Odesa (costa norte del mar Negro); 1794. Hace 228 años. Josep de Ribas, un oficial de alto rango de la marina de la zarina Caterina la grande, plantaba los palos que dibujarían el primer plano de la ciudad. La que, poco después, se convertiría en el primer puerto del mar Negro y en la puerta de entrada de la modernidad en Ucrania, fue planificada sobre una pequeña y rústica fortificación otomana denominada Jatsibey; ganada para el Imperio de Caterina en el transcurso de la Segunda Guerra ruso-turca (1787-1792); que tenía que dirimir el nuevo liderazgo en la Europa oriental. Josep de Ribas imaginó una ciudad europea, (inspirada en París, Londres, Viena o Lisboa); y cosmopolita (promovió la instalación de varias comunidades nacionales: rusos, ucranianos, cosacos, griegos, italianos y judíos alemanes; que durante décadas tuvieron un peso y un protagonismo muy equilibrado).
¿Quién era Josep de Ribas?
Josep de Ribas era el prototipo de las élites catalanas después de la derrota de 1714. Es bien conocido, y está bastante documentado, que la pequeña nobleza catalana que, durante el conflicto sucesorio hispánico (1701-1715), se había comprometido con la causa austriacista; tuvo que redimir sus "pecados" con servicios al nuevo régimen borbónico en destinaciones muy alejadas de la península. En el caso de los De Ribas no tenemos esta plena certeza; pero todo apunta que Miquel de Ribas, padre de Josep e hijo de una estirpe de comerciantes de Barcelona, estaba en Nápoles (con su esposa, la irlandesa Margaret Plunkett) con este propósito, en el momento que nace el futuro fundador de Odesa (1751). En este punto es importante aclarar que Nápoles, desde 1735, era un reino gobernado por una rama menor de los Borbones, y políticamente vinculado a la monarquía española.
¿Por qué Josep de Ribas se fue a Ucrania?
Durante la segunda mitad del siglo XVIII, la Europa oriental asistió a la eclosión de dos potencias (el Imperio austro-húngaro y el Imperio ruso) que lucharon por dibujar un nuevo escenario de pesos e influencias en la región. El Imperio ruso, gobernado por la ambiciosa zarina Caterina (1762-1796), recuperó el viejo proyecto de la época de Ivan el Terrible, que consistía en ampliar los dominios rusos hasta Estambul (la vieja Constantinopla) y hacer realidad, de una vez por todas, la cita "Moscú, la tercera Roma". En aquel contexto, la marina rusa se proveyó de oficiales mercenarios de todos los países de Europa. Josep de Ribas no sería el único catalán. Jordi Ferragut (Menorca, 1755 – Misisipi, 1817); héroe de la independencia norteamericana (salvó la vida a George Washington en la batalla de Cowpens, 1781); inició su carrera militar en la marina rusa.
¿Por qué Odesa?
¿Por qué un gran puerto sobre Jatsibey? Las razones son evidentes: aquella pequeña fortaleza turca estaba situada en un estratégico lugar; prácticamente junto a las desembocaduras de los ríos navegables Dnieper; el histórico camino entre Kyiv y los mares Negro y Mediterráneo; y Danubio; el conector entre aquel nuevo sur del Imperio ruso y el centro de Europa. Pero todavía había otra razón de más peso: por primera vez en mucho tiempo (desde los siglos centrales de la Edad Media); Rusia alcanzaba una segunda salida al mar; y Ribas imaginó una réplica meridional de San Petersburgo. Por este motivo, planificó una ciudad que era mucho más que un gran puerto militar. Ribas, en su proyecto, fue mucho más allá de los modelos de la época; y dibujó una ciudad que tenía que ser, la gran capital económica y cultural de Ucrania, es decir, del sur del Imperio ruso y del mar Negro.
¿Con qué gente hizo la ciudad?
La idea de Josep de Ribas era tan clara que recurrió a contingentes de población de muy diversa procedencia; pero, sobre todo, con un marcado perfil comercial y una sólida tradición cultural. La primera sociedad de Odesa fue muy heterogénea. Durante más de un siglo —hasta la II Guerra Mundial (1939-1945); en los muelles del puerto, en las calles y en las plazas, y en los grandes edificios públicos; se mezclaban militares rusos y cosacos; tenderos ucranianos, griegos e italianos; y médicos, abogados y artistas judíos asquenazíes (de origen alemán). Durante aquel siglo largo, Odesa fue aquello que había soñado Josep de Ribas: la puerta de entrada de las innovaciones que, desde la Europa central y meridional, llegaban a Ucrania (entonces una nueva posesión del Imperio ruso). El salto hacia la modernidad de Ucrania, de la Edad Media a la contemporaneidad, se gestó en Odesa.
¿Qué ciudad dibujó?
Los grabados de principios del siglo XIX, revelan una Odesa moderna y elegante; totalmente opuesta a las viejas y abandonadas ciudades de la época de la dominación turca (siglos XV-XVIII); e, incluso, de Kyiv o de Moscú. El Teatro de Ópera y Ballet o la Escalera Potemkin, para poner dos ejemplos, son elementos arquitectónicos y urbanísticos claramente inspirados en las capitales de la Europa central y occidental. Josep de Ribas quería crear, y creó, una nueva capital, un segundo San Petersburgo en el extremo opuesto del Imperio ruso; que delataba, claramente, cuáles eran los propósitos, no tan solo de aquel catalán establecido en la orilla del mar Negro, sino, también, los de la cancillería de la zarina Caterina en relación al, entonces, decrépito Imperio otomano. Pasado un siglo, Odesa ya contaba con lujosísimos hoteles —que no tenían nada que envidiar a los de París; y más de 1.000 cafés y restaurantes.
El ocaso de Odesa
El ocaso de Odesa se inicia en 1919, con la ocupación de los revolucionarios rusos que habían tumbado el régimen de los zares. Stalin, sobre todo, (1924-1953) promovió políticas de depuración y deportación que conducirían Odesa al ostracismo. La ciudad se convirtió en una gran casa del terror. Durante la II Guerra Mundial (1939-1945), los cosacos, acusados de colaborar con los nazis, fueron deportados a Siberia. Y los judíos asquenazíes, gravemente amenazados, emigraron en masa hacia Nueva York y crearon una activa comunidad cultural que, en la actualidad, conserva el yiddish de Odesa; una lengua que prefigura el alto alemán medieval. Stalin, en nombre del ideario expansivo soviético —heredero ideológico del imperialismo ruso de los zares—, aplastó el sueño de Ribas. Pero Odesa fue, durante un siglo largo, la puerta que condujo Ucrania a la modernidad.