A finales de la década de los sesenta, Bill Owens era uno de los fotógrafos norteamericanos más reconocidos gracias a la cobertura que hizo de las protestas en contra de la guerra de Vietnam y del catastrófico concierto de Altamont, donde asesinaron a un joven afroamericano durante la actuación de los Rolling Stones. En aquella época se trasladó con su familia a una casa en las afueras de la ciudad californiana de Livermore y decidió retratar sus vecinos y amigos para mostrar aquel estilo de vida aparentemente idílico y perfecto. En 1972 publicó un aclamado libro titulado Suburbia, que recopilaba las 127 instantáneas más curiosas de aquella serie en blanco y negro. En una de ellas aparece una familia sentada en sillas plegables en la entrada de su garaje. Se titula: En nuestra casa, la sala de estar está situada en la parte de atrás, de manera que por la noche nos sentamos delante del garaje y vemos pasar el tráfico. Este título tan delirante resume perfectamente los claroscuros del sueño americano, que se convierten en el eje central de la exposición Suburbia que se puede visitar en el CCCB hasta el 8 de septiembre.
La imagen es inconfundible y la hemos visto en centenares de películas, documentales, series de televisión y portadas de libros: una vivienda unifamiliar rodeada de césped inmaculado, garaje adyacente y piscina en el patio de atrás. Los políticos y los empresarios afirman que eso es el auténtico sueño americano, aunque sus detractores argumentan que es un producto más del capitalismo salvaje porque, desde las altas esferas, se han utilizado contundentes argumentos de venta con el objetivo de imponer este supuesto ideal urbanístico sin tener en cuenta sus consecuencias. La polémica está servida y, aunque hoy podemos empezar a sacar conclusiones sobre la magnitud de la tragedia, hace medio siglo nadie se cuestionaba la manera de vivir en los suburbios porque se creía que mezclaba las ventajas del campo con las comodidades de la ciudad. Tal como se comenta en uno de los paneles de la exposición: "Era el lugar ideal para ver crecer a los niños. Verde, tranquilo, silencioso y seguro". El paso del tiempo acabaría demostrando el contrario.
La imagen es inconfundible y la hemos visto en centenares de películas, documentales, series de televisión y portadas de libros: una vivienda unifamiliar rodeada de césped inmaculado, garaje adyacente y piscina en el patio de atrás
La felicidad eran las barbacoas
Se acostumbra a decir que los primeros colonos europeos ya soñaban con una casa y un trozo del suelo para cultivar cuando atravesaron el Atlántico a bordo del Mayflower rumbo al nuevo Mundo en el siglo XVII. Entonces se desplazaban a caballo y las distancias que podían recorrer todavía eran a escala humana. Esta situación empezó a cambiar a mediados de siglo XIX con la llegada del ferrocarril a vapor, después el auge del tranvía eléctrico y, finalmente, la consolidación del automóvil. En cuestión de una década, los Estados Unidos quedaron totalmente transformados por una red de autopistas interestatales que sustituían las carreteras tradicionales (la famosa Ruta 66 ya no existe como tal). En la exposición se refleja perfectamente este cambio gracias a sorprendentes imágenes de archivo de la época, planos de la construcción de autopistas, documentales del boom urbanístico e, incluso, se puede ver el legendario Ford T, un coche familiar del cual se vendieron más de quince millones de unidades entre 1908 y 1927.
Todo eso contribuyó a hacer que la población norteamericana de clase media iniciara un peregrinaje hacia las nuevas urbanizaciones construidas en los suburbios porque los medios de comunicación y los políticos afirmaban que el centro de las ciudades no era un "buen lugar" donde vivir con la familia. Esta migración del downtown a la periferia se sostenía únicamente gracias a la expansión del automóvil como medio de transporte mayoritario. Eso tuvo dos consecuencias muy importantes que hoy todavía vemos cada día en otros formatos. La primera fue el aumento progresivo de la contaminación (tenemos que recordar que los Estados Unidos son el segundo país más contaminante del mundo después de China). La segunda fue la aparición de un nuevo perfil social, los commuters, formado por hombres (padres de familia en la mayoría de los casos) que iban a trabajar en el centro de las ciudades en coche y volvían cada tarde en el hogar familiar para encontrarse con su esposa y jugar con sus hijos antes de cenar delante del televisor.
