Max Beckmann es uno de los grandes artistas alemanes del siglo XX. Y pese a todo, pasó los últimos 13 años de su vida lejos de Alemania, porque los nazis consideraron que hacía "arte degenerado" y prefirió exilarse, primero en Holanda y después en Estados Unidos. La pintura de Beckmann tiene una relación muy estrecha con las vanguardias (tuvo contactos con el movimiento expresionista y después con la Nueva Objectividad), pero el artista era muy individualista y solitario, y creó un arte muy original, personalísimo, que en los últimos años estuvo muy marcado por el exilio y la frustración. Ahora se podrá conocer mejor su obra, en el CaixaForum de Barcelona, con Beckmann, figuras del exilio. Esta exposición que se ha presentado hoy, coorganizada entre la Caixa y el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, se podrá visitar desde este jueves hasta el 26 de mayo. Agrupa 49 piezas de Beckmann, entre pinturas, dos esculturas y una decena de litografías, y ya había sido mostrada anteriormente en Madrid.
Una pintura difícil
El comisario de la exposición, Tomàs Llorens, en la presentación, ha deseado que la exposición, que ha tardado 6 años en organizarse, tenga tanto de éxito en Barcelona como lo ha tenido en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid y ha lamentado que hasta ahora Beckmann haya sido "un artista poco conocido en Europa y poco conocido en España" y lo ha comparado por su calidad con Matisse, aunque ha apuntado que Beckmann no ha sido suficientemente comprendido porque tiene una "pintura complicada y difícil", que se aleja de las grandes líneas del arte europeo de su época (en muchos museos les cuesta adjudicar sus cuadros a alguna sala). Llorens atribuye el desconocimiento de Beckmann a que la suya es una pintura de "gran densidad", por el uso de alegorías que tienen una lectura abierta, y también porque su estilo es muy particular y requiere un cierto hábito de contemplar pintura, porque recoge tradiciones pictóricas muy diversas.
Un artista amado
El comisario ha destacado que Beckmann es "el artista alemán del siglo XX más amado por el público alemán", pese a tener una producción muy reducida. Y ha hecho su personal interpretación de este fenómeno: "Es el autor que refleja mejor el drama del hombre moderno de la primera mitad del siglo XX", ha explicado Llorens. El comisario ha querido centrar la exposición sobre Beckmann en el periodo de exilio, del 1937 a 1950, pero al ser la primera exposición de este artista en Barcelona, ha querido ofrecer con una miniretrospectiva, en una docena de obras, la trayectoria de Beckmann antes de ir al exilio. Dentro del ámbito central, dedicado a su estancia en Ámsterdam y Nueva York, las obras se organizan en torno a 4 metáforas: "Máscaras" (el impacto identitario del exilio), "Babilonia eléctrica" (el retrato de la ciudad moderna como una sociedad deshumanizada), "el largo adiós" (sobre la presencia de la muerte, la reencarnación y sus relaciones con el exilio) y "El mar" (uno de los referentes continuos para Beckmann, que para él hace referencia al movimiento continuo y a un tiempo cíclico).
De los grandes trípticos en las litografías
El público que no conozca Beckmann podrá ver algunas de las obras clave de este autor. Está en posición destacada el tríptico Los argonautas, el último cuadro que acabó, una de sus obras más emblemáticas. De su periodo de estancia en Estados Unidos también se presentan algunas Naturalezas muertas muy coloridas, con un toque claramente matisiano. También tiene algunas obras de carácter muy pesimista que reflejan los duros tiempos vividos durante la guerra (como el Globo con molino). Pero quizás los más relevantes son los cuadros del apartado Babilonia electrónica, que ofrecen una visión apocalíptica de la ciudad moderna, con juego, prostitución y delincuencia, como Ciudad (Noche en la ciudad) También hay algunos de sus trípticos de un periodo anterior, como Carnaval, de 1943, en que con numerosas alegorías refleja la huida en Amsterdam del artista y su esposa (esta obra ha sido restaurada especialmente para la ocasión). Hay, obviamente, algunas de sus obras más conocidas, como Quappi con suéter rosa (el retrato de su segunda esposa) o el retrato de la sociedad parisina Sociedad. Beckmann fue muy conocido como grabador, pero a la exposición sólo se puede ver una serie de 10 litografías de temática circense. Eso sí, la muestra incorpora varios autorretratos, pintados o esculpidos (en realidad las obras expuestas son de las pocas obras escultóricas de este artista).
Un hombre marcado por la persecución y el exilio
Beckmann se formó en Francia y recibió muchas influencias de Cézanne y de Monet. Tras pasar por París y Florencia empezó a tener éxito justo antes de la Primera Guerra Mundial. Esta supuso una ruptura en su carrera, porque se movilizó, aunque estuvo poco tiempo en el frente y se fue a Frankfurt, donde volvería a pintar. Beckmann tuvo un gran éxito durante la República de Weymar. En aquellos años de euforia creativa, Beckmann estuvo en contacto con el rico mundo cultural alemán. Pero a partir de 1933 empezarían los problemas con la subida al poder del partido nazi (que odiaban profundamente el arte moderno). Beckmann fue expulsado de su cargo de profesor, y los museos dejaron de exponer su obra. Varias obras de Beckmann figuraban en la exposición "Arte degenerado" organizada en 1937 por el gobierno alemán a Munich. El mismo día que inauguraron la exposición, cuando Beckmann oyó el discurso de Hitler en esta ocasión, huyó de Alemania hacia Holanda. No volvería nunca a su país. Eso supondría una segunda ruptura en su carrera y dio paso a unos años marcados por la crisis y, a partir de la ocupación alemán de Holanda, por la persecución política. Pasó algunos años en la miseria. Al fin de la guerra renunció a volver a Alemania y se marchó a Estados Unidos en 1947. Allí conseguiría lo que siempre había soñado: reconocimiento público, libertad, dinero, posibilidades de viajar... Pero no tuvo una carrera larga en Estados Unidos porque murió de un ataque cardiaco, tres años después de su llegada.
Del expresionismo a Beckmann
Elisa Durán, la directora adjunta de CaixaFòrum, ha recordado que el Palau Macaya ya había presentado una exposición sobre el expresionismo alemán, pero ha afirmado que Beckmann merecía una atención individualizada, al ser considerado "el mejor artista alemán del siglo XX". Y ha recordado la conexión entre Beckmann y otros grandes genios de la época como el dramaturgo Bertold Brecht o el pintor George Grosz. Durán ha manifestado que un momento de migraciones forzosas masivas, Beckmann está más vivo que nunca, porque reflejaba muy bien el dolor de la partida. Durán ha destacado que esta exposición ha sido posible gracias a la predisposición y a la colaboración del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza y de numerosos prestatarios que han accedido a la colaboración. Valentí Farràs, director del CaixaFòrum, ha querido añadir que se han preparado actividades para las escuelas para facilitar la comprensión y divulgación de la exposición.
Una sorpresa agradable
Beckmann no es uno de los artistas más conocidos en nuestro país. Buena parte del público que pasará por el CaixaForum no tendrá un gran conocimiento de él, y probablemente se llevará una sorpresa. Beckmann está alejado de la convencionalidad, pero entra fácilmente por los ojos. Algunos de sus cuadros tienen la fuerza y la luminosidad de un cómic, pero están elaborados con la genialidad de un gran maestro. Las obras de Beckmann construyen un mundo artístico muy particular, todo un universo a descubrir.