Quizás su nombre no os llama mucho la atención, o quizás todo lo contrario, la conocéis e incluso os ha abierto las puertas de su casa en Manhattan, por donde pasan los catalanes que pisan la capital del mundo. Mary Ann Newman, además de ser traductora, escritora y profesora de literatura, se ha convertido en pionera por llevar el catalán a los Estados Unidos de Reagan, el año 1983.
Americana, nacida hace sesenta y nueve años en la ciudad de Nueva York, es una catalanista prestigiosa, con un dominio de la lengua admirable. Newman se ha dedicado durante cuarenta años a internacionalizar la cultura catalana. Sorprende que, alguien que de entrada no tiene ningún vínculo con Catalunya, se convierta en una catalanista dedicada a difundir las letras catalanas en su país.
La larga trayectoria hace difícil describirla
Catalana de adopción y neoyorquina de nacimiento, su historia es fascinante, desde cómo descubrió el catalán, hasta convertirse en la traductora de Quim Monzó o la sombra de Pasqual Maragall. Sumergida en la élite intelectual catalana, conoce la escena cultural del país a la perfección y trabaja con artistas catalanes e internacionales de todo tipo. Newman ha impulsado el Farragut Fund for Catalan Culture in the U.S., del cual es la directora ejecutiva, una institución cultural sin ánimo de lucro que quiere dar a conocer el patrimonio catalán propio de Estados Unidos, dar apoyo a los creadores actuales y estrechar los lazos entre la cultura catalana y la norteamericana.
Uno de los proyectos que Newman impulsa desde la Farragut Fund es la celebración de la fiesta de Sant Jordi, que ha popularizado después de organizarla desde el 2014, conjuntamente con el Catalan Institute of America. Precisamente lo que pretende con el Sant Jordi NYC es exportar, a través de la lengua inglesa, el espíritu y la alegría del gran festival catalán del libro y del librero. Desde el 2014 el festival se ha dedicado al libro internacional traducido al inglés, del árabe al uigur, y siempre con un énfasis especial con el catalán. De esta manera han ido aplegando toda la comunidad de traductores bajo el paraguas de la fiesta de Sant Jordi. Aunque siempre se había celebrado presencialmente, a consecuencia de la Covid-19, el Sant Jordi del año pasado se llevó a cabo en línea, hecho que lo convirtió en un acto internacional y dio cabida a mucha más gente, llegando a 24 lenguas y 41 países, la lengua catalana primera entre ellas (y representada por dos países: Catalunya y Andorra). Mary Ann Newman cree que eso puede representar una oportunidad incluso para la venta del libro en catalán.
En Estados Unidos hay mucha gente que lee en catalán, entre catalanes que viven allí, o profesorado y estudiantes que lo quieren aprender. Si se hiciera un esfuerzo para que hubiera un distribuidor de libros catalanes, se podrían vender más. Como mínimo se tendría que hacer un estudio".
Que sea la sobrina de Arthur Miller es exactamente anecdótico, ni siquiera presume, todo lo contrario, es algo de lo que no le interesa hablar. De hecho, de quien sí que me cuenta con orgullo es de su tía Alice Rockett que, desde los años 40, viajó por el mundo, primero con lo OSS (Organización de Servicios Estratégicos) en Barcelona durante la Segunda Guerra Mundial, y después de la guerra en México, Guatemala, Birmania y Cuba con la CIA hasta los años 60.
Pero volvamos a los inicios para entender cómo empezó todo
Newman llegó a Barcelona muy joven, con veinte años, justo después de haber empezado a estudiar literatura española en los Estados Unidos. El ambiente franquista en Madrid la chafaba, pero el aire más abierto, más resistente, en Barcelona —i la belleza de la ciudad— la hizo interesarse por la cultura catalana. Y, desde entonces, ya no lo ha abandonado nunca más. Habiendo acabado el Máster a NYU en Madrid el año 76, fue a vivir el 77 en la Rambla de los Estudios de Barcelona, donde aprendió el catalán de forma autodidáctica. De hecho, hacía las primeras prácticas en el Mercado de la Boquería, donde iba a menudo a comprar.