Este fue el modelo de vida que "compró" los millares de baby-boomers que volvieron de la Segunda Guerra Mundial y empezaron de cero en el país de las grandes oportunidades después de la caída de los fascismos en Europa. Tal como se afirma en uno de los paneles expositivos: "se trataba de gente de la misma edad, con el mismo color de piel, las mismas experiencias vitales, las mismas hipotecas y la misma sensación de empezar de cero". La felicidad eran las barbacoas que organizaban con los vecinos los domingos al mediodía en unas urbanizaciones impersonales que estaban al servicio del automóvil. Mientras las sitcoms se convertían en las reinas absolutas de la programación televisiva con sus historias de familias felices en los suburbios (con unas carcajadas enlatadas que evidenciaban la artificialidad de este modelo), de puertas afuera se vivía una realidad completamente diferente a causa de la segregación racial.
Este fue el modelo de vida que "compró" los millares de baby-boomers que volvieron de la Segunda Guerra Mundial y empezaron de cero en el país de las grandes oportunidades después de la caída de los fascismos en Europa.
La Ley de Derechos Civiles de 1964 fue revolucionaria en los Estados Unidos porque declaró ilegal la discriminación contra los afroamericanos y las mujeres, incluidas todas las formas de segregación. El derecho a una vivienda digna también fue una de las claves de la lucha por los derechos civiles en aquella época. Justo una semana después del asesinato de Martin Luther King en abril de 1968, la Cámara de Representantes aprobó la Fair Housing Act, una ley firmada por el presidente Johnson para poner fin a la discriminación en el alquiler o la venta de bienes inmuebles para|por cuestiones de raza, religión u orígenes nacionales. Sobre el papel se trataba de un gran avance en términos de igualdad, pero en la práctica demostró ser un nuevo catalizador de problemas a causa del racismo de facto que seguía imperando a la sociedad.
El sueño se convierte en pesadilla
En un contexto marcado por la Guerra Fría, la crisis del petróleo, el auge del Black Power y el escándalo Watergate, la "plácida" vida en los suburbios se convirtió, poco a poco, en una pesadilla de proporciones épicas a causa de los miedos y las paranoias que el mismo sistema se encargaba de alimentar en beneficio propio (la cara oculta de la misma moneda). Tal como se comenta en uno de los paneles de la exposición: "Y la noche se hizo en Suburbia. Lo que había sido un sueño se convirtió en una pesadilla. La idea de un lugar seguro, saludable y alegre se contaminó progresivamente de miedos, terrores y paranoias. Se cerraron las cerraduras y se instalaron alarmas". Además, con la proliferación de las viviendas en serie se consolidó un nuevo género, denominado gótico suburbano, que empezó a manifestarse en la literatura y el cine desde finales de la década de los setenta y tuvo su apogeo a la década de los noventa.
Está en esta parte de la exposición donde podemos adentrarnos en libros que trataron esta decadencia de la vida en los barrios residenciales norteamericanos y en películas (como Happiness de Todd Solondz) que retrataron de manera cruda los miedos y las paranoias de la clase media norteamericana. También podemos ver las espectaculares fotografías de Gregory Crewdson, que son grandes producciones cinematográficas reducidas a una única imagen, pero con elaboradas puestas en escena y famosos actores de Hollywood como protagonistas anónimos, que nos magnifican la pesadilla del sueño americano con detalles sutiles que esconden más lecturas de las que aparentan a simple vista (el césped levantado y acumulado por William H. Macy en el garaje de su casa es escalofriante).
Las espectaculares fotografías de Gregory Crewdson, que son grandes producciones cinematográficas reducidas a una única imagen, pero con elaboradas puestas en escena y famosos actores de Hollywood
¿Cuál es la conclusión de la exposición? Como se acostumbra a decir en estos casos, cada espectador y espectadora hará sus propias lecturas del bombardeo de información que los responsables del CCCB han desplegado en esta muestra tan ambiciosa. Lo que está claro es que, a pesar de los claroscuros que esconde este modelo urbanístico, cada vez son más las familias europeas que deciden (o se ven obligadas a) perseguir su versión del sueño americano en las urbanizaciones de la periferia de sus respectivas ciudades, ya sea Barcelona, Madrid, Berlín o Atenas. Todo eso en medio de un contexto de gentrificación, turismo de masas, cambio climático, auge del comercio en línea, fracaso del coche eléctrico y migraciones masivas que buscan acariciar el mito del bienestar de Occidente.
Para acabar, dos detalles en forma de cifras que resuenan por encima del resto. El primero: en el 2044 los Estados Unidos se convertirán en un país de minorías. El segundo: el 38% de los 311 municipios de la provincia de Barcelona tienen urbanizaciones con déficits urbanísticos. Una vez más, las reglas del juego están cambiando delante de nuestras narices y el futuro se escribe a cada paso que damos. Más que una exposición, se trata de un llamamiento a la acción ante el cual no podemos permanecer impasibles. Tal como decía el cantante y poeta afroamericano Gil Scott-Heron: "La revolución no será televisada, la viviremos en directo".