Nueva Barcelona (gobernación de Nueva Cataluña, actual Venezuela); 1 de julio de 1645. Hace 375 años. Moría Joan Orpí i del Pou, nacido en Piera (Anoia) en 1593; colonizador del territorio de los cumanagotos (en la costa oriental de la actual Venezuela); fundador de las ciudades de Nueva Barcelona y Nueva Tarragona, y primero y único gobernador de Nueva Cataluña. Joan Orpí, inspirado en el modelo colonizador neerlandés que priorizaba la iniciativa privada, concibió su empresa como un proyecto estrictamente mercantil; que, únicamente, merecería la hostilidad y la persecución de las autoridades coloniales hispánicas. La historia de Joan Orpí y la de Nueva Cataluña dibuja con toda la riqueza de detalles una realidad deliberadamente oculta: que, hace cuatro siglos, la iniciativa catalana ya trabajaba con un estado en contra.

Fragmento de un mapa de América del Sur (1606) obra de Mercator. La zona de color verde sería donde se crearía Nueva Cataluña / Fuente: Cartoteca de Catalunya

¿Quién era Joan Orpí?

Joan Orpí era miembro de una estirpe de propietarios agrarios en el valle medio del río Anoia que, a finales de la centuria de 1500, era un territorio poblado, principalmente, por una extensa red de masías. Todo indica que Joan Orpí no era el heredero porque, en documentos posteriores, consta como licenciado en derecho por la Universidad de Barcelona; y porqué en 1621 lo encontramos en Sevilla buscando trabajo en la Casa de Contratación. Ahora bien, el hecho más destacado de la primera parte de su biografía, es cómo pasó a América. Efectivamente, las fuentes documentales revelan que no fue autorizado a embarcar como Joan Orpí, ni siquiera como Juan Urpín, que es como, más tarde, se lo identifica en el Archivo General de Indias (1636), sino que pasaría a América (1623) camuflado como militar con una falsa identidad castellana: Gregorio Izquierdo.

¿Dónde desembarcó Orpí?

Orpí desembarcó en Araya, en la actual costa oriental de Venezuela (1623) que, en aquellos momentos, era un importante centro de extracción de sal que se disputaban la monarquía hispánica y los Países Bajos. Y, acto seguido, lo encontramos ejerciendo cargos de cierta relevancia en la administración colonial. Entre 1624 y 1631, la versión castellanizada de su nombre, Juan Urpín, aparece en Cumaná, junto a las salinas de Araya; en Santo Domingo, sede de la Real Audiencia de las Indias, y en Caracas, capital de la provincia colonial de Venezuela. Todo indica que mientras se ciñó a la ideología del aparato funcionarial hispánico, su carrera dibujó una trayectoria ascendente. Pero cuando pretende implantar un modelo que tiene que transformar el sistema colonial, la figura de Joan Orpí es elevada a la categoría de amenaza a extirpar y a extinguir.

Autorización a favor de Juan Urpín para viajar de Araya a Santo Domingo (1636) / Fuente: Archivo General de Indias

La gobernación de Nueva Cataluña

Efectivamente, en 1631 el Consejo de Indias, la máxima autoridad política en las colonias, lo nombraba gobernador de un territorio a explorar y colonizar situado entre el mar de las Antillas y la orilla norte del río Orinoco, que discurre en paralelo a línea de la costa hasta, prácticamente, su desembocadura. Este nombramiento sería la espoleta que provocaría la explosión del conflicto. En aquel escenario, resultaba impensable que un catalán alcanzara la cima de la jerarquía colonial. E incluso, los otros personajes que optaban al cargo (naturalmente, castellanísimos) consiguieron que el gobernador de Caracas, Francisco Núñez Meilán, lo encarcelara durante unos meses. No sería hasta 1632 que iniciaría la colonización, con sus propios recursos económicos, del territorio que le habían asignado, y que bautizaría con el nombre de Nueva Cataluña.

La corrupción de la sal

La primera medida que emprendió Orpí (sin encomendar el alma ni a Dios ni al demonio), sería desviar, a golpe de azada, parte del caudal de dos ríos para impedir que los barcos neerlandeses surcaran, desde el mar, el camino hasta las minas de sal. Es decir, oficialmente expulsar a los neerlandeses de la nuevísima Nueva Cataluña. Y extraoficialmente acabar con una práctica secular de corrupción que implicaba, directamente, las jerarquías coloniales hispánicas (responsables de la vigilancia de aquella costa y que mientras los neerlandeses embarcaban la sal, sospechosamente, miraban hacia otro lado). De hecho, Núñez Melián, el carcelero de Caracas, ya había sido investigado por la Real Audiencia (y lo estaría en su posterior destinación del Yucatán). Pero eso, reveladoramente, no impediría que el Consejo de Indias, temporalmente, revocara en Orpí el cargo y la empresa (1632).

