Francesc Dalmau, alcalde de Palamós en los años ochenta, era conocido por haber participado en el desembarco de Normandía. Pero su vida es mucho más que eso: combatiente de la guerra civil, fugitivo de un campo de concentración de Algeciras, combatiente con las fuerzas británicas durante la guerra mundial, miembro de la Assemblea de Catalunya durante la transición, diputado al Parlament de Catalunya... Ahora, el Ajuntament de Palamós y la Fundació Josep Irla presentan el libro "Francesc Dalmau. De Normandia a Palamós", del periodista Francesc Marco Palau, una justa reivindicación del combatiente de Palamós. La obra se puede descargar gratuitamente mediante la página web de la Fundació Josep Irla.
Dalmau en España y en el mundo
La biografía de Dalmau está estrechamente relacionada con la historia de España, pero también con la historia del mundo en el siglo XX. Francesc Dalmau no fue un personaje determinante en la historia de nuestro país, pero con gran generosidad hizo grandes sacrificios para nuestro bienestar colectivo. Dalmau nació en Palamós en 1915. Fue a Barcelona a estudiar Medicina y allí simpatizó con el movimiento nacionalista republicano y se afilió a las Juventudes de Esquerra Republicana - Estat Català (JEREC). Durante la guerra civil se incorporó al Ejército Popular y con la derrota, tuvo que huir a Francia. Lo ingresaron en los campos de concentración franceses y al cabo de un tiempo pudo instalarse en Montpellier donde continuó sus estudios de Medicina. Cuando los alemanes conquistaron Francia, él, añorado de su familia y convencido que no tenía sangre en sus manos, decidió retornar y presentó ante las autoridades franquistas.
Hacia la guerra mundial
Los franquistas lo encerraron en un campo de concentración en Algeciras. Las condiciones de vida eran pésimas y Dalmau decidió fuga-se. Como era un gran nadador optó por hacerlo por mar, y consiguió llegar hasta Gibraltar. De allí se fue a Gran Bretaña, donde se ofreció a luchar contra las tropas nazis. Los ingleses no tenían muy claro qué tenían que hacer con Dalmau y con los catalanes y españoles que, como él, se ofrecían para luchar con los aliados. Como las autoridades británicas no querían ofender a los franquistas, no quisieron crear una unidad de combate española, y se limitaron a crear la Number One Spanish Company (NOSC) dentro de los Pioneers Corps, un cuerpo militar que no tenía funciones de combate, sino de creación de estructuras y reparación de los destrozos producidos por los bombardeos. Dalmau se desplazó a Francia, tras el desembarco de Normandía, y colaboró con la ofensiva final de los aliados. Fue desmovilizado al final del conflicto. Pero entonces no podía volver a España, y se estableció en Montpellier donde, finalmente, pudo acabar la carrera de Medicina. Allí contactó con numerosos políticos catalanes exiliados, que se habían establecido allí. Hizo amistad, en esta ciudad, con personajes relevantes como Josep Tarradellas, Heribert Barrera, Carles Pi i Sunyer o Antoni Rovira i Virgili.
El retorno
El 1948 Dalmau retornó a Palamós donde se dedicó al ejercicio de la Medicina. Se hizo famoso por su dedicación a los enfermos (incluso fue el médico de Josep Pla). Pero a pesar de la represión imperante, fue metiéndose en iniciativas políticas: apoyó a Òmnium Cultural, creó redes con los opositores del Empordà, y tuvo un papel destacado en la sección ampurdanesa de la Assemblea de Catalunya. Con la llegada de la democracia fue un activo miembro de Esquerra Republicana, partido con lo que llegó a diputado en el Parlament. Era un ferviente admirador de Tarradellas, aunque era muy consciente de sus defectos. Se proclamaba liberal y se distanciaba de los grupos izquierdistas, pero defendía una mayor participación del Estado en la protección social. En 1983 llegó a alcalde de Palamós mediante una coalición de fuerzas de izquierdas, y más tarde continuó en el consistorio como concejal. Siempre fue un firme defensor de la autodeterminación; una vez afirmó, en una entrevista: "Creo que un día, si puede ser a no tardar, Catalunya será la gran nación que todos los catalanes deseamos".
Calidad humana
En una entrevista, poco antes de morir, Dalmau explicó que se había cruzado con muchas columnas de alemanes derrotados, en Normandía. Y aseguraba que aquellos alemanes vencidos le habían recordado a los republicanos que huían de Catalunya a principios de 1939. Dalmau se había sentido disgustado al contemplar a aquellos individuos derrotados, porque, para él, la derrota era negativa para cualquier ser humano. Esta es una de las muchas muestras de la elevada talla humana de Dalmau. Él, en realidad, nunca se había vanagloriado mucho de sus hazañas bélicas, y siempre aseguraba que la victoria aliada se debía a la superioridad material de los aliados sobre el Eje. Y consideró que uno de sus principales deberes, además de la política, era ocuparse de sus enfermos.
Un libro documentado
Dalmau murió en 2003, pero queda viva mucha gente que lo conoció; el autor del libro ha recurrido a ellos para tener el máximo de documentación sobre el biografiado (a quién el joven autor, nacido en 1989, no pudo ya entrevistar). Además, hay numerosa documentación sobre Dalmau, aunque dispersa. Ferran Marco ha vaciado las referencias en prensa al combatiente catalán, pero también ha recorrido los archivos catalanes, españoles e ingleses en busca de documentación sobre el personaje. La colaboración de la familia de Dalmau ha sido clave: en el libro aparecen interesantes fragmentos de la correspondencia de Marcó. Y lo que es más relevante, una abundante colección de fotografías que se reproducen en el libro y que suponen uno de sus elementos clave, al permitir al lector una gran cercanía al personaje. Sólo se echa de menos un mayor protagonismo al pensamiento del autor, más allá de sus acciones, minuciosamente descritas. Un libro documentado y profundo que nos aproxima a un personaje que, sin duda, tuvo un comportamiento ejemplar. Y que cubre, de forma muy limitada, la deuda que tiene la sociedad catalana con todos los héroes anónimos que lucharon por sus libertades.