En una industria musical que hace décadas (desde que irrumpió la red de redes y con esta servicios de descargas como el pionero Napster) en constante proceso de cambio y reinvención, el negocio de la música en directo cada vez cobra más relevancia y presencia. La pasta ya no está en la venta de discos, sino en giras mastodónticas en las formas, las fechas y las cifras. Veladas en directo con claros propósitos comerciales. Con todo, los conciertos, los bolos, las actuaciones, en grandes estadios o salas diminutas, siguen siendo fuente de momentos memorables e instantes irrepetibles para seguidores entregados y fans irredentos. Si la música nos continúa arañando el alma, en buena parte es gracias a noches como las que hemos vivido estos últimos doce meses con nuestros artistas de referencia poniendo la banda sonora. Estos son los mejores conciertos que hemos vivido este 2024 según los redactores y las redactoras de Revers.

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Los mejores conciertos del 2024 según la redacción de Revers

  • Morad, 19 de enero, Sant Jordi Club

Más que quererse convertir en una estrella del rock, parece aspirar a ser un líder, un caudillo que a veces recuerda al protagonista de Athena (la última cinta de Romain Gavras) y de otros a un profesor de Educación para la Ciudadanía. El público, demasiado joven o demasiado exaltado para indagar en las cuestiones existenciales que rondan por la cabeza del artista preferido, se limita a hacer gestos estrambóticos con las manos y a filmar, con afán documentalista, todo aquello que pasa sobre el escenario. Mientras tanto, Morad baila, moviendo su cuerpo delgaducho en una especie de dabke tímido, herencia de la tradición milenaria que le ha impedido convertirse en el delincuente que podría haber sido. (Joan Simó)

Morad durante su concierto en el Sant Jordi Club / Foto: Irene Vilà Capafons
  • Bad Gyal, 9 de febrero, Palau Sant Jordi

Bad Gyal es ya una estrella internacional —lo sabe ella, que cuando va a los Estados Unidos vende todas las entradas disponibles en Nova York-— y no tiene que innovar mucho para animar a sus fans. Este concierto, que ha servido para promocionar su nuevo álbum La joia, ha sacado a pasear 36 hits clásicos —entre los cuales no podían faltar Aprendiendo el sexoPussySexis, y Fiebre- comprimidos en una hora y media, cumpliendo así todas las previsiones. Bien, casi todas: la aparición de Morad, ídolo de estas masas, para cantar la canción conjunta Así soy no entraba en el esquema. Con esta sorpresa, incluso los más difíciles de satisfacer se han marchado del Palau con las expectativas superadas. (John McAulay)

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  • Depeche Mode, 16 de marzo, Palau Sant Jordi

Desde el primer segundo, Gahan se puso a todo el mundo en el bolsillo. Moviéndose por todo el escenario, descalzo y con un traje brillante de chaqueta, pantalón y chaleco, parecía un elegante vampiro capaz de hipnotizar a cualquiera de los 17.000 asistentes. Pero cuando Gore salió de detrás de los teclados para reventarlo con la guitarra, todo el público estalló al unísono con Walking in my shoes. Con unas pantallas horizontales demasiado pequeñas, los de última fila también pudieron disfrutar de ver en primer plano la energía de toda la banda tocando temas como It's No Good, su éxito de los noventa, Policy of Truth In Your Room. A pesar de tratarse de un concierto de la gira de su último disco, predominaron los grandes éxitos de las más de cuatro décadas sobre los escenarios. (Eva Sebastián)

  • Rammstein, 11 de junio, Estadi Olímpic

Han pasado más de 25 años desde aquella primera incursión en territorio catalán en una diminuta (e icónica) sala Garatge a punto de arder, pero pongo la mano en el brasero apostando a que nadie que vivió aquella velada ha olvidado aquel bautizo de fuego. Tampoco olvidarán lo que vivieron anoche las más de 52.000 personas (cosa que significa que vendieron todas las entradas manteniendo un poder de convocatoria solo al alcance de unos pocos privilegiados) que subieron hasta el Estadi Olímpic de Montjuïc para disfrutar del directo de los teutones en medio de la tromba de agua más extrema que se ha vivido en Barcelona en los últimos años. El agua, sin embargo, no pudo ni con los ánimos de una audiencia entregadísima, ni apagó el fuego con que Rammstein piromanizan su repertorio. (Oriol Rodríguez)

  • Olivia Rodrigo, 18 de junio, Palau Sant Jordi

Olivia Rodrigo ha demostrado en todo momento naturalidad en el escenario. De niña actriz a estrella del rock. Cada paso que ha dado desprendía aquella seguridad que te dan los veintipocos y toda una vida por delante. Un compromiso absoluto con todo aquello que se vive y se desea. Daba igual si se trataba del dolor de ser sustituida en deja vu, o del daño irreparable de una relación manipulativa en the grudge, ella nos mostraba sus entrañas para que también fueran las nuestras.  (Eva Sebastián)

