En la vida, es fácil que proyectes la imagen de tenerlo todo controlado, que seas el que dice las mejores ocurrencias en el momento exacto, pero a la hora de la verdad, en la intimidad, en la distancia corta o en la gestión de los problemas emocionales, seas un mar de temores y dudas. Eres muy gracioso de cara a la galería, pero por dentro eres uno inseguro crónico y no tienes ni idea de cómo afrontar según qué cosas. Lo que pasa es que has aprendido a disimular, te has construido un personaje muy solvente que disfraza de ironía aquellas partes de ti mismo que no quieres enseñar. "Hola, me llamo Chandler y hago bromas cuando me siento incómodo". Con esta frase pronunciada en un episodio de Friends se dice todo. Explica, a grandes rasgos, porque este personaje es el más querido de la serie y porque la muerte del actor que lo interpretó, Matthew Perry, ha dejado a los fans con un vacío enorme. A efectos prácticos, habíamos pasado mejores ratos con él que con la mayoría de personas que nos cruzamos a lo largo de nuestra existencia.
Chandler no es solo el personaje que nos podía recordar al graciosete de nuestro grupo de amigos: también nos muestra cómo podemos llegar a ser nosotros en relación al resto del mundo. Es la perfecta representación del instinto de supervivencia cada vez que la vida nos pone en una situación extraña o absurda. Matthew Perry lo supo llevar a su terreno con su magistral dominio de los mecanismos de la comedia. Era el clown total, porque resultaba igual de brillante en el gag físico que en el verbal, controlaba el tempo de la réplica como nadie y sabía elevar al personaje transmitiéndole su personal combinación de alegría y amargura.
Lloramos la marcha de Perry porque con él se marcha una parte de la sensación de que Friends todavía está aquí
Perry era un genio del género y la prueba que buena parte de los grandes momentos del personaje deben tanto al guion como a sus aptitudes. Hasta el punto que, sin él, seguramente los diálogos no habrían funcionado ni la mitad de bien. Friends no era solo Chandler, pero el personaje es fundamental para entender el impacto de la serie en la cultura popular y por qué desde ayer parece que no se hable de nada más. Lloramos la marcha de Perry porque con él se marcha una parte de la sensación de que Friends todavía está aquí. Con él se marcha una manera de hacer y ver televisión. Y se marcha una parte de nosotros mismos. El personaje y la ficción se quedan, sí, pero la realidad nos ha enturbiado su percepción porque nos ha recordado que nosotros también somos efímeros.