Mapa de las provincias de Venezuela y Nueva Andalucía, antigua Nueva Cataluña (circa 1660) / Fuente: Instituto Geográfico Simón Bolívar

La colonización de Nueva Cataluña

El 1634 Orpí recuperaba el cargo y se lanzaba, definitivamente, a la colonización del territorio. La empresa de Orpí representó una auténtica revolución al conjunto de la supergobernación de Tierra Firme (el territorio de las actuales Venezuela y mitad oriental de Colombia). Desarrolló un sistema de producción con criterios empresariales (naturalmente con lo que en aquella época se podría conceptuar de esta manera), radicalmente contrapuestos al modelo de explotación señorial del conjunto de dominios coloniales hispánicos (representado por los encomenderos). Ordenó sembrar cultivos comerciales (maíz, forrajes, e, incluso, intentó introducir la viña) y creó dos ciudades-fábrica que tenían que centralizar la transformación y exportación del producto. En 1637 fundaba a Nueva Barcelona y Nueva Tarragona.

La ideología de Joan Orpí

Orpí no era el creador de este sistema. Se inspiró en el modelo de explotación colonial colombino, representado por el tarraconense Miquel de Ballester, primer alcalde de Santo Domingo (1496) e introductor del cultivo y comercialización de la caña de azúcar en América. También en el modelo del ampurdanés Joan Jofré (1541), primer alcalde de Santiago de Chile e introductor del cultivo y comercialización de la viña en el continente americano. Y también, en el modelo del jesuita leridano Joan Saloni (1588), que priorizaba la modernización y la rentabilidad del aparato agrario de los guaraníes (en el valle del río Paranà), como el instrumento que los tenía que conducir a la evangelización. Reveladoramente, las acusaciones que las jerarquías coloniales, formularon contra Orpí, serían las mismas que el fiscal Fernández de la Bobadilla formuló contra Colón (1500): maltratos a los indios.

¿Por qué Joan Orpí tenía aquella ideología?

La Catalunya de la infancia y juventud de Orpí (1593-1621) era, en contraposición a Castilla, un país inmerso en una dinámica inédita de crecimiento demográfico y económico, y sus nuevas élites (surgidas de la revolución de los Remences, a finales del siglo XV) se miraban al espejo de los modelos mercantiles neerlandés e inglés (las potencias emergentes de la época). De hecho, en 1641, poco después de la proclamación de la I República catalana, el presidente Pau Claris y el secretario de estado Joan Pere Fontanella habían comisionado a un grupo de fabricantes catalanes, que pasarían una larga temporada en los Países Bajos adquiriendo conocimientos con el claro propósito de implantar el modelo económico neerlandés en Catalunya. Es la raíz de la ideología mercantilista "Catalunya, la Holanda del Mediterráneo", y la que explica el proyecto de Joan Orpí.

Los enemigos de Joan Orpí

Catalunya, Países Bajos e Inglaterra eran Satanás, Lucifer y Belcebú en el imaginario de las oligarquías castellanas. Tanto las de la metrópoli como las de las colonias. Coincidiendo con el tiempo en que Orpí colonizaba Nueva Cataluña, Quevedo -el gran propagandista del régimen- había proclamado En tanto (...) quedase un solo catalán (...) hemos de tener enemigos y guerra”. A ojos de aquellas oligarquías coloniales, Orpí era la personificación de todos los males que amenazaban su estatus personal; que era, en definitiva, la única cosa que les importaba (la corrupción de la sal lo certificaba): catalán, emprendedor y seguidor de la ideología mercantil neerlandesa e inglesa. Pero el último cuarto de vuelta, lo que obligaría Orpí a dejar progresivamente su proyecto, sería la Guerra de los Segadores (1640-1652), y la proclamación republicana del presidente Claris.

Mapa de la governació de Cumaná, antigua Nueva Catalunya (circa 1800) / Fuente: The New York Public Library

¿Nueva Cataluña, una colonia catalana en América?

¿Habría pasado si la República de Claris (1641) —en plena expansión del proyecto Orpí— se hubiera consolidado? No lo sabremos nunca. Es una pregunta que quedará, para siempre, pendiente de respuesta. Pero el que si sabemos se que, una vez desaparecido Orpí, las autoridades coloniales hispánicas extirparon el nombre del territorio: en 1654 (dos años después de la derrota catalana), Nueva Cataluña era denominada "Nueva Andalucía". Sabemos que en 1817 (ciento ochenta años después de la fundación de Nueva Barcelona y en plena guerra de la independencia de la República de la Gran Colombia), sus 2.000 habitantes fueron brutalmente asesinados por las tropas españolas de los generales Aldama y Morales. Y sabemos, también, que en 1945, coincidiendo con el tricentenario de la muerte de Joan Orpí, un grupo de 112 republicanos catalanes exiliados, creaba el Centro Catalán de Caracas.

Imagen principal: Fragmento de un planisferio (1590), obra de Sebastiao Lopes y Pedro Lemos / Fuente: Bibliothèque Nationale de France