Si nunca me reencarno, me gustaría mucho xerrar mallorquín. Sin renegar de mi catalán central i de Banyoles del cual estoy muy orgullosa, pero... Bueno, eso, que en otra vida yo quiero xerrar mallorquín, ser mallorquina y, si puedo hilar más delgado, yo quiero ser porrerenca. Y, por pedir... ¡también me gustaría tener una casa con un corralet, saludar a los buenos vecinos con un uep! y que mi única preocupación de cada día fuera escoger dónde ir a zamparme un buen variat mallorquín. Y es que cuando viajas a Mallorca con un porrerenc de verdad como Joan Ferrà, lo más importante no es el paisaje ni el hecho de ver cosas y visitar lugares: lo más importante del viaje, aquello que define y condiciona nuestra ruta (y que nos une, també)… es la comida. Y comiendo, comiendo, una servidora ha aprendido muchísimas palabras en solo tres días y qué mejor que compartirlas con todo el mundo. Así pues, bienvenidos a una experiencia gastronómica, lingüística y mallorquina en forma de artículo (y de menú).
Empezamos el día berenant en Palma. Hace falta que haga dos comentarios necesarios sobre esta primera frase. El primer comentario es que en Mallorca berenen cuando nosotros desayunamos... y, sí: ¡eso es un puto lío!, y, el segundo comentario es que se dice Palma a secas y no se tiene que decir nunca Palma de Mallorca. ¿Dónde berenar (merienda de allí y merienda de aquí, también)? En Can Joan de s'Aigo, por ejemplo. ¿Qué comer para merendar? Pues un tassó de leche o de chocolate caliente y una buena ensaimada de crema y manzana, de chocolate, con nata, con cabello de ángel... o uno quarto, un rubiol o un doblegat. También podemos optar por un crespell, una panada o una coca de trampó... Y ahora os podría describir una en una qué es o de qué está hecha cada una de estas delicias, pero pienso que es mucho mejor que vayáis y que lo probéis, porque hay comidas que no se pueden explicar y todas las que acabo de enumerar forman parte de este tipo de comidas. ¡Ah!, también es imprescindible que lo acompañéis al fin y al cabo de un buen helado artesano. ¿De qué? Pues... de albaricoque, de leche merengada o de fraula.
A media mañana, un variat mallorquí. El variat es una deliciosa combinación de diferentes entrantes pequeños. Es una especie de tapa de diferentes tapas. Aunque no quiero decir tapa, porque lo último que querría sería ofender a un mallorquín. ¿Ejemplos de combinaciones? Un variado de calamares a la romana, ensaladilla, patatas y tombet. Porque si al variado le ponemos tombet... ¡la cosa promete! Dónde se puede comer... Pues en muchos sitios. De hecho, hay un grupo de Facebook que se llama "Es variat mallorquí" que reúne a más de 31.500 personas. Allí podréis encontrar muchísimas reseñas con fotografías sobre los mejores lugares donde comer es variat mallorquí.
Si nunca me reencarno, me gustaría mucho xerrar mallorquín
Da igual que a media mañana ya estemos llenos... Se tiene que comer. Y para comer, arroz brut y frit mallorquín (o frit de matanza, si nos conviene). ¡Y si hay caracoles, todavía mejor! En Es Cruce, por ejemplo, donde comer por menos de treinta euros (siendo tres personas) es posible. Y, claro está... al cabo de un rato todavía tendremos que merendar (merendar del nuestro, el de la tarde) y siempre podremos merendar un buen bocadillo de camaiot o bien meterle caña a la sobrasada coenta. ¿Qué sobrasada? Eso ya lo tendréis que escoger vosotros: bisbe, culana, bufeta, risada, poltrú... ¡Y es que en embutidos tampoco les ganaremos, a esta gente! ¡Qué pasada y qué delicia, señoras y señores! Y para cenar, porque también se tiene que cenar, trampó para que todo baje. ¡Y si no baja lo suficiente, trago de hierbas dulces y venga, a dormir y mañana ya podremos volver!