cursada por las autoridades franquistas de Madrid, que lo acusaban de los cargos pretendidamente delictivos de ser president de la Generalitat, ministro de la República y responsable de los hechos de Catalunya. La Wehrmacht lo había localizado por las indagaciones que, de forma coordinada, habían llevado a cabo la Gestapo, la policía política del régimen nazi alemán, la gendarmería de la Francia ocupada y el servicio de inteligencia del régimen franquista de Madrid. En aquella operación tendría un papel relevante el policía franquista Pedro Urraca Rendueles, adscrito a la embajada española en París. Desde su localización hasta su extradición, pasando por su detención e interrogatorio.

¿Por qué Companys?

En las postrimerías de la Guerra Civil Española (1936-1939), y más concretamente entre finales de enero y mediados de febrero de 1939, se estima que más de 500.000 refugiados republicanos (la mayoría, catalanes) cruzaron la frontera hispano-francesa al escapar de la horrorosa represión que, en forma de reclusiones y fusilamientos, aplicaban manu militari las autoridades franquistas. El president Companys y el lehendakari Aguirre —y sus respectivos gobiernos— habían formado parte de esta corriente de refugiados, y las fuentes revelan que recorrieron el camino juntos desde el Mas Perxés, en Agullana (Alt Empordà), hasta Les Illes (Vallespir-Catalunya Nord). Los respectivos presidentes y consejeros de los gobiernos catalán y vasco serían protegidos por un contingente de Mossos d'Esquadra comandados por Frederic Escofet, que era jefe de los servicios de inteligencia de la Generalitat. El president Companys no se fue derrotado políticamente, y esta sería una de las causas que explicarían por qué se había convertido en un objetivo prioritario de la seguridad franquista.

President Companys y lehendakari Aguirre en Barcelona poco antes del exilio. Fuente: archivo de El Nacional

¿Qué hacía Companys en Francia?

Cuando el president Companys y su gobierno emprendieron el camino del exilio (el 5 de febrero de 1939), la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) todavía no había estallado. Lo haría el 1 de septiembre de 1939. La ocupación alemana de Francia, sin embargo, no tendría lugar hasta mayo de 1940. Durante aquellos quince meses, el president Companys estableció el Govern de la Generalitat en el exilio en París y desplegó una intensa labor política que tenía como objetivos prioritarios asistir a los refugiados republicanos y mantener la institución de Govern legítimo de Catalunya. El president Companys llegó a París el 8 de febrero de 1939 y desde la Oficina de Representació Diplomàtica de la Generalitat organizó el Govern en el exilio, Presidència y cinco consellers que asumían una concentración de carteras: el filólogo y lingüista Pompeu Fabra i Poch, el médico y profesor Santiago Pi i Sunyer, el periodista y escritor Josep Pou i Pagès, el periodista e historiador Antoni Rovira i Virgili y el filósofo y rector de la Universidad de Barcelona Jaume Serra i Húnter.

¿Qué pasó después de la ocupación alemana de Francia?

Los alemanes ocuparon París el 14 de junio de 1940. Buena parte del gobierno de la República Francesa se desplazó inicialmente a Burdeos y poco después, a Londres. Tres cuartas partes del territorio de la Francia metropolitana quedaban bajo el dominio directo del régimen nazi de Hitler. El Govern de la Generalitat en el exilio siguió los pasos de los gobernantes franceses que, desde el exilio de Londres, desautorizaban la humillante rendición de Francia, firmada por el mariscal Petain (22 de junio de 1940), y animaban a la resistencia de la ocupación alemana. En este punto es cuando entra en juego la figura del falangista Ramon Serrano Suñer, ministro de Asuntos Exteriores del régimen franquista y conocido popularmente como el cuñadísimo por su relación de parentesco con el general Franco. Serrano Suñer se entrevistó con Hitler en Berlín el 13 de septiembre de 1940 y sería el organizador español de la cumbre Franco-Hitler en Hendaia el 23 de octubre de 1940. Por el lado alemán lo sería su homólogo Joachim Von Ribbentrop.

Himmler, Serrano Suñer y Hess en Berlín (1940). Fuente: archivo de El Nacional

La persecución

Las fuentes documentales revelan que Serrano Suñer y Von Ribbentrop convendrían en poner el aparato militar y policial alemán en Francia a la búsqueda y detención de los dirigentes del exilio republicano español. Durante meses, la Wehrmacht y la Gestapo, con el apoyo de los miembros del partido colaboracionista de ultraderecha Action Française —del escritor antisemita Charles Maurras— se entregaron a una brutal caza de republicanos españoles que malvivían escondidos esperando la oportunidad para embarcarse hacia el continente americano. Las mismas fuentes revelan que, cuando Von Ribbentrop le preguntó cómo quería que le enviara a los detenidos, Serrano Suñer se limitó a declararlos apátridas. Quedarían en las garras de Reinhard Heydrich, director de la Oficina de Seguridad del Reich y uno de los principales arquitectos del Holocausto. A título ilustrativo, hay que decir que posteriormente, durante los juicios de Nuremberg a la cúpula nazi (1945), el que había sido traductor de Hitler en Hendaia diría de Serrano Suñer era un fascista de pies a cabeza.

