Memes. Tendrías que convertirte en uno de aquellos misántropos que viven entre abetos, gallinas y paredes de piedra seca en las montañas más gélidas del país para poder escapar de ellos. El fenómeno ha crecido tanto que enmarcarlo únicamente dentro de los márgenes de sus orígenes —foros como 4chan o Reddit— resultaría estúpido.
El humor que desprende un meme, tal como pasa con las ideas políticas o los movimientos sociales, no interpela a los boomers, los millennials y los integrantes de la Gen Z de la misma manera. De hecho, cuando sus creadores difunden uno, lo que están haciendo, conscientemente o no, es transmitir los valores de su generación al mundo. Como estos valores no son los mismos para todo el mundo, el humor intrínseco en el meme falla irremediablemente por una cuestión intergeneracional.
Evidentemente, sin embargo, todo no se puede atribuir al factor edad. Cada grupo generacional tiene sus propias guerras —con la disputa entre derecha e izquierda como eje central y con sus correspondientes nidos de creadores claramente identificados—, si bien es cierto que esta es una cuestión en constante evolución sobre la cual se podrían llenar muchas más páginas.
Los memes son memes. No son mamíferos, músculos o alimentos, de manera que clasificarlos puede resultar un punto fútil. Lo que sí que se puede hacer es intentar dilucidar como es el tipo de contenido que cada generación crea y comparte.
Un ejército de Minions
Es una situación más o menos recurrente. Abres el Facebook —por error o negligencia, sí— y compruebas como tu tío, la maestra de primaria que hace quince años que no ves o el el exprofesor de autoescuela ha compartido un meme. Un meme que más tarde tu padre te envía por WhatsApp. Un meme que, en lugar de hacerte gracia, acaba provocando que sueltes un resoplido, señal inequívoca que habrías reído más viendo cómo un camión atropella a tu gato. Es oficial, acabas de sufrir los efectos de un meme aleccionador.
Los boomers, nacidos entre la década de los 40 y la de los 60, construyen la retórica de sus memes ciñéndose a una premisa: su quinta es la buena y la juventud está perdida. Así, es habitual ver cómo comparten imágenes en las que se ridiculizan las dotes digitales de la Gen Z, se ríen de la precariedad de los millennials —culpando de la falta de oportunidades a los que buscan oportunidades— y se ríen de aspectos como la moda o los tatuajes. Cuando no señalan, bromean sobre el matrimonio, la inmigración o el colectivo LGTBI. Todo, aliñado con toneladas de paternalismo retrógrado y centenares de imágenes prediseñadas de Word, de Minions y, en su variante cien por cien española, de Julio Iglesias.
¿Por qué se comportan así? Probablemente se trata de una cuestión social. Ellos, descubridores del estado del bienestar y parte menos afectada por la precariedad, aprovechan las redes para hacerse valer con nostalgia. Las redes, sin embargo, son el único espacio donde la Generació Tap, retratada por Josep Sala i Cullell, ya no manda.
Del pesimismo a la broma
Y del humor boomer, al humor millennial. Como hablar de neveras o chihuahuas. Si los memes del primer grupo son utilizados como arma para atacar a toda una generación, los del segundo se pueden calificar de autodestructivos.
Los millennials hacen memes sobre su propia tragedia: paro, crisis económica, pocas expectativas de futuro. Etcétera, etcétera, etcétera, no hace falta que os explique todos los componentes de la desgracia. Con el fin de tener que afrontar el hecho de haber nacido en una época corrompida, los millennials —y me permito el lujo de hablar con conocimiento de causa porque soy uno de ellos— han generado un universo inacabable de memes que casi podríamos etiquetar como nihilistas. Eso, aunque no guste en determinados sectores, ha provocado que nuestro grupo frivolice sobre asuntos serios como la depresión, el suicidio y, en general, la desafección por la vida. También que cree memes sobre situaciones relatables —con las que te puedes sentir identificado— y, por encima de todo, que busque la absurdidad constantemente, una tónica que más tarde la Gen Z ha llevado al extremo.
La historia de Harambe, un gorila abatido por arma de fuego en el zoo de Cincinnati, sirve para ejemplarizar esta manera de hacer de los millennials. Los hechos se remontan al 28 de mayo del 2016, cuando un niño de 3 años cayó dentro de la jaula de este simio, un macho con 200 kilos de músculo y mucho amor por repartir. Mientras los visitantes del zoo grababan el momento, Harambe se dedicó a arrastrar el niño por el suelo del recinto talmente como si fuera una compresa usada lanzada justo en medio de una carrera comarcal, motivo por el cual los responsables del zoo tomaron la decisión drástica de matarlo con un tiro de rifle. De matar al gorila, no al niño.
Aunque la decisión de disparar a matar se puede catalogar de lógica, muy pronto los millennials, haciendo gala de una mezcla de sensibilidad e ironía, inundaron la red de memes exigiendo justicia por el simio. La premisa la resumió a la perfección el Washington Post: "Como más intensa y sincera suena la expresión de duelo, más graciosa es la broma".
Reducción al absurdo
Aun así, si hay una generación que ha llevado al extremo el arte de generar memes absurdos, esta es la Z. Nacidos en un contexto tanto o más ilusorio que el de los millennials —y con un componente como la pandemia para acabar de rematar sus expectativas—, los representantes de la Gen Z se han encargado de transformar su desazón en memes. Esta es una de las tesis.
La otra —que defiendo personalmente— apunta que, a base de poner capas de ironía en sus memes, los Z han conseguido crear un espacio seguro donde se autodefinen y se retroalimentan. Un espacio con demasiados estratos para los boomers, siempre incapaces de superar el primer manto irónico de una publicación. En medio de este cosmos, nace el shitposting (publicar mierda), un arte consistente en compartir memes de humor negro, absurdos y sarcásticos y siempre de muy baja calidad. La idea, y quizás sirve para entender la mentalidad de la generación que llega, es la siguiente: cuanto peor, mejor.
Si hay algo que tenemos que agradecer a la Gen Z, sin embargo, es haber plantado cara a los boomers. Quizás por su desenvoltura —característica contraría a las que ostentan los millennials— los Z se han burlado sin complejos de los adultos y de su contenido, hasta el punto que ahora los memes boomers son utilizados por esta generación de manera irónica.