Estamos en un momento de cambio, pero que todavía no lo hemos culminado, y me ha interesado captar esta transición. He ido escribiendo la novela en paralelo a todos los hechos que aparecen. Unos cambios a los que se tiene que adaptar una mujer de 50 años, que no quiere quedarse obsoleta en un mundo en el que todo avanza muy rápidamente". Marta Orriols, uno de los principales referentes de la literatura catalana contemporánea acaba de publicar su nueva novela, A l'altra banda de la por.
Joana tiene el estímulo y la incertidumbre de un nuevo cargo como responsable de la restauración y conservación de las obras de arte del MNAC, dos hijos adolescentes que empeizan a ir a la suya y, años después de la separación, la petición de divorcio del exmarido, que quiere casarse con una mujer de la que espera una criatura. Introvertida y observadora, Joana se esfuerza por descifrar los cambios y algunos hechos inquietantes de su entorno que debilitan el equilibrio que le procura la vida. Mientras se ocupa de las obras de arte que el tiempo ha dañado, le reviene a la memoria un hombre con el que pasó dos noches hace años, pero que nunca ha olvidado a pesar de la distancia geográfica que los separa.
Éste es el universo que la autora de aquel fenómeno literario que fue Aprendre a parlar amb les plantes (Periscopi, 2018, Premi Òmnium a la Millor Novel·la de l’any) decodifica en las cerca de 300 páginas que configuran su nuevo libro. "Los que ya tenemos una edad, todavía tenemos comportamientos muy analógicos, pero al mismo tiempo estamos totalmente inmersos en un futuro que estamos intentando descodificar. Hacemos unpoco de conejillos de indias, en los aspectos sociales, pero también en los sentimentales. Estamos rodeados de altavoces: te levantas, enciendes el móvil y todo es información y consignas de cómo tienes que ser y cómo tienes que hacer, más todavía como mujer".
Ha sido la novela que más te ha costado escribir?
Me costó mucho entrar en ella, porque no sabía por dónde hacerla ir. Tenía ganas de explorar este momento contemporáneo, pero no sabía cómo manejar la historia. Pero una vez encontré a la protagonista, me costó mucho soltarla. Disfruté mucho, mucho, mucho a partir de la mitad del libro hacia adelante, cuando ya tenía la cosa resuelta y ya tenía el personaje muy bien dibujado. La disfruté muchísimo. Me di cuenta de que quizás me sentía muy a gusto porque respondía a un estado de ánimo o un momento vital muy similar al mío. En este punto, me permití la libertad de soltarme.
No es una historia personal, pero, en muchos aspectos, Joana podría ser perfectamente yo
Por aquí iba la pregunta, por si te había costado más o menos por la proximidad que intuyo que hay entre el personaje de Joana y tú.
No es una historia personal, pero, en muchos aspectos, Joana podría ser perfectamente yo. Pienso que, cuando escribes, aunque hagas ciencia ficción, es inevitable volcar mucho de ti, de tu mirada al mundo, de tu punto de vista. No me ha preocupado nada pensar si eso podría gustar o no podría gustar, simplemente tenía la necesidad de explorar y sacarle capas a una mujer de esta edad. Un personaje que está en un momento vital en el que ya puede mirar atrás, porque lleva mucho vivido, pero al mismo tiempo le queda mucho futuro. Más en un momento en el que el futuro se nos proyecta de esta manera tan incierta y nos lo miramos con un módulo de pesimismo desde el presente. Y pese todo, tenemos que tener el derecho de poder seguir proyectando nuestros sueños en el futuro, pensar en el amor, en los hijos, en la belleza... Desde este estado de peligro y de incertidumbre del futuro visto desde un presente pesimista, Joana acaba dándose cuenta de que tiene que cambiar la narrativa y tenemos que poder vivir el presente de una manera más positiva.
Tengo muchas preguntas a partir de esta respuesta, pero primero hay una cosa que... Me que eres muy prolífica a la hora de escribir y publicar.
Creo que he publicado un libro casi cada dos años. Cuándo publiqué Anatomia de les distàncies curtes, que es la primera recopilación de cuentos que hice, todavía tenía un trabajo de oficina. Trabajaba cada hora del día. Ahora, prácticamente, solo escribo. Hago alguna colaboración con editoriales haciendo edición de textos y algún artículo y algún informe de lectura, pero básicamente mi vida es escribir. Escribo cada día. Con mis cosas soy caótica, pero cuando tengo un compromiso, y en este caso tengo un compromiso con la editorial, soy muy metódica. Tengo pocas horas de soledad para escribir y yo necesito estar absolutamente sola en casa. Pero tengo hijos y mi casa siempre está llena de amigos. Tengo las mañanas y un poco de mediodía, que es cuando acostumbro a escribir. Me pongo casi cada día, menos cuando hay promociones y otros compromisos.
¿Cuándo es la última vez que te has puesto a escribir?
