Ya pueden ir y venir artistas clásicos, y otros más jóvenes y revolucionarios, que Mayte Martín siempre está ahí. Ella sigue su camino dejándose llevar por el instinto. Nunca se ha atado a nada o a nadie. En lo musical partiendo del flamenco, y desde ahí, llegando a los boleros, al folclore o a lo que haga falta, siempre que sea algo que la pellizque. La prueba está en Tatuajes, un disco en el que le canta a Violeta Parra, a Serrat, a Victor Jara, a Jobim, le da una vuelta a La bien pagá o agarra el hermoso poema Alfonsina y el mar. Mayte transmite su buen momento: está feliz. Sabe lo que ha perdido, pero también lo que ha ganado. Y eso la colma. Incluso se permite elegir su disco favorito: Al cantar a Manuel, obra publicada en 2009. Si tuviese que salvar uno, sería ese. Es su hijo predilecto. Suena Por la mar chica del puerto y brota la emoción, la voz de Mayte es inconfundible, su sello principal. Como en las canciones de Tatuajes, un testimonio de su verdad y su probada versatilidad.   

Entrevista Mayte Martin (2)   Miquel Muñoz
Foto: Miquel Muñoz

Mayte, precisamente esta mañana he hablado con un amigo que trabajó en K-Industria y vivió tu disco de boleros ahí. Creo que es un disco que se sigue vendiendo.
Es un goteo, pero eso es lo importante, que la gente nunca deje de comprar tus discos. Además, cada disco refleja una etapa.

Por cierto, respecto al disco nuevo, una curiosidad: ¿tienes algún tatuaje?
No, ninguno [risas]. En el cuerpito ninguno pero después, en el alma, tengo muchos.

Entonces, ¿por qué Tatuajes
Pues porque son canciones que, desde la primera escucha, se te quedan ahí, impregnados en el sentido, en el inventario emocional. Me pareció un título chulo y creo que no podía llamarse de otra manera.

Y como decías, a veces los tatuajes están en la propia alma. Un tatuaje también puede ser una herida, una fotografía tuya interna de un buen o un mal momento. A veces, sin quererlo, pensamos más en lo malo que en lo bueno.
Es que lo malo nos deja una huella más profunda.

Lo importante es que la gente nunca deje de comprar tus discos

Y más difícil de curar, en cuanto a tiempo y por las armas que tenemos para resolverlo. 
Estoy completamente de acuerdo, es así.

Y en el disco, que hay más, ¿heridas o alegrías?
Hay de todo, y de todos los géneros. Es un disco en el que, sin darme cuenta ni pretenderlo, es un poco el testimonio de mi versatilidad. Creo que de todas mis obras, pues en cada una de ellas me he centrado en un estilo, mis discos de flamenco, mis discos de bolero, mis discos como compositora, musicando los poemas de Manuel Alcántara, recreando clásicos de la música española, por ejemplo de Granados. Y este es como si reuniera todo, y la verdad, yo no me di cuenta hasta que estuve metida en el estudio.

Entrevista Mayte Martin (6)   Miquel Muñoz
Foto: Miquel Muñoz

Supongo que debe ser complicado darse cuenta de cuál es la naturaleza de lo que estás haciendo. Como coger un coche y pillar una carretera, que no sabes qué te vas a encontrar y hasta donde te va a llevar.
Eso es, sin darte cuenta, hasta que no entras no sabes las características de lo que estás haciendo. Cuando grabas un disco se ponen en relieve, son como luces de neón que te muestran la naturaleza de la obra, los defectos, las virtudes. Es un proceso bonito.

Yo creo que también, el hecho de que sean adaptaciones, en este caso lo prefiero al término versiones, te da una cierta libertad, y que no sean composiciones tuyas, creo que hay un engranaje diferente en como enfocas una canción propia a una adaptación.
Totalmente. En una canción propia no tienes una referencia, el de tu instinto o una vivencia propia, pero cuando recreas una cosa que ya está hecha, hay muchos ingredientes que no están en la creación. Realmente, versionar también es una manera de crear. 

Para mi adaptar es un arte, no todo el mundo tiene esa capacidad.
Es como los arquitectos, no es lo mismo crear una obra nueva que restaurar, tienes que tener mucho respeto por lo que ya está hecho, entender muy bien de qué está hecho eso, son muchas cosas. Yo creo que es más difícil versionar que crear desde la nada, desde cero.