  • Bruce Springsteen, 20 de junio, Estadi Olímpic

Todo fue mejor de lo previsto, otra noche imperecedera, otro sueño cumplido. Todas las luces se encendieron para que todo el mundo fuera testigo y difundiera el mensaje. Bruce Springsteen se despidió solo en escena reafirmando que nos verá en sus sueños porque sabe de sobras que no hay finitud en esta comunión universal. Y así se obró el milagro, otro milagro para seguir confiando en su eternidad. (Marta Gambín)

🟠 El milagro Bruce Springsteen es infinito
 

Bruce Springsteen en Barcelona / Foto: Montse Giralt
  • Sílvia Pérez Cruz, 26 de junio, Teatre Grec

No sé si hi ha un diccionari musical amb el nom de Sílvia Pérez Cruz, però si està clar que ha influït moltes dones i les ha animat a actuar des del més important que té l'ésser humà: la llibertat. Per elegir, per aprendre, per experimentar... I, sobretot, amb el propòsit innegociable de compartir. No en va, si Silvia ha aconseguit treballar amb tanta gent és perquè reuneix aquests requisits, no només artístics, també vitals (i humans). Fins i tot, en pandèmia, quan estàvem tots a punt de la desesperació, ens va fer un regal enorme via Instagram; no sé si a casa seva o en la de Marc Mezquida, van improvisar un concert a mitges un diumenge a mitja tarda. Una delícia i un gest de generositat incalculable. I com aquest, molts més.  (Toni Castarnado)

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  • Pearl Jam, 6 de julio, Palau Sant Jordi

Con la sensación de no saber qué te vas a encontrar, pero con ciertas expectativas, Pearl Jam han salido al escenario caminando tranquilamente, casi en penumbra y como presentación, una cara B de sus comienzos, Footsteps (estaba en el single de Jeremy y luego se podía encontrar en el recopilatorio de descartes Lost Dogs). No es, en ningún caso, el inicio que esperas. Justo por eso, y otras cosas, son tan especiales. En su caso, el repertorio es imprevisible, cada noche cambia, una idea que les aleja de esos grupos que juegan día sí y día también con las mismas cartas. Y en cuanto llega Given to fly se disipa otra duda: la voz de Eddie Vedder. Por lo visto, en Manchester sufrió de lo lindo con ella. Con los deberes hechos y papeles con notas en castellano dice: "Estamos muy felices de estar aquí hoy con vosotros en la cima de esta montaña, en una de las mejores ciudades del mundo". A lo que prosigue esto: “Las últimas semanas han sido muy malas, hemos sufrido penurias y dolor. Vamos a disfrutar del mejor show de nuestras vidas”. Puede que no sea el mejor, pero si uno que te reconcilia con ellos y verifica lo que hace años que sabemos, Pearl Jam es el último gran reemplazo para el rock. (Toni Castarnado)

Estopa, los primeros catalanes a llenar el Estadio Olímpico / Foto: Montse Giralt
  • Estopa, 10 de julio, Estadi Olímpic

Como previa, el pitido de una cementera que casi nadie entiende, una señal de stop en el escenario e imágenes, creemos que de Cornellà, en las pantallas (luego concretan que es la curva de la ronda de la 15 a la 14). Con la segunda canción, Cacho a cacho y su “acelera un poco más”, se han metido al público en el bolsillo. “Yo no sé si voy a poder acabar, ya estoy afónico a la segunda. Es un mal día para dejar de fumar, pero estamos en casa y no nos vale el empate, tenemos que ganar”, dice David Muñoz. O cuando oscurece y lucen ya las pulseras con lucecitas que nos han dado a la entrada suelta un, “la noche es oscura y alberga horrores". También dejan claro que el guion lo han hecho ellos, así que se van a tomar una birra. “Esto Bruce Springsteen no tiene huevos a hacerlo”, masculla David. (Toni Castarnado)

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  • Death Cab For Cutie + The Postal Service, 27 de agosto, Poble Espanyol

Y cuando ya nos habían dado todo lo que nos podían dar, nos obsequiaron con dos perlas más. Primero con una mágica versión acústica de Such Great Heights, donde Lewis tenía el mismo protagonismo que Gibbard, seguido de una inesperada versión de Enjoy The Silence de Depeche Mode, donde todos los músicos, tanto los de Death Cab For Cutie como los de The Postal Service, tomaron el escenario. Una gran celebración del trabajo bien hecho que pasa la prueba del tiempo. Para muchos será una noche inolvidable, una noche donde la nostalgia dio lugar a un presente brillante. (Eva Sebastián)