Ahora que estoy con el nuevo libro... El fin de semana trabajé, porque sabía que me venían muchos días de promoción... Escribí un artículo que tenía que entregar, pero eso también es escribir.
¿Y ficción?
Los cinco libros que he escrito siempre han sido una respuesta a la necesidad de escribir. De ponerme porque me estoy escribiendo encima. En mi caso, mis historias no sé de qué irán, no sé muy bien qué pasará, pero hay alguna cosa que me impulsa. En esta nueva novela ha sido esta inquietud del momento actual, de querer poner orden. Y mi manera de ordenarme es escribiendo.
Mis historias no sé de qué irán, no sé muy bien qué pasará, pero hay alguna cosa que me impulsa. En esta nueva novela ha sido esta inquietud del momento actual, de querer poner orden. Y mi manera de ordenarme es escribiendo
Decías que te pones a escribir porque tienes un compromiso con la editorial. Imagino que este compromiso también existe con las lectoras y los lectores y contigo misma.
Escribir un libro simplemente porque toca, no lo haría nunca. Siempre ha respondido a tener muchas ganas de explicaros una historia e interpelar al lector de alguna manera. Una historia que poco a poco haces crecer y van apareciendo temas que no tenías pensado incluir. Y quizás ibas a hablar de una cosa y finalmente acabas hablando de otra. Es muy bonito este reto de no saber muy bien hacia dónde vas. La escritura es una cosa absolutamente íntima, muy intuitiva, de cosas que te cuesta trasladar del pensamiento a las palabras. Y cuando lo escribes, no sabes exactamente lo que estabas sintiendo. Me suelto y que salga lo que salga. Quizás por eso he salido tanto yo, en A l'altra banda de la por.
Tu intención era hacer, de salida, una novela de amor.
Soy una gran defensora del amor. Del amor como motor que nos mueve a todos. Y sí, tenía ganas de escribir una novela de amor, que ahora están como mal vistas. Ya no se hacen novelas de amor.
Soy una gran defensora del amor. Del amor como motor que nos mueve a todos. Y sí, tenía ganas de escribir una novela de amor, que ahora están como mal vistas. Ya no se hacen novelas de amor
Se nota en ciertos pasajes de la novela que querías escribir una historia de amor, pero cuando llegas a aquel momento que empieza a azúcararse en exceso, pones el freno de mano.
Sí, no me lo permito nunca eso, porque lo encuentro horroroso. No me gusta nada. El hecho es que no quería concluir ninguna historia de amor. No era mi interés. Yo tenía ganas de hablar de por qué el amor sigue siendo una cosa tan importante, por mucho que digamos que no, y que las relaciones están cambiando y que hayamos puesto tan entredich el amor más clásico. Yo sigo viendo que todos lo necesitamos. Sí que hemos probado de todo, y estamos probando de todo, y mil maneras de relacionarnos, y es normal. Como sociedad cambiamos, los tiempos cambian, pero pienso que siempre volvemos a una cosa muy instintiva del amor. Quería buscar qué era eso, qué quiere decir amar a un ser humano.
Joana, la protagonista, tiene varios amores.
Joana siente un tipo de amor por Mateu, un personaje que vuelve a su vida después de muchos años... No diría que lo que siente sea pasión, porque tampoco es que sean muy desenfrenados, pero sí esta cosa de no conocer a alguien del todo y sentir esta atracción. Pero al mismo tiempo, en el fondo, ama con locura a su exmarido, y también es muy bonito eso.
¿Sí?
Estoy mucho en contra de categorizar las cosas: ¿por qué es el ex ya no te tienes que portar bien? Evidentemente, cada pareja es un mundo y puedes acabar como acabas, pero ¿por qué se le tiene que poner un nombre a aquello? Ella ama al padre de sus hijos y la relación que tienen encuentro que es muy bonita. Totalmente válida para continuar con la vida. Me he dejado llevar para explorar y hablar del amor desde un punto de vista muy realista y no cerrar una historia de amor ni con uno, ni con el otro. Simplemente, explicarme o explicar a los lectores la necesidad que tenemos de los otros. Creo que estamos en un momento en el que impera el discurso que podemos salir adelante solos. Hemos puesto el individualismo al frente, sin embargo, y ya no hablo solo de parejas sentimentales, sin los otros no somos nada. Las personas somos animales sociales muy mamíferos, y nos necesitamos mucho los unos a los otros. Joana, de hecho, es una mujer muy solitaria, y la lleva bien, esta soledad. Pero llega un momento en su vida que las cosas traquetean y se da cuenta que ni que sea con este exmarido o intentando esforzarse y reencontrar a este amante, tiene que haber alguien más para ella, también.
Hay otro personaje masculino en la novela que es la del vigilante de seguridad del museo en el que trabaja Joana. Una figura que le causa rechazo, pero al mismo tiempo...
