Mathias Énard es un hombre tranquilo. He quedado con él en la Librería Finestres, y hace unos meses estuvo en la residencia del mismo nombre, en Palamós, para acabar un nuevo libro que se publica pronto en francés. "Mis libros primero salen en francés y aproximadamente un año después se traducen", me dice. Es decir, que no pasa como con Sally Rooney, que sale directamente en todas las lenguas y en todo el mundo. Énard disfruta de un traductor fiel al catalán, Jordi Martín Lloret, que ha hecho una traducción extraordinaria y nada fácil. En Desertar (Empúries) se mezclan cartas manuscritas, fragmentos de un dietario, diálogos, descripciones barrocas de un narrador... y filosofía. En el texto resuena la historia vigente de Europa a partir de dos historias y el cambio constante de temporalidades. Con Brúixola, en 2015, mereció el Premio Goncourt, uno de los premios literarios más prestigiosos de Francia.

Foto: Montse Giralt

¿Dónde nace este libro?
El proyecto nace hace muchos años. Yo estaba en Weimar en 2016, había ido para recoger un premio de una fundación alemana. Se celebró una cena en el Ettersberg, una montañita, donde los nobles alemanes tenían un castillo. Allí habían hecho teatro Goethe y Schiller. Cuando me lo enseñan, me dicen que hace unos años había estado allí Jorge Semprún. A mí eso me sorprendió porque lo había conocido y me consideraba amigo suyo. Es un hombre que me fascinaba. Entonces me dicen que Semprún había venido para celebrar el quincuagésimo aniversario de la liberación del campo de concentración de Buchenwald. Y yo que pregunté: "¿Pero Buchenwald está muy lejos?", y me hicieron salir a un balcón para decirme que estaba allí, justo debajo. Este cruce me impresionó. No había caído en esta relación.

¿Qué es lo que te lleva a escribir?
Tú quizás no lo conoces, pero hace unos años se publicaba una guía resumen de temas importantes, se llamaba For Dummies. Cuando me puse a escribir pensaba en hacer una pequeña guía, resumiendo cien años, a través de la vida de un personaje y hacer una especie de resumen del siglo XX. Aquí aparece también la necesidad de hablar de Alemania del Este, aparecen también las matemáticas, la deportación. Me pongo a escribirlo y justo estalla la guerra en Ucrania. Y entonces vi que el libro que escribía ya no podía ser el mismo. Un chico que huía de la guerra, un desertor, era una imagen que se me reveló.

Hablemos del libro.
El libro tiene muchos géneros literarios. Es una enciclopedia de formas de escribir. Documentos, cartas, manuscritos, historia estrictamente... Para mí la imagen del libro era una trenza de pelo. Respondía a esta forma, todo se trenzaba.

La deserción me interesa cuando su resistencia ya no tiene ningún sentido

Te han comparado con Céline, un autor problemático por antisemita. Pero también he leído que consideran que tu libro habla de la paz.
Para|Por mí el libro habla más de la guerra que de la paz. Hay un pacifismo en la figura del protagonista, Paul. Un pacifismo comunista, que sabemos que es mentira y era propaganda. Pero es un libro sutil sobre la violencia invisible de la guerra. Cómo la guerra se despliega. Para mí no tiene nada que ver con Céline, son dos estilos muy diferentes. Aquí la guerra no se muestra, es sutil. Eso se muestra con muchos símbolos: el cuerpo de la mujer, el asno, el árbol... Es la naturaleza que ha provocado estas heridas, es una consecuencia pero no directa.

Tienes un estilo muy barroco, sobre todo leyéndote en catalán.
Imito unas cartas de amor de un joven de treinta años. Eso me costó mucho. Está apasionado. Hacía falta que me imaginara cómo hacía yo las cartas de amor hace treinta años, pero sobre todo, había que imaginarse cómo lo haría un alemán de la época. Eso era muy importante, cómo encontrar formas de escribir de la época. Me hizo falta hacer una investigación.

Foto: Montse Giralt

Pero estas cartas de amor, las esperanzas de Paul. Aquí no hay ninguna deserción, ¿verdad?
Exacto. No es un libro de pequeñas deserciones, ni mucho menos. Son las contradicciones de una deserción total. Global, digamos. No puedes desertar si antes no te has comprometido. La deserción me interesa cuando su resistencia ya no tiene ningún sentido, porque todo el mundo ha cambiado. Me interesa cómo se hunde el comunismo, y la idea que se deriva también del fin de la historia. Porque visto así, como una imposición total del capitalismo, también es problemática. No creo en esta tesis. Y las matemáticas, en el caso de Paul, son aquella ciencia exacta que persiste y que lo salva de seguir creyendo. Gracias a las matemáticas puede vivir la felicidad de la certeza, cosa que con el comunismo no puede hacer, y tiene que desertar.

¿Qué te interesa de la historia del siglo XX?
Para mí la relación entre lo colectivo y lo persona es esencial. También sobre la idea de relato. Para mí era importante trabajar el relato colectivo de toda la novela con la voz del protagonista. De hecho, es como funciona muchas veces la historia, y eso que la filosofía lo ha problematizado como el relato de los vencedores. El libro juega con esta distancia entre estas dos lógicas: lo colectivo, lo individuo. Para preparar el libro leí muchos relatos reales de niños que habían nacido en un bando u otro de Alemania, y qué pasaba cuando tenían la familia dividida. E identifiqué como había algunos que sí que podían cruzar. Me interesó ver cómo había gente que vivía la homosexualidad reprimida, pero no tanto como nos podemos imaginar. Quería buscar la complejidad del relato histórico. Es decir, como el relato histórico y colectivo de Alemania tiene sus grietas y es mucho más compleja.