Consiguió una beca Fullbright y realizó la tesis doctoral sobre Eugeni d'Ors, [una tesis que acabaría recibiendo el premio Josep Carner de l'Institut d'Estudis Catalans en 1998]. El encargado cultural de la embajada norteamericana le propuso establecer un programa de intercambio entre universidades. "Quería dar apoyo en las autonomías", me explica. Y justo en aquel momento se nombró un nuevo rector en la Universidad de Nueva York, John Brademas, que había hecho la tesis doctoral sobre el anarquismo en Catalunya y Andalucía. Parecía que las condiciones eran óptimas para sacar adelante el proyecto. Pero, entonces, hubo el intento de golpe de estado del 23-F y, tal como le dijo el encargado cultural, "los americanos ya no podían dar apoyo al estado de las autonomías sino a la democracia española". Mary Ann, sin embargo, habló con Xavier Rubert de Ventós, su director de tesis de facto, y con el apoyo de Pasqual Maragall, el Ayuntamiento de Barcelona impulsó la Cátedra Barcelona–NY, o Catalan Studies Program, vinculada a la Universidad de Barcelona, la primera entidad oficial catalana al impulsar un programa pionero de difusión de la lengua y la cultura catalanas. Desgraciadamente duró de 1983 a 1986 y se clausuró por falta de inversión.
Durante los tres años que dedicó a la Cátedra, Newman también dio clases de catalán en la NYU (Universidad de Nueva York) y formó a estudiantes americanos. Ejemplariza con una anécdota la importancia de la tarea de hormiga y la suma de cada granito de arena: "Uno de mis alumnos fue Robert Lubar, que hacía la tesis doctoral sobre Joan Miró y se convirtió en un experto mundial. A su vez ha acabado formando dos profesoras a la NYU —también les enseñé catalán a ellas—, a Jordana Meldelson que actualmente tiene una exposición sobre el ADLAN en el museo Miró, y Miriam Basilio, profesora de museología e historiadora del arte, dos eminencias que también están involucradas con la cultura catalana en el mundo y que siguen perpetuando el legado".
Además de la Cátedra, otra iniciativa similar fue el Catalan Center at New York University, que también se acabó con la crisis del 2011 por falta de dinero. Era una plataforma que permitía programar temas de cultura catalana a lo largo del año académico. Como por ejemplo, cuando el MoMA hizo la gran retrospectiva de cine de Pere Portabella, invitaron al Catalan Center a hacer una mesa redonda que se convirtió en un simposio de dos días con figuras destacadas del mundo del cine. Y cuando el Metropolitan hizo Barcelona and Modernity hicieron otro.
Aunque ahora en NY no existe una Cátedra de catalán, en la Universidad de Chicago sí que hay una consolidada, la Joan Coromines. La iniciativa es muy importante, pero, según Newman, "habría que tener cátedras permanentes que produjeran tesis doctorales. La prueba de la importancia de esta permanencia es la tarea del profesores Edgar Illas en Bloomington o Joan Ramon Resina en Stanford. Harían falta dos o tres más."
Lo explica así: "Hay gente que hace cultura catalana a muchas universidades, están los lectorados del Instituto Ramon Llull que son valiosísimos. En un momento dado había la sensación de que los estudios catalanes en Estados Unidos se habían afirmado: en Harvard estaba Brad Epps, en Brown, Enric Bou, y en Stanford Joan Ramon Resina. Pero en Brad se fue a Cambridge, Enric está en Venecia, y de repente te das cuenta de que no eran permanentes, que la universidad no estaba obligada a contratar a otro profesor de catalanística. Las cosas aparentemente sólidas son efímeras."
Traducciones y publicaciones
Mary Ann Newman ha publicado traducciones del castellano y el catalán al inglés de autores como Quim Monzó, Xavier Rubert de Ventós, Josep Carner y Josep M. de Segarra (Vida privada). Recientemente ha publicado en revistas poemas de Dolors Miquel y Maria Callís Cabrera, y pronto saldrá un cuento de Carlota Gurt. Ha trabajado como coordinadora institucional del Instituto Ramon Llull y es miembro de la North American Catalan Society, y miembro del consejo del Catalan Institute of America, el casal catalán de Nueva York.
