A nuestras abuelas jamás les preguntaron si querían ser madres. Ni a nuestras madres, ya que estamos. De hecho, si alguna lo pensaba, sabía que iba a recibir un tachón bien negro en la lista de buenas esposas y eso es algo que ninguna estaba dispuesta a soportar. Suficiente tenían con fregar el suelo, preparar la comida, hacer las camas, pasar la mopa, quitar el polvo, gestionar la compra, coser dobladillos, planchar camisas. No, quejarse para traer un retoño a la vida no entraba en sus planes. Tampoco les quedaba tiempo.
Hace relativamente poco que las mujeres nos hemos permitido hablar sobre si queremos o no ser madres. Somos nosotras las que, otra vez, nos hemos tenido que quitar de encima las trompas de Falopio y la presión social para entender que las buenas decisiones no pueden medirse bajo el yugo de la cigüeña. Básicamente, porque no hay ni buenas ni malas decisiones, solo un viaje personal hasta el desdén más íntimo para descubrir hacia donde queremos que vaya nuestra vida. Si queremos hijos o no. Y que, pase lo que pase, no pasa nada, aunque a los demás le siga preocupando nuestro útero: pero nosotras parimos y nosotras decidimos. Y si no, también.
Marta Piedra (Madrid, 1982) también ha recibido la presión social, por ser mujer y por tener 38 años, 3 perros y ningún bebé. La ilustradora y viñetista reconoce que, en su caso, no le ha afectado demasiado. Quizás porque siempre ha ido a su bola o quizás porque a los 30 su ginécologo le zampó que seguramente no podría ser madre debido a su endometriosis. Fue sin anestesia ni nada y, tras el dolor, se resignó a su nueva situación. Hace un mes que acaba de publicar su segundo libro, un comic que ha titulado ¿Materniyá? (Zenith) para hablar desde el humor y la sátira sobre una cuestión que nos afecta a todas. Porque, a ella, se le va la fuerza por la risa.
Se nota en el libro que estás hasta el coño de muchas situaciones.
Estoy muy hasta el coño de lo que se vive en redes sociales, me tiene nublado el entendimiento. La gente atacando, todo el mundo tirándose mierda... me parece la puta guerra civil. Eso no hay cerebro que lo aguante. También es verdad que el libro sale de un momento complicado, en pleno confinamiento; y por eso se puede notar la irritabilidad, porque estaba harta de la situación, de estar encerrada.
Tú que lo has parido, describe ¿Materniyá? en una frase.
Es el dilema que tenemos las mujeres sobre la maternidad y que, además, tenemos todas.
La protagonista, Greta, ¿eres tú?
No es autobiográfico, pero Greta tiene muchas cosas de mí. No soy yo pero podría ser yo perfectamente.
¿Qué otros temas has querido visibilizar?
He querido visibilizar muchos pero creo que me he quedado corta al final, porque he querido visibilizar también temas de micromachismos pero he acabado no tocándolos mucho. Mi intención era tocar un poco todos los temas porque yo soy mucho de tocarlo todo. Quería hablar de machismo, de las dificultades que tenemos las mujeres en el terreno laboral, de la brecha salarial... quería hablar de muchas cosas pero he tenido que sintetizar.
Para ser madre se necesitan espermatozoides, pero no hace falta un hombre.
También quería hablar del papel del hombre en todo este asunto pero al final me centré en nosotras, que me parecía lo más importante. Y creo que el hombre ya está muy metido en todos los temas como para también sea protagonista de este; los hombres ya tienen su protagonismo y, además, tampoco tiene sentido que hable yo sobre paternidad.
¿Y qué papel tienen los hombres en esta decisión, realmente?
Hoy en día es verdad que se necesitan espermatozoides, pero no hace falta un hombre. ¿Qué papel tiene? Yo creo que el que la mujer quiere que el hombre tenga. O al menos, así debería ser. Debería tener más importancia la decisión de la mujer aunque la realidad es super distinta.
Explícame cómo lo vives tú.
Yo lo pienso con el corazón, con la tripa. Si que tendría, pero luego pienso: ¿es lo que quieres? ¿por qué? ¿por qué te apetece de repente? ¿lo quieres porque piensas que vas a quedarte sola? Porque me ha pasado y no puedes tener hijos por eso, aunque te lo planteas. Yo tengo muy asumido que no quiero así que, cuando lo pienso, en seguida me viene el no. Quizás me reprimo a mí misma, no lo sé. Pero un hijo no es una tontería. No es ay, qué gracioso. No. Es para siempre. Y a mí todo lo que es para siempre me echa mucho para atrás.
Gina (útero) y Ce (cerebro), esta dualidad la representas con estos dos personajes, y es un poco como lo vives en tu propia carne...
Yo tengo esta dualidad constantemente. Prácticamente en todas mis viñetas aparecen muchas veces. Yo creo que son más autobiográficos estos dos personajes, cerebro y útero, que la propia Greta. Soy yo. Estos dos son mi pensamiento todos los días, de tener que elegir.
