La nueva normalidad nos ha apedreado a debates. Especialmente en el sector de la música en vivo, como casi siempre, en el hilo del precipicio (ahora conciertos, ahora no). Pero hay una cosa que nunca se discute: la importancia de las canciones. Da igual si es pop, rock o electrónica. La duración: single, EP o disco. Si mandan las voces o el autotune. Si la música la hacen artistas consolidados o emergentes. ¡Y el tema, se tocan muchísimos! Las obras... Para escoger y remover, todo nos salva. Los artistas siguen acompañando con virtud y poca ayuda estos momentos de conmoción. Y así y todo siguen publicándose discos grandes y redondos como solos. Estos son los 10 mejores álbumes catalanes publicados en el 2021.
¿Quién nos aporta la pausa necesaria entre recuentos y curvas que no allanan del todo? Lo más insospechado. Por ejemplo, el disco de debut de Maria Hein: nácar costumbrista, de producción mínima y una pizca de sal en la voz. Recuerda a otros estrenos mágicos, como los de Maria Jaume o la primera Núria Graham. ¡'Aquell mes de març', cuna agridulce!
Ferran Palau ha ido diluyendo su sonido hasta llegar a hacer canción con lo más mínimo: batería muteada, cuchicheo y melodía. Ni metafísica ni hostias, fórmula consagrada: taylorismo musical... ¡Paradoja! Igualmente detallista y evocador. No se explica sin esta gracia poder lanzar dos discos en un mismo año y que incluyan piezas como 'Amor'.
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Si haces electrónica y te publica un sello alemán... ¡es cómo ser carrilero y que entrene Pep Guardiola: a brillar tete! El sello Mobilee edita The big picture, continuación del celebrado Sons of a thousand sounds, un disco menos mental y más accesible donde el productor valenciano AFFKT juega, así y todo, a las capas: no hay que conocer a Alan Parsons Project ni José Padilla por deleitarse con la lúcida de 'Zambomba' o 'Adiós ayer'.
Ensanchar públicos no siempre pasa para dejar de interesar a aquellos que ya te seguían. Los discos son holgados; cabe mucha cosa. Aquellos que busquen bailoteo y buen rollo sin fronteras tienen 'Petar-ho'. Los que quieran emociones a flor de piel, y una de las mejores canciones del año, 'La gent que estimo' (con laartista en auge Rita Payés, que también ha publicado este año Como la piel). Oques Grasses resignifican lo que es comercial.
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B1n0 se ha propuesto hacer un dream-team de las voces pop catalanas. Aplicando basas electrónicas sin fronteras. Ya lo hicieron con el disco homónimo de 2019 y devuelven con bi, propuesta mejorada, más versátil y arriesgada. ¡Del latin deconstruido con Tarta Relena en la angustiante y glitch 'AHH!' (Marina Herlop). Un EP de cinco canciones, pero de muchos mundos.
Caminos espinosos los de la experimentación. Difícil no quedarse arrinconado en la estética frívola, hacer del atrevimiento una boutade o, peor, resultar más cínico que los debates en Twitter. Sabedores de estos peligros, todavía se tiene que poner más en valor el camino de Tarta Relena: Fiat lux ha doblado la apuesta de Ora pro nobis (2019)... Lorca, canción tradicional georgiana o cánticos afganos conviven con un spoken word, a veces lirista, y una electrónica mínima, medievalista y ambiente. Todo al mismo tiempo. Mérito.
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A estas alturas nadie puede dudar del valor y la sensibilidad de Clara Peya. Lo que es sorprendente es que a cada paso unifique con más sutileza y criterio los dos mundos que siempre lo acompañan: transformación social y melodías vivas. Perifèria es una nueva lapidación de lo que estaba previsto: adiós a la turbulencia de Estòmac y bienvenida la belleza conmovedora y desgarradora. Bienvenida también la voz de Enric Vergaguer. Intestinos con nuevas y bellas formas.
El de Queralt Lahoz es uno de aquellos debuts que engañan: suena a nuevo, pero hace años que va cociéndose. Los discos, como cualquier plato, tiempo y amor. La colomense ya había dejado entrever su espíritu puro pero mezcolado en el EP 1917 (2019), y antes también con 'De la Carmela'. Pureza es todo este rico pasado: flamenco bastardo, urban y músicas bailables.
El atrevimiento no es el principal motor del pop, que busca comunicar de forma –habitualmente– simple; pero se tiene que valorar cuándo este se mezcla con la música accesible. El caso del giro copernicano de Maria Arnal y Marcel Bagés en su segundo disco. Clamor es juego y riesgo, apertura de miras. Pop electrónico con raíces. Una forma genial de hacer progresar el concepto canción.
No es la estética más sorprendente, ni tampoco contiene las letras más curradas. Pero es el premio a destaparse, a quitarse la máscara (no la mascarilla), de un productor con un montón de años en la sombra y que este 2021 ha explotado. De Castelldefels a los Grammy Latinos. De ser el cerebro de El Madrileño de C. Tangana a un disco propio nostálgico y relleno de canciones sencillas pero pegajosas. Esta ha sido el año de Cristian Quirante, Alizzz. No es poca cosa.
Hacer listas es más cruel que cerrar una convocatoria para un partido. Aquí todo el mundo ha entrenado muchísimo. Pero desde que se ha ampliado el número de integrantes por partido por la Covid –no todo podía ser malo–, no se tienen que cometer tantas injusticias: mención de honor a míticos como Joan Colomo y su Disc trist, hiperpop de autor, o Joana Serrat y la americana (sintetizada) de Hardcore from the heart. Gracias para dejárselo todo también en los postrockeros Böira (Cendres - mineral) o en los poperos Marialluïsa (La vida és curta però ampla). Fuerte calor a los debutantes. En el electroshock de CLARAGUILAR con Mistery is all o al folk del EP homónimo de Alanaire. Y bienvenidas siempre las filigranas: electrónica para el buenrollo (Talcö, Artificial island), bandas-bandarra (La Ludwig Band, La misma suerte) y urban de vocación popular (e internacional)... Lildami (Viaje en espiral), Rojuu (Roku Roku) o Bad Gyal (Warm Up). Os necesitamos en todos, equipo.