  • Residente, 9 de septiembre, Palau Sant Jordi

Una dicotomía que atraviesa el escenario en forma de bonitas contradicciones estratégicamente buscadas: la explosión del hip-hop mezclado con ritmos latinoamericanos, las letras nuevas y los clásicos reinventados, y el ego concentrado en rimas incendiarias y las reivindicaciones globales que lo han hecho famoso. Sin olvidar la idea romántica que lo que importa es el contacto humano y con aquello que es humano, representada por el poder del mundo analógico ante el universo digital gracias a la ilustradora que convierte en imágenes las inquietudes del artista y la máquina de escribir que proyecta los versos cantados en una pantalla gigante hasta que se acaba la tinta y la mecanógrafa decide tirar todos los papeles en el aire porque, realmente, las letras sí que importan y forman parte de la experiencia vital de todos los asistentes. (David Moreu)

Residente en Barcelona, una experiencia colectiva / Foto: Carlos Baglietto
  • Los Planetas, 9 de octubre, Razzmatazz

Jota, al acabar, no pudo evitar reír y preguntar al público si se habían vuelto a sentir jóvenes durante un rato. Las risas, los gritos y los puños de esta noche nos hablaban de otros tiempos, de amores ya no correspondidos, de amistades perdidas, de espacios que ya no son nuestros y de recuerdos que hoy todavía duelen. Todos juntos, en un viaje individual al centro de nuestra memoria, pero con una misma conclusión: treinta años después, Los Planetas siguen siendo la banda más importante de guitarras del Estado español. (Eva Sebastián)

  • St. Vincent, 18 de octubre, Razzmatazz

Con un inicio demoledor con un tema como Reckless, la rampa de acceso a su universo estaba lista. A partir de aquí, hechuras de Prince y sonidos propios de Nine Inch Nails. Con unos músicos con los que conecta, y a los que inmiscuye en su show, ella es la reina, pero es consciente que sin sus compañeros aquello no carbura. Con ocho de las veinte canciones pertenecientes a All Born Screaming, hay postales de Masseduction, como la famosísima New York (aquí hizo crowdsurfing entre el público) o Los Ageless. El concierto no fue todo a piñón, también hubo lugar para el respiro, por ejemplo en Candy Girl (en representación de Daddy´s home, el disco de 2021 sobre el que planeaba la controvertida figura de su padre) y la postrera Somebody like me, también de esa época y con ese talante, con ella a la voz y los teclados de Rachel Eckroth. Con ese bonito y dulce regusto, se marcharon con el convencimiento, que de allí nadie salió decepcionado. El atasco en el puesto de merchandising era la prueba. Dios salve a Annie. (Toni Castarnado)

  • Nick Cave, 24 de octubre, Palau Sant Jordi

La estructura que tienen como banda lo valida todo (inviable este formato de góspel sin esas cuatro coristas), desde arriba la vista era colosal, impactante: el ejemplo de una sinfonía perfecta. Y con menudo sonido, era como estar en sala, pero con las hechuras de un pabellón. Entre esas marismas, olas que azotan como en un vendaval. Unas circunstancias en las que ellos habitan hospedados en la gloria, Nick Cave y sus Bad Seeds nunca fueron presa de un reto fácil. En realidad, son unos mandamases. (Toni Castarnado)

🟠Nick Cave, el guardián entre el centeno
 

  • Tarta Relena, 28 de noviembre, L'Auditori

Entre tantas cosas, Tarta Relena es luz y és color (preponderantes el rojo y el morado). Y también, no lo olvidemos, es sonido. Aquí, y ya sin distinciones, todo va unido, son capas que se superponen unas con otras. Conviven, y sin fricciones, el barroco, el folklore, lo asiático, la clásica contemporánea, los arreglos árabes, la experimentación. Ese y otros, son su terreno; lo pisan firmes y convencidas. Las voces, fuertes y cristalinas, son el pilar. Lo otro surge del más allá. Asimismo, en ese tablero, el papel inestimable de la naturaleza. Sin duda, forma parte del ecosistema: agua y aire, bruma y tormentas. A la par, estructuras sintéticas y percusiones que son su base sonora. Es el campo sobre el que, en esencia, gravitan las canciones. Absolutamente, Tarta Relena es frío y caliente. Ahí juegan ellas, es una emoción a la que llegas por tu propio pie, cada uno por un camino y según la voluntad. Ellas no lo escogen, eres tú el que buscas el hueco y el momento. No hay un contrato o una cláusula que te ate a esa decisión. Son las normas libres de la creación. (Toni Castarnado)
 

🟠Tarta Relena: "El Tiny Desk es muy sincero porque lo que ves es lo que hay"
 

Foto: Carlos Baglietto