La detención

Serrano Suñer ordenó capturar al president Companys, pero lo hizo antes de las reuniones de Berlín y de Hendaia, lo que, por sí solo, indica claramente que Companys, la figura que legitimaba el gobierno democrático de la Generalitat de Catalunya en Barcelona, en París o en Londres, era un objetivo prioritario a eliminar por parte del régimen franquista. Después de la detención, la Gestapo trasladó al president Companys a la prisión parisina de La Santé. En aquel trayecto de 450 kilómetros en una furgoneta y durante los trece días de reclusión a la penitenciaría lo custodió e interrogó el policía español Pedro Urraca Rendueles, un personaje siniestro que, una vez concluida la Segunda Guerra Mundial, sería condenado a incautación de bienes y a muerte por la justicia francesa (1947), acusado de saquear y asesinar judíos franceses y republicanos españoles. España no lo extraditaría nunca. Sería condecorado por el estado español y trabajaría hasta más allá de la etapa política franquista (1982).

Ficha de detención del president Companys en la Dirección General de Seguridad (1940). Fuente: archivo de El Nacional

¿Qué hacía Companys en la Francia ocupada?

Una de las cuestiones más recurrentes es: ¿Qué hacía el president Companys en la Francia ocupada mientras todo su gobierno estaba en Londres? Y eso dispara automáticamente una segunda pregunta: ¿No era consciente del riesgo que corría? La respuesta a la primera cuestión es revelada por las fuentes documentales. El hijo del president, Lluís Companys i Micó (familiarmente conocido como Lluïset, nacido en Barcelona en 1911), sufría una grave enfermedad mental que ya había obligado a su hospitalización antes del exilio: en 1936 había sido ingresado en el Instituto Psiquiátrico Pere Mata, de Reus, y dos años más tarde (1938), a causa del conflicto civil español, el president había trasladado a su hijo a una institución psiquiátrica francesa, L'Abbaye, en Viry-Châtillon, a unos 30 kilómetros al sur de París. Dos años después, con la ocupación alemana de mayo de 1940, aquel hospital fue evacuado precipitada y desordenadamente y muchos pacientes, entre ellos Lluïset, se extraviaron. Lluïset, a causa de su enfermedad, había perdido la capacidad de comunicarse.

La razón humana de un hombre de estado

Esta fue la gran tragedia personal del president Companys. El lehendakari Aguirre documentaría la gran impresión que le causó la angustia del president Companys por la desaparición de su hijo. El 13 de agosto de 1940, el día de su detención, el Govern llevaba tres meses establecido en Londres como Consell Nacional de Catalunya. Sin embargo, el president había quedado en la Francia ocupada buscando a su hijo. Mientrastanto, el doctor Josep Trueta i Raspall asumía las funciones de presidencia de forma interina. Lluïset deambularía durante meses camuflado entre las columnas de refugiados civiles franceses que se desplazaban por las carreteras del país hasta que fue reingresado en un hospital psiquiátrico de Limoges, en territorio bajo administración del régimen colaboracionista de Vichy. Companys sería detenido, extraditado, condenado y fusilado sin poder ver a su hijo. La noche antes de la ejecución, su hermana Ramona incluso lo engañó para tranquilizarlo, diciéndole que habían localizado a Lluïset y que estaba en buenas manos.

Fusilamiento del president Companys (Barcelona, 1940). Fuente: archivo de El Nacional

La conexión judía

El president Companys fue extraditado sin ningún tipo de formalismo judicial. Urraca se lo llevó detenido desde París, como lo habría podido hacer desde Barcelona. Las fronteras entre el Tercer Reich y la España de Franco eran inexistentes. Era simplemente cuestión de imputar al detenido un delito flagrante tipificado en el código de cualquiera de ambas administraciones judiciales. Y en este punto es donde entra en juego la conexión judía. La protección que el president Companys había prestado a la comunidad judía de Barcelona (1936-1939), que acogía a refugiados judíos alemanes perseguidos por el nazismo, y la implicación de Carme Ballester (la esposa de Companys) en las redes clandestinas de refugiados judíos durante la ocupación nazi de Francia (1940) resultaron decisivas. Companys sería trasladado a Madrid, a las dependencias de la Dirección General de Seguridad, donde sería brutalmente torturado. Más tarde lo trasladarían al castillo de Montjuïc y lo acusarían de los delitos de sedición y rebelión. Finalmente sería condenado a muerte en un juicio sin ninguna garantía procesal.

La ejecución del president de la Generalitat

El president Companys es el primer y único presidente de gobierno europeo elegido democráticamente que ha sido fusilado. Medio siglo más tarde, los estados alemán y francés pedirían disculpas formal y solemnemente a las instituciones y al pueblo de Catalunya por haber entregado Companys a Franco. Reveladoramente, una vez pasados casi ochenta años del fusilamiento y cuarenta años de régimen constitucional, el estado español, con gobiernos centristas, socialistas y conservadores, se ha negado sistemáticamente a revisar e invalidar el juicio al president Companys.