"Llevo mucho tiempo currándomelo y ahora ha explotado todo. Estoy haciendo muchas entrevistas, pero lo más fuerte son las llamadas de representantes de los Estados Unidos, de plataformas, de productoras... Eso es lo más bestia, ¿sabes? Parece mentira cómo puede cambiar una situación de la noche a la mañana. No me hacía ni puñetero caso y ahora...". En las palabras de Caye Casas (Terrassa, 1976) se mezclan la satisfacción, la constatación de la ceguera conservadora de la industria española y toneladas por sorpresa con todo lo que está pasando, la misma flipadura que hace unos días expresó Stephen King en las redes sociales después de ver La mesita del comedor.

Una experiencia perturbadora

En la intrahistoria de la recomendación del escritor norteamericano hay otro cineasta que hizo de puente. Casas nos explica que, después de un estreno reducido en los Estados Unidos, el feedback de tiktokers y de influencers especializados en terror se empezó a viralizar el impacto que provoca la película. La cosa fue captada por el radar del autor de El resplandor o Misery. Y aquí entra un actor secundario pero fundamental: Mick Garris, director de cine y adaptador de King en Sonámbulos (1992) o a la serie The Stand (2020-2021). "Mick había visto la película en un festival y le encantó. Y, en el contexto de las reacciones virales, recibió una llamada de Stephen King interesándose. Garris me escribió preguntándome si le podía hacer llegar el filme. Si hace falta, lo llevo yo nadando", explica soltando una carcajada. "A las seis horas ya lo había visto, y, antes de hacer el tuit, King me envió un mail muy cortito felicitándome. Y a partir de aquí ya..."

El entusiasmo del escritor de Maine no es para menos: con La mesita del comedor, Casas provoca una de las experiencias más bestias y perturbadoras que el firmante de este artículo ha vivido en una sala de cine

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Caye Casas, el director de cine catalán que ha asustado a Stephen King

El entusiasmo del escritor de Maine no es para menos: con La mesita del comedor, Casas provoca una de las experiencias más bestias y perturbadoras que el firmante de este artículo ha vivido en una sala de cine. No solo eso: rodada en 10 días y con un presupuesto ínfimo, la película empieza casi como una comedia doméstica sobre una pareja (David Pareja y Estefanía de los Santos) que, con su bebé recién nacido, y después de pasearse por una decadente tienda de muebles, discute sobre si comprar o no una mesilla horrorosa por el comedor de casa. Una premisa que esconde la hostia con la mano plana que está por venir. Una pesadilla de proporciones cósmicas, con interpretaciones sensacionales (a la pareja protagonista hay que añadir Claudia Riera, Gala Floras, Josep Maria Riera y, en pequeños papeles, Eduardo Antuña y la añorada Itziar Castro), un trabajo brillantísimo de fotografía y dirección artística que contribuyen que la película luzca como si la financiación fuera muy superior a lo que es. Eso y un guion atrevido, trufado de un incomodísimo humor negro, que pone a prueba los límites de los espectadores. "Hay gente que ríe y hay otra gente totalmente en shock a quien le molesta que el del lado esté riendo. Eso a mí me encanta. La película te gustará o no, pero puedo asegurar que nadie se olvidará", afirma el cineasta.

Ninguna compañía la quiso comprar, y Casas y sus productores tuvieron que distribuirla por su parte, con pocas sesiones y todavía menos salas

Este viernes Filmin la incorpora a su catálogo, después de convertirse en un título casi maldito, porque sufrió una distribución muy reducida: ninguna compañía la quiso comprar, y Casas y sus productores tuvieron que distribuirla ellos mismos, con pocas sesiones y todavía menos salas, a pesar de ir acumulando premios en varios festivales internacionales dedicados al cine fantástico y de terror. Desde su presentación en el Festival de Tallin (Estonia), el filme ha levantado galardones al Fantasporto portugués, al BIFF de Brusseles, al Fantaspoa de Porto Alegre o nuestro Terrormolins, entre muchos otros.

