Decía la mítica Bette Davis que, en el negocio del cine, no logras el estrellato hasta que te ven como un monstruo. La cita de la legendaria protagonista de Jezabel o Eva al desnudo abre el metraje de MaXXXine, que este viernes llega a las salas de cine. La última y magnífica película de Ti West, cierre de una juguetona trilogía de culto inmediato, ha revolucionado el terror estadounidense con un despliegue cinéfilo temático y estético, mezclando sangre y vísceras con una mirada al fanatismo religioso más desatado, y con una actriz, Mia Goth, en permanente estado de gracia.

La última y magnífica película de Ti West, cierre de una juguetona trilogía de culto inmediato, ha revolucionado el terror estadounidense con un despliegue cinéfilo temático y estético, mezclando sangre y vísceras con una mirada al fanatismo religioso más desatado

Con sello de A24 (la productora independiente que ahora mismo corta el bacalao en Hollywood), la cosa empezó con X (2022), que nos situaba a finales de los años 70 para seguir la peripecia del equipo de rodaje de una película porno que encuentra una localización perfecta en una granja perdida en medio de Texas. ¿Mala idea? Mala idea. Todo acabará, obviamente, como el rosario de la aurora. Sin perder nunca el objetivo de ofrecer un divertidísimo divertimento, valga la redundancia, Ti West volcaba sofisticación formal en medio de un montón de referencias y homenajes al slasher y la serie B, con La matanza de Texas (Tobe Hooper, 1974) como principal inspiración. En la trama, la alegría de vivir de quienes ven el sexo filmado como una forma de liberación y emancipación, o como una manera de llenarse los bolsillos, choca con el puritanismo de los dueños de la casa y de la granja, un matrimonio de ancianos que ve con buenos ojos eso de ir follando sin complejos.

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Mia Goth, una actriz en permanente estado de gracia

En Pearl (2022), Ti West apostaba por explorar las posibilidades de la precuela, y nos llevaba hasta principios de siglo XX, para explicarnos la juventud de aquella anciana que, en la primera entrega, censuraba hasta las últimas consecuencias el comportamiento inapropiado de aquellas personas que filmaban un infinito catálogo de posturas sexuales. En esta mirada a los orígenes del personaje, la Pearl del título soñaba con el mismo futuro glamuroso que veía en las películas, mientras luchaba por romper el aislamiento y la austeridad de la vida en una granja, sufriendo la realidad castradora de unos padres excesivamente estrictos, y desarrollando una personalidad que no auguraba nada bueno. Más truculenta, aún, que el film original, Pearl permitía que Ti West mirara a Hitchcock y Psicosis (1960), a El mago de Oz (1939) y al cine de Douglas Sirk y esos suntuosos melodramas de los años 50, con una estética de colores saturados que alimentaba visualmente la propuesta narrativa.

¿A la tercera va la vencida?

Y llegamos al aparente (porque Ti West no cierra la puerta a volver a ese universo) cierre de la aparente trilogía. En tanto que secuela de la primera película MaXXXine recupera a la superviviente de X para seguirla en su pelea contra el sistema, tratando de quitarse de encima el estigma del porno para triunfar como actriz seria, repitiendo como un mantra la frase que su padre, un fanático predicador evangelista, le inculcó de pequeña: "No aceptaré una vida que no merezco". Estamos en 1986, y Hollywood no es inmune a una ola de puritanismo que lleva a cientos de extremistas defensores de la moral a protestar con pancartas ante los estudios, convencidos de que el cine es uno de los brazos armados de Satanás. Y mientras a Maxine le llega la oportunidad, un asesino en serie va perfeccionando su obra criminal alimentando la sensación de pánico entre los habitantes de Los Ángeles.

Ti West hace un ejercicio de mimetismo creativo, rodando MaXXXine como si se hubiera montado en el DeLorean de Michael J. Fox y se hubiera plantado en los años 80

De nuevo, y sin perder un gramo de personalidad, Ti West hace un ejercicio de mimetismo creativo, rodando MaXXXine como si se hubiera montado en el DeLorean de Michael J. Fox y se hubiera plantado en los años 80. Desde los títulos de crédito o la omnipresencia sonora de los sintetizadores hasta a los movimientos de cámara, los encuadres o los zooms, la película respira la estética ochentera, y West guiña el ojo al cine de Brian De Palma (y, fundamentalmente, a la icónica Doble cuerpo), al giallo, y a los clásicos de la serie B de la época, como Zorras (Adrian Lyne, 1980), Ciudad del crimen (Abel Ferrara, 1984) o Angel (Robert O'Neill, 1984). Y una vez más a la eterna Psicosis, con presencia incluida del Bates Motel.

Con un puñado de escenas para el recuerdo, MaXXXine es una fabulosa fiesta para todos aquellos que conocieron la edad dorada del VHS

Con un puñado de escenas para el recuerdo (de la amenaza en un callejón de un peligroso Buster Keaton hasta el ataque al videoclub), MaXXXine es una fabulosa fiesta para todos aquellos que conocieron la edad dorada del VHS, y confirma a Mia Goth como uno de los talentos imparables del cine estadounidense actual. Además, suma una colección de jugosos personajes secundarios: una carismática pareja de policías (Michelle Monaghan y Bobby Canavale), un siniestro detective que acosa a la protagonista (Kevin Bacon pasándose de vueltas y pasándoselo pipa) , un agente de actores con recursos insospechados (Giancarlo Esposito con una peluca imposible) y una ambiciosa directora (Elizabeth Debicki) que, aunque sea rodando terror de serie B, quiere dejar sello creativo (“con ideas de clase A”) en una industria machista que cosifica y desprecia a las mujeres. Decía la mítica Bette Davis que, en el negocio del cine, no logras el estrellato hasta que te ven como un monstruo. Y Maxine ha tomado buena nota de ello.