En mis novelas también me gusta explorar las contradicciones, que es lo que nos hace realmente humanos. Tú puedes decir una cosa y a solas, cuando estás contigo mismo, te dices otra. Hay mil cosas que no controlamos. Este hombre, el vigilante, de entrada, le genera angustia, la repugna, pero después lo sueña. Y además, lo sueña con un tono sensual, y ya no sabe si le hace más manía él o ella misma para soñar lo que sueña. Los humanos somos así, hay cosas que no podemos controlar. Lo queremos tener todo supermedido por palmos y a veces el azar, y en la novela se ve mucho, por muchas decisiones que tú tomes y muy calculado que lo tengas todo, a veces quién te hace ir hacia un camino o hacia otro son las eventualidades.
En mis novelas me gusta explorar las contradicciones, que es lo que nos hace realmente humanos
Es una novela contemporánea. Los referentes están muy claros. No puedes salir del marco temporal en que te marcas porque aparecen hechos como la Guerra de Ucrania, el conflicto entre Palestina e Israel, la Revuelta Campesina, la sequía en Catalunya y, por lo tanto, el cambio climático...
Como contexto para ella me iba muy bien que la novela hablase de este mundo que hace aguas y que traquetea. Un mundo que está deteriorado que nos está afectando incluso el carácter. Con Joana se ve mucho, estos miedos de fuera se trasladan a los miedos más personales. Estamos en un momento de cambio, pero que todavía no lo hemos culminado, y me ha interesado captar esta transición. He ido escribiendo la novela en paralelo a todos los hechos que aparecen. Unos cambios a los que se tiene que adaptar una mujer de 50 años, que no quiere quedarse obsoleta en un mundo en el que todo avanza muy rápidamente. Los que ya tenemos una edad, todavía tenemos comportamientos muy analógicos, pero al mismo tiempo estamos totalmente inmersos en un futuro que estamos intentando descodificar. Hacemos un poco de conejillos de indias, en los aspectos sociales, pero también en los sentimentales. Estamos rodeados de altavoces: te levantas, enciendes el móvil y todo es información y consignas de cómo tienes que ser y cómo tienes que hacer, más todavía como mujer.
Como mujer te sientes constantemente observada y eso hace que te juzgues a ti misma a todas horas. Y cuando llegas a los 50 piensas que te podrás relajar, pero no
De estos miedos de Joana destacan dos: la belleza y la vejez.
Eso también me importaba. Nos están diciendo constantemente lo que tenemos que hacer. Como mujer te sientes constantemente observada y eso hace que te juzgues a ti misma a todas horas. Y cuando llegas a los 50 piensas que te podrás relajar, pero no. Vivimos en la era del empoderamiento de la mujer, pero a la vez hay más centros de estética que nunca. Una presión estética que crece y crece y crece y cada vez es más brutal. No solo eso sino que tienes que seguir manteniendo una vida social activa. No puedes parar nunca, tienes que seguir el ritmo del mundo. Pues bien, no sé si tengo ganas o me toca parar un momento y reflexionar y hacer lo que me dé la gana.
El trabajo de documentación, en tu caso, siempre es un aliciente más a la hora de ponerte a hacer una novela, en este caso creo que todavía es más evidente que en novelas anteriores.
Sí, es una parte que me gusta mucho. Muchísimo, de hecho. Creo que hoy día las profesiones nos definen bastante. Si tienes la suerte de hacer alguna cosa que te gusta, va mucho con la personalidad. El trabajo es una parte bastante inseparable de la persona. En los libros que he ido publicando, los personajes siempre tienen una profesión que, no es que sea importante, pero les marca mucho su manera de vivir. En este caso en concreto, la parte de documentación me interesaba, porque yo soy historiadora del arte, pero no he ejercido nunca como tal, y además no soy restauradora ni conservadora. Pero los museos y el arte son mundos que me fascinan. Me lo he pasado super-bien, haciendo investigación en estos universos. Además, ubicar la novela en este mundo me ha permitido colar personajes como la pintora Lluïsa Vidal. Hasta ahora la Historia se ha escrito en voz masculina, pero en el mundo del arte, por ejemplo, hay un montón de pintoras, de artistas mujeres, que desconocemos completamente y que son brutales. Es importante recuperar estos nombres de mujer y visibilizarlos.
Los museos nos permiten volver y reinterpretar obras del pasado. ¿Te preocupa cómo se entenderán tus novelas de aquí 100 o 200 años?
La literatura tiene un punto en que se parece a la antropología. No sé para qué sirve la literatura, no sé si tiene un objetivo, más allá del hecho de disfrutar que me supone a mí, pero sí que sirve para explicar ciertos comportamientos. Yo intento que explique el comportamiento de todos nosotros en un momento muy concreto. Si dentro de 200 años las leen, quizás entenderán que mis novelas responden a una época concreta de cambio, de cuando todavía el mundo no estaba chamuscado.