Tal día como hoy del año 1711, hace 311 años, en Viena (entonces archiducado independiente de Austria) moría el archiduque José I, que era, también, emperador electo del Sacro Imperio Romano Germánico (un rompecabezas gigantesco de principados independientes que formaban el mundo político y cultural alemán). José I murió prematuramente a la edad de 32 años y dejó dos hijas —María Josefa y María Amalia— que no lo podrían suceder a causa de la Ley Sálica, que impedía que las mujeres, por su condición de género, se pudieran sentar en el trono de Viena como archiduquesas titulares. A la muerte de José I, las cortes austríacas proclamaron a su hermano pequeño Carlos, que en aquel momento estaba enzarzado en el conflicto sucesorio hispánico (1701-1715) como nuevo archiduque.
La coronación de Carlos cambió el rumbo del conflicto sucesorio hispánico. Los estados que formaban la alianza internacional austriacista, a excepción de Catalunya, perdieron el interés en la causa de Carlos. Las cancillerías de Londres, de la Haya, de Lisboa y de Turín veían tan desequilibrado un eje austríaco Viena-Madrid como la alianza borbónica París-Madrid que combatían. Sin embargo, Carlos desoyó los consejos de sus asesores catalanes y viajó a Viena para ser coronado. En aquella precipitada huida, dejó en Barcelona a su esposa, Elisabet Cristina de Brunsvic, como regente y como prenda. Pero a partir del hecho, los apoyos internacionales a su causa empezarían a fallar; hasta que, finalmente, se pactaría la conclusión del conflicto (Tratados de Utrecht, 1713).