Pero es curioso, porque, sin embargo, tienes claro que no quieres ser madre...
Es que a mí siempre me ha dado mucho miedo arrepentirme de no hacer las cosas. Sin embargo, arrepentirme de hacerlas, no. También he pensado que, si me dan muchas ganas, hay opciones: se puede adoptar, me parece lo más responsable en los tiempos que corren, adoptar a alguien que ya está en el mundo y que no tiene familia. No entiendo la necesidad que tenga que ser de tu sangre. ¿Qué más da? Es una persona que necesita cariño y amor, punto. Igual que también creo que hay madres y padres que no deberían serlo.
¿Por ejemplo?
Es que deberían examinar a la gente que quiere tener hijos. Tú imagínate al chaval de Tik Tok ese con hijos. Vale que puede evolucionar, pero imagínatelo evolucionado por donde tiene pinta que evolucionará, y teniendo hijos. Es que nos vamos a extinguir por gilipollas.
¿El chaval de Tik Tok teniendo hijos? Nos vamos a extinguir por gilipollas.
¿Pesa más la presión interna o la externa?
Lo que tú te dices a ti misma, porque lo que te dicen lo vas interiorizando y te lo machacas tú. Eres tú la que tiene que convivir con esos pensamientos y los puedes o echar a un lado, o seguir ahí. Para esto, viene muy bien hacer terapia. Para todo, terapia. Y no es que le estés dejando la decisión a otra persona, porque la terapia no es eso. Pero sí que te puede ayudar a deshilachar el hilo.
Sobre todo, cuando recibes inputs.
Lo que más me ha hecho a mí resonar y me ha desorganizado por dentro ha sido ver a amigas, gente de redes sociales, el tío que te gustaba en el colegio y que es padre... Yo creo que esto es lo que más me revolvía. Más que la presión social en sí.
Me llama la atención que tú no la hayas sentido tanto pero que en tus libros muestres la presión con tanta diligencia. Lo has representado muy bien.
Creo que es porque soy muy empática. Y porque también quería mostrar experiencias de otras personas, con las que he hablado y a quien he preguntado, me he documentado. Quería hablar de esto porque sé que hay muchísima gente que sufre este tipo de acoso social. Aunque a mí no me haya interpelado tan directamente, yo quería representar a estas personas. También me interesaba mucho el punto de vista de personas más mayores que yo que han sentido la presión, quizás mucho más que nosotras. Por eso en el libro hay una conversación entre Greta y su madre.
Podría ser una conversación con la tuya.
Podría, perfectamente. De hecho, mi madre no es una persona ni a la que le gusten los niños. Yo no era una niña esperada. Pero te lo tenías que comer con patatas.
Sin embargo, existe la romantización eterna de la maternidad.
Yo creo que se está empezando a romper, pero cuesta. También pasa una cosa súper curiosa: que como Instagram te muestra las cosas que a ti te interesan, te parece que todo el mundo piensa como tú. Pero no. Luego te encuentras con la persona que dice que ser madre es super guai pero no te dice que también es una mierda. Como cualquier otra cosa. Entiendo que el vínculo que tienes que tener con esa criatura debe ser la hostia, pero también es la hostia tener que estar todos los días levantándote a las dos de la mañana y meterle la teta en la boca.
De momento, has recibido buen feedback.
Sí. Es que las cosas tratadas con humor son más fáciles de digerir. Porque esto se puede tratar muy dramáticamente, pero yo creo que si le das un poco de azúcar a algo muy amargo, pasa mejor.
Spoilers fuera, pero el final queda muy abierto.
No me quería posicionar. No quiero que sea un libro de opinión. Prefería no posicionarme. Yo a nivel personal tengo mi decisión muy tomada, pero el personaje no soy yo y quiero que Greta sea cualquier mujer que se lea el libro.
Querías hacer reflexionar.
Sí. Es una sesión de terapia en 170 páginas.
¿Quién te gustaría que lo leyera?
Está orientado a mujeres. Pero fíjate: siempre se me aparecen tías en la cabeza y yo creo que un tío se lo puede leer y pasárselo bien. Y, sobre todo, conocer un poco qué es lo que pasa por la mente de una mujer cuando llega este momento.
¿Y qué te gustaría que te dijera cualquier persona después de leerlo?
Que se ha reído que te cagas. Que se lo ha pasado teta. La intención es reírse, que se lo pasen bien; si de paso se llevan una reflexión, mejor. Y preferiría que fuera así.
Si tienes una última reflexión, es el momento.
Pues te diré una frase que siempre decía mi abuela y que me parece adecuada: los hijos son 9 meses de enfermedad y toda la vida de padecimiento. Eso fue lo que le dijo a mi madre. Lo que mi madre me dijo a mí. Y lo que yo le diré a los hijos de otra.