Todo lo que se mueve causa una gran fascinación a los niños: trenes, metros, aviones, excavadoras, helicópteros y también, obviamente, barcos. Mi barco (Kalandraka editorial, con traducción de al castellano de Carlos Heras, en catalán El meu vaixell, con traducción de Maria Luchetti) es un álbum ilustrado, pues, que interesa inmediatamente a los chiquillos. Pero es, además, un libro que por su belleza cautivará a los adultos.
Inmersión en el mundo marítimo
Mi barco es la historia de la relación entre un marinero y el Clementine, el barco frigorífico en que se embarca, en San Francisco, cuando es joven, a principios de los años 1930, y a bordo del cual pasará muchos años. Un libro que refleja una minuciosa investigación de Innocenti sobre el mundo de la navegación. Pero el libro no sólo va de barcos, sinó que a través de sus ilustraciones, Innocenti traslada al lector (infantil y adulto) en un sugerente viaje por el mundo, que lo llevará a Brasil, a Polonia, al Ártico, a Panamá, a los mares del Sur...
Un barco en el mundo
La historia del Clementine dibujada por Innocenti, será, al mismo tiempo, una historia del siglo XX. Sin discursos bienintencionado, no evita los temas más difíciles. Mi barco se hace presente en los lugares más conflictivos del Planeta. Así, pasará por la guerra civil española, participará con los aliados en los combates navales del Atlántico, visitará el mundo colonial, llegará hasta la Polonia de Solidarnosc... Los episodios más oscuros de la historia darán paso a las escenas más luminosas, y pese a una tristeza bien arraigada, la obra de Innocenti no deja de ser un canto a la esperanza, pero con la clara voluntad de no esconder nada a sus lectores.
Un grande para pequeños
El italiano Roberto Innocenti (1940) afirma que su vocación por el arte le viene de su primer trabajo: dependiente en una tienda de souvenirs, dónde se vendían estampas y reproducciones de obras artísticas. Se ha dedicado al diseño gráfico y a la publicidad, pero se ha hecho famoso, sobre todo, por su dedicación a la ilustración infantil. Una vocación tardía, y que fue muy controvertida, porque Innocenti se niega a hacer libros fáciles con final feliz, como pretenden muchos editores infantiles. Ha adaptado varios clásicos, pero siempre dándoles una peculiar visión personal: publicó una controvertida versión de Caperucita (Símbolo Editorial), pero también de Pinocho (también en Kalandraka) y de Cenicienta (en castellano, en la editorial SM). A años luz de las visiones edulcoradas de Disney, los cuentos de Innocenti reflejan una gran dureza (también ha ilustrado la Canción de Navidad de Dickens, en castellano en Kalandraka). Incluso ha sido capaz de dibujar el holocausto de los judíos en La historia de Erika (también en Kalandraka). Su libro La casa, editado en castellano también por Kalandraka, retrataba con tono melancólico una muy documentada historia de una casa rural, durante todo un siglo. A pesar de que Innocenti se sale de la línea habitual de los autores de literatura infantil, en 2008 recibió el prestigioso premio Hans Christian Andersen de este sector.
Palabras, las justas
El dibujo de Innocenti, preciso y sensible, y con un punto melancólico, probablemente fascinará a niños y a mayores. Mi barco es un libro que tiene muchas lecturas: desde una simple recopilación de bellas imágenes marineras, hasta una reflexión sobre la inevitabilidad de la muerte. Es un libro que, con un mínimo de palabras, puede motivar una reflexión sobre la historia, sobre la navegación, sobre geografía... O, simplemente, puede encantar por sus ilustraciones. Una obra original, que trata a los niños como a seres inteligentes y les ofrece lo mejor.