Balaguer (condado independiente de Urgell), 31 de octubre de 1413. Hace 609 años. El conde Jaime II de Urgell, aspirante al trono catalanoaragonés que se había rebelado después de que su candidatura hubiera sido derrotada en el Compromiso de Caspe (1412), se rendía a las tropas del conde-rey Fernando I (el primer Trastámara en Barcelona). Después de aquella segunda y definitiva derrota, el conde Jaime y su familia vivirían un auténtico calvario. Jaime sería recluido en varias mazmorras de Castilla. Y su esposa Isabel y sus hijas Isabel, Leonor y Juana serían recluidas en el monasterio de Sijena (Aragón). Isabel murió en cautiverio (1424). Y Isabel, Leonor y Juana (que nació en cautiverio) saldrían pasados muchos años para celebrar matrimonios concertados y alejados de Catalunya. Sijena fue la mazmorra de las últimas princesas de la dinastía real catalana Bellónida.
Isabel, la esposa
Jaime e Isabel habían formado un matrimonio político promovido por la cancillería de Barcelona (1407). Jaime era conde de Urgell, un dominio independiente, pero subordinado a los intereses políticos y económicos del Principado de Catalunya. Y era miembro de una rama menor de los Bellónida, los soberanos catalanoaragoneses que clavaban sus orígenes en el conde carolingio Wifredo el Velloso (siglo IX). E Isabel era hija del conde-rey Pedro III y de su cuarta esposa Sibila de Fortià. El matrimonio entre el viudo y anciano Pedro y la joven y bella Sibila (1377) había generado una gran oposición, principalmente entre los hijos de los anteriores matrimonios de Pedro y entre sus aliados cortesanos (las oligarquías del país). Su padre le procuró un matrimonio ventajoso, pero eso no le ahorró los enemigos de su madre, que la persiguieron durante toda su vida.
Isabel, Leonor y Juana, las hijas
Ni la esposa ni las hijas del conde Jaime representaban una amenaza política para aquel primer Trastámara que ponía las nalgas en el trono de Barcelona. La patriarcal tradición catalanoaragonesa que impedía a las mujeres coronarse como reinas titulares las alejaba de toda posibilidad. Por este motivo, sorprende la extrema severidad de la justicia real —del Trastámara y de sus aliados— con las princesas Urgell: acusadas, juzgadas y condenadas a confiscación de bienes y a reclusión perpetua en el monasterio de Sijena. Isabel, la esposa, murió después de once años de cautiverio (1424). E Isabel y Leonor, que ingresaron en aquella mazmorra con cuatro y tres años, respectivamente, y Juana, que había nacido en cautiverio (1415), no saldrían hasta 1422. En aquel momento, con trece, doce y siete años —respectivamente— fueron separadas de la madre.
¿Por qué en Sijena?
La elección de Sijena para la tétrica función de mazmorra política de las princesas catalanas no fue una cuestión cualquiera. El monasterio de Sijena había estado en el transcurso de su existencia muy vinculado a la casa real catalanoaragonesa. Fundado a finales del siglo XII, sería un centro habitual de profesión de fe de las hijas de la familia real y de la aristocracia catalanoaragonesas. Tanto es así que, cuando estalló la crisis sucesoria por la muerte de Martín I el Humano (1410), el monasterio de Sijena (la priora Antonia de Castellolí y toda la comunidad) posicionaron a favor de la causa de Jaime de Urgell, como lo haría todo el estamento aristocrático catalanoaragonés. Después de la victoria política de Fernando I en Caspe (1412) y, sobre todo, después de la derrota militar de Jaime de Urgell en Balaguer (1413), los Trastámara marginaron, totalmente, Sijena.
Sijena, desterrados y encarcelados
Y el monasterio que había sido creado con el propósito de devenir panteón real de los Bellónidas del siglo XII (aunque, finalmente, sería Poblet el que ejercería esta función) acabaría convertido en mazmorra política de los Bellónidas del siglo XV. Más concretamente, de las últimas Bellónidas. El abaciologio de Sijena nos revela que, poco después del ingreso de las princesas catalanas, la priora Antonia de Castellolí fue relevada por Isabel de Alagón, de la poderosa familia aragonesa de los Alagón, que durante la crisis sucesoria (1410-1412) habían liderado el partido urgellista en Aragón. Incluso, algunas fuentes apuntan a que durante la rebelión del conde (1413) habrían prestado apoyo encubierto a Jaime. Por obra y gracia de los Trastámara, Sijena, uno de los cenobios femeninos más prestigiosos de la corona catalanoaragonesa, se convertía en centro de destierro y de reclusión.
¿Qué pasó con las princesas catalanas?
La decisión de los Trastámara sumió Sijena en una profunda crisis de la cual ya no saldría nunca más. Sijena desapareció de las preferencias oligárquicas post-Compromiso. Y en 1422, en medio de un paisaje de crisis y de decrepitud; Isabel, Leonor y Juana fueron silenciosamente excarceladas. Alfonso el Magnánimo —el segundo Trastámara en el trono de Barcelona— había trazado un plan para alejarlas, para siempre, de Catalunya. Negoció el matrimonio de Isabel con Felipe de Borgoña, enemigo acérrimo de Violante de Aragón (la única hija superviviente del conde-rey Pedro III) en la guerra civil francesa. Negoció el matrimonio de Leonor con Raimon Orsini, uno de sus sicarios en la operación de conquista y represión del reino de Nápoles. Y negoció el matrimonio de Juana con Yeshaq, hijo del rey copto de Etiopía.
¿Qué pasó con Sijena?
No obstante, Isabel acabaría casada con Pedro de Coímbra, cuarto hijo del rey Juan I de Portugal, y su descendencia se sentaría en el trono de Lisboa. Leonor, que acabaría casada con el sicario napolitano del Magnánimo, celebraría su viudedad como unas bodas y viviría el resto de su vida en su retiro de Amalfi. Y Juana, después de un matrimonio efímero con un Foix próximo a su tía Violante, acabaría despuesta con Ramon Folc de Cardona, uno de los últimos representantes de esta estirpe antes de quedar disuelta entre las poderosas familias aristocráticas castellanoandaluzas. Pero, en cambio, Sijena, castigada por el régimen, se marchitaría progresivamente, y perdería su condición de archivo real y de sede de cortes. El principio del fin de Sijena se escribió cuando fue convertida en la mazmorra política de las últimas princesas de la estirpe catalana Bellónida.