La relación con Pasqual Maragall
Una de las personalidades más importantes en la vida de Mary Ann ha sido Pasqual Maragall, que, entre otras cosas, fue fundamental para montar la Cátedra Barcelona-Nueva York. Cuando Maragall dejó de ser alcalde dedicó un año a ocuparse del trabajo que había hecho en el Ayuntamiento y dividió aquel año entre Roma y Nueva York. En Roma daba clases, en la Terza, y en la New York University un simposio y un seminario: "Un mundo de ciudades" y "La Europa de las Regiones." Mary Ann Newman le llevaba los papeles. Leía todos los documentos, los traducía..., "fue como una especie de máster de federalismo, urbanismo, europeísmo...", y durante este tiempo se hicieron amigos. Mary Ann habla con mucha admiración:
"Cuando ves a un político como Pasqual Maragall y la relación que establecía con los ciudadanos... es una lección de humanidad absoluta, Maragall ha sido un maestro y también un gran amigo".
Catalunya interesa al mundo, y a los Estados Unidos también
Para cada época hay figuras catalanas que representan el país para los norteamericanos. Para los melómanos están Pau Casals, Montserrat Caballé, Josep Carreras, y, más recientemente, Jordi Savall. En el mundo del arte está Miró o Dalí, y a la arquitectura Gaudí, o Sert, que dejó una descendencia importante a través de la School of Design a Harvard. Ferran Adrià puso cara a la gastronomía catalana el año 2003. La afición al Barça va haciendo mella.
Dice Newman, "Ahora habría que hacer una exposición de los artistas de los años ochenta, sobre todo de aquellos con quienes establecimos vínculos en NY, como Perico Pastor, a Francesc Torres, Antoni Miralda, Antoni Muntadas, Eugènia Balcells... Se tiene que aprovechar, se lo merecen y se tiene que explicar bien quiénes son y qué han hecho, además están todos vivos, son brillantes y grandes observadores, es una necesidad".
Sin embargo, además de los referentes culturales, hay otros hechos que también han puesto el foco en el país, como el referéndum del 1 de octubre de 2017 con las cargas policiales, imágenes que dieron la vuelta al mundo y despertaron interés por todas partes.
"Los dolores políticos de Catalunya también fueron un elemento muy importante para que el tema estuviera en portada. Y en general los estadounidenses muestran una predisposición positiva por la cuestión catalana".
Actualmente Mary Ann es presidenta del jurado del Premio Internacional de Catalunya, un premio que se otorga anualmente a personas que "han contribuido de manera decisiva a desarrollar los valores culturales, científicos o humanos de todo el mundo" y está dotado con 80.000 euros. Este año el jurado ha decidido que había que reflejar el periodo extraordinario que estamos atravesando premiando a cuatro mujeres de origen extraeuropeo que han luchado a primera línea contra la Covid-19: Tijana Postic, proveniente de Bosnia, la enfermera que organizó, de manera ejemplar el servicio de enfermería en Igualada, primer foco de Covid en Catalunya, Anxhela Gradeci, médico de origen albanés, refugiada en Londres, Dania El Mazloum, que ha continuado la tarea de su madre, que emigró a Venecia desde Siria y murió tratando pacientes de Covid, y la investigadora alemana de origen turco Özlem Türeci, que desarrolló y distribuyó la vacuna y ha transformado el panorama de tratamiento del coronavirus".
Hasta ahora, Mary Ann Newman ha sido múltiples veces galardonada con premios de prestigio, como el Premio Internacional Joan Baptista Cendrós, el Premio 2017 de la North American Catalan Society, el Premio Josep Carner de Teoria Literària, y la Cruz de Sant Jordi.
Empecé la entrevista preguntando a Mary Ann Newman si no se pensaba jubilar. Se rió, y dijo "por qué me tendría que jubilar si estoy haciendo lo que me hace feliz. Creo, espero, que tengo para al menos diez años más de pleno rendimiento." Newman todavía tiene muchos proyectos en el capazo, y traducciones a la despensa, y una cierta tristeza por los proyectos que no han prosperado. Quizás estaría bien sacarles provecho.