Y luego, para seleccionar ese material, no sé si coges papel y un bolígrafo y empiezas a apuntar…
Se selecciona solo. Empiezas a apuntar y ya las tienes. No hay que pensar. Los temas que están ahí no están pensados. Es el sentir que tienen que estar ahí. Van saltando solos al papel.

No es lo mismo crear una obra nueva que restaurar, tienes que tener mucho respeto por lo que ya está hecho

Y está esa versatilidad tuya que se adivina.
Sí, claro. Se detecta y está allí. Es el no limitarte a un género concreto. De repente hay una copla, canción francesa, una de cantautor, folclore, un tema argentino. Ahí hay una mezcla que, sin darme cuenta, en este disco he puesto de manifiesto, más que en ningún otro, mi versatilidad.

Es que, aunque siempre se te asocia de primeras al flamenco, tu trayectoria demuestra que no eres únicamente eso.
De hecho, tengo diez discos, y solo dos son de flamenco.

¿Y te molesta o no que todavía a veces se te asocie solo a ese género?
No, porque yo creo que cada vez más la gente no hace caso a eso.

Quizá ya no etiquetamos tanto. Incluso los periodistas, si bien siempre tenemos que ubicar al lector. Además, tú tienes premios diversos, en Bellas Artes, en poesía. Pero al final, entiendes que sea así.
Sí, claro, Y tanto. El flamenco fue mi primera palabra musical y es lógico que así sea. De hecho, cuando grabé el disco con Tete Montoliu, que fue el primero que yo grabé, no era de flamenco. Aunque yo a él le dije que cantaba flamenco y es lo que llevaba haciendo toda mi vida hasta ese momento, y que lo dejáramos un rato en el cajón hasta que yo sacara mi primer disco, que yo quería que fuera de flamenco. O sea, quiero decir, que mi puesta de largo podía haber sido de boleros con Tete Montoliu. Y quien sabe, quizá ahora sería la bolerista que canta flamenco. Pero es que me da igual. Al final, soy artista. Tengo mi propia manera de filtrar las cosas. De esa manera está latente, sea cual sea el estilo.

Entrevista Mayte Martin (7)   Miquel Muñoz
Foto: Miquel Muñoz

Y creo, que sobre todo, una manera de cantar que te define. Cuando oigo tu voz, sé que es Mayte Martín.
¿Sí? ¡Pues gracias!

En tu caso, es de lo que me sentiría más orgulloso.
Es que de esto una no se da cuenta.

Te lo digo con el corazón en la mano, pues he escuchado muchísimo tus discos y me han acompañado en muchos momentos. Por ejemplo, Tempo Rubato, el anterior a este, lo he escuchado cientos de veces. Es muy emocionante.
Qué bueno. ¿Y qué canciones te gustan? Es que me interesa…

La primera, Soneto de amor, y me gusta también mucho Música de mi locura.  Y es lo que decía antes, hagas lo que hagas, suena tu voz, y es Mayte.
Como decía Juan Valderrama, hay que tener un sello, aunque sea de Correos.

En Tatuajes, una de las canciones que me ha gustado es El breve espacio en que no está de Pablo Milanés. Con el acompañamiento del piano. Ahí te sientes cómoda.
Comodísima, es que si no me siento así, ya no me meto ahí. Yo eso ya lo intuyo. Por ejemplo, cuando me planteé este repertorio, no me di cuenta que había tantos saltos de género.

Y dentro del flamenco, ¿qué te parecen propuestas nuevas así más rompedoras como las de Rocío Márquez o Niño de Elche?
Es que a mí, las cosas me interesan o no en función de qué propuesta es. A mí dentro del flamenco tradicional hay cosas que me interesan y otras no, o en el jazz, cosas que no las aguanto y otras que me fascinan. Depende mucho de lo que me cuente. Y sobre todo, si detecto una verdad, lo importante es la autenticidad. Yo creo en la originalidad intrínseca, no en la buscada.

Además, son campos tan abiertos, con tanto matiz. Al final, todo tiene un qué. Y más sencillo aún: qué te apetece, qué te entra, qué no te entra.
Es eso, fundamentalmente, qué es verdad en ti en ese momento. Pero mira, lo único que a mí me chirría es lo que está hecho buscando una determinada reacción, en el público, o en la prensa, a mí lo de voy a armar follón... en esto no creo.  

Y para eso hay que valer, hay que saber hacerlo, sino se te nota mucho.
Bueno, muy fácil, ¡hay que saber a qué coño hemos venido!