Censura y emociones fuertes

Paradójicamente, aquí no lo ha visto casi nadie. De entrada, os diremos, nosotros y el mismo Casas, que La mesita del comedor es una película que hace de mal recomendar: "La fuerza de la película es, también, el principal handicap que tiene. Es decir, psicológicamente es una peli muy fuerte, muy dura, y eso mismo es su gran poder. También te digo que siempre he pensado que, con un buen marketing detrás, podría haber sido un blockbuster. Pero somos una película independiente catalana, de bajo coste, sin pasta para hacer publicidad, ni nada. Hasta ahora, las plataformas no la han querido, pero ahora llegará a Filmin. Tengo que decir que ya teníamos un acuerdo con ellos antes del tuit de Stephen King. Y yo espero lo que espera todo autor: que la vea cuanta más gente mejor, sabiendo que es arriesgada, dura, perturbadora, y que no es para todos los públicos. Pero si quieres emociones fuertes, es tu peli".

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La mesita del comedor se puede ver desde hoy en Filmin

La fuerza de la película es, también, el principal handicap que tiene. Es decir, psicológicamente es una peli muy fuerte, mucho dura, y eso mismo es su gran poder

Hablábamos del conservadurismo imperante de la industria cinematográfica, y Caye Casas lo tiene claro: "El gran problema es la censura. Y la autocensura, que es todavía peor. En las grandes plataformas o en la industria, hay unas líneas rojas y hasta aquí llegas. En el mundo del arte eso no tendría que existir. Y, si hablamos de terror, hostia, tú lo que quieres, como espectador del género, es pasarlo fatal, que te perturben, pasar miedo. Si haces la misma película de exorcismos cada dos años, por muy bien hecha que esté, por mucho presupuesto que tengas, o haces la típica de zombies o la típica de sustos... A mí me cansan. Y creo que hay autores y autoras que tenemos una voz diferente, con historias diferentes, y con ganas que el público lo pase mal de verdad. Ahora, si las plataformas y las productoras y las distribuidoras te dicen que eso no, pues nos volvemos invisibles. Hasta que viene Stephen King y te dice: no, mira, esto me ha gustado. Y cambia todo".

Hay autores y autoras que tenemos una voz diferente, con historias diferentes, y con ganas que el público lo pase mal de verdad

La mesita del comedor es el segundo largometraje de Caye Casas, y el primero que firma en solitario. Antes, a cuatro manos con Albert Pintó, había dirigido la muy reivindicable Matar a Dios (2017) y cortometrajes como los magníficos R.I.P. (2017) o Nada S. A. (2014), que ya mostraban un destacable talento para sacar petróleo, visual y narrativo, a presupuestos escasos. La pareja creativa se separó cuando Pintó hizo camino en solitario, rodando para Netflix series como La Casa de Papel o Berlín, o el filme Nowhere. "Él entró en la industria e hizo su camino muy exitoso. Y a mí, la verdad es que no me hacían ni puñetero caso. Nadie. Ningún proyecto que presentaba recibía ayudas, tampoco tenía propuestas que me llegaran. Estaba en una depresión artística muy fuerte. Después de Matar a Dios, trabajé... y trabajo, de hecho, vendiendo juguetes y en una horchatería de Terrassa. La mejor del mundo, por cierto, la Orxateria Ribera. Y pensaba que no volvería a rodar una película". Lo hizo. "Una amiga me dijo que me dejaba gratuitamente su piso durante un mes, y decidí aprovechar para hacer la peli más arriesgada, posiblemente la última que haría. Una historia que me salió del estómago, superarriesgada, a contracorriente de todo lo que se está haciendo ahora: despidámonos a lo grande. Y así fue", dice.

Ahora, sin embargo, Casas quiere aprovechar la coyuntura y sacar adelante alguno de los proyectos que ya estaba moviendo antes de la recomendación inesperada de Stephen King, dispuesto a luchar por mantener las amplias cuotas de libertad que le aseguraba hacer cine desde los márgenes: "Tengo 47 años, ya no soy un niño. Así que intentaré seguir mi línea. Tendrán que ver que tengo cierta credibilidad después de lo que he hecho. Y, como te he dicho, estoy en contra de la autocensura y la censura. A partir de aquí, no sé qué pasará. Pero me gustaría hacer mis historias con libertad y con recursos, sin que me corten las alas", remata.