El paisaje de Asturias esconde lugares que son puertas a otros mundos, explica la leyenda que introduce cada uno de los 9 episodios de Alma, la producción de Netflix surgida de la fértil imaginación de Sergio G. Sánchez, el compañero de batallas de Jota Bayona desde la autoría de los guiones de El orfanato (2006) y Lo imposible (2012), y director de El secreto de Marrowbone (2017). La leyenda en cuestión habla de demonios, de posesiones, de sacrificios humanos, de criaturas sobrenaturales y de portales interdimensionales. La leyenda en cuestión quizás es menos legendaria y más real de lo que nadie podía pensar y quiere creer.

La trama de la nueva serie que Netflix estrena mañana empieza en un refugio de montaña donde un grupo de adolescentes pasa unos días. Una estada feliz truncada por un accidente de autobús causado por una misteriosa niebla, que deja sólo un puñado de supervivientes. Una de ellas es Alma, a quien interpreta la catalana Mireia Oriol (Argentona, 1996), conocidísima en nuestra casa por el fenómeno Les de l'hoquei. Sobre sus hombros descansa un personaje que desarrolla un arco narrativo enorme, que incluye una amnesia y una multiplicación de personalidades que sólo entenderéis siguiendo cada giro argumental, cada sorpresa, cada repliegue, cada rincón de un guion tan sagaz como adictivo, con el que Sergio G. Sánchez ha hecho su particular catarsis. Y es que él mismo sufrió, el año 2005, un accidente de coche que lo hizo caer 12 metros, lo tuvo cuatro meses ingresado en un hospital y casi lo deja en una silla de ruedas. Él, como la protagonista de esta serie, tampoco recordaba nada del accidente.

Foto: Lander Larrañaga

"Es un personaje con una complejidad identitaria enorme", nos explica Mireia Oriol. "Sin entrar en detalles, te diré que cuando me preparaba para interpretarlo, casi pensaba en cinco personajes diferentes. Era un reto", afirma, antes de confesarnos de forma muy natural, y sin ambages, las inseguridades que la apretaron: "De hecho, al principio pensaba que me echarían, que no sería capaz de abordarlo, que era imposible. Sentía desconfianza hacia mí misma y hacia dominar la técnica para hacer posible el trabajo. Estaba muy preocupada, muy obsesionada por trabajar pequeños gestos, pequeños detalles, para conseguir que todo fuera muy claro". Alma pide cierta paciencia al espectador, porque la historia es retorcida y está llena de ramificaciones, y de alguna que otra trampa narrativa: "Te tengo que confesar que, leyendo los guiones, hubo un momento en que me sentí muy tonta", continúa Oriol. "Según avanzaba, llegó un momento en que pensé que me habían vacilado, y como no me había dado cuenta de nada, los releí. Creo que si ves la serie una segunda vez, te das cuenta de las pistas tan claras que te va dejando desde el principio... El guion es muy hábil, juega muy bien a enredarte, me gusta mucho".

Al principio pensaba que me echarían, que no sería capaz de abordar al personaje, que era imposible; sentía desconfianza hacia mí misma

La actriz sigue dando valor a la astucia de la escritura de Sánchez: "Soy cero objetiva, pero me parece que el guion es una obra de arte. No deja cabos sin atar, los personajes son complejos... Sergio es alguien con un mundo interior muy rico, con una imaginación desbordante, con mucha sensibilidad, y la historia está impregnada de todo eso. Más allá del amor por el género que también ha mostrado en anteriores trabajos, hay este sello personal tan claro". Director de algunos capítulos de la serie junto con Kike Maíllo (autor de filmes como Eva o Cosmética del enemigo), Sánchez juega, como ya hacía en El orfanato, con elementos del fantástico y el terror psicológico para hablar, en realidad, de otra cosa. Y aquí son las emociones, el amor, la amistad, la familia, la salud mental o la identidad sexual. Y el tráfico entre la vida y la muerte. El meloterror, o el terror melodramático, está servido.

Foto: Lander Larrañaga

Una prota en Netflix

Es evidente que una serie tan ambiciosa como Alma puede suponer un antes y un después para la carrera de cualquiera. Y aquí hay una buena plantilla de promesas, un reparto de jóvenes con trayectorias que podrían tomar vuelo si la producción funciona. Y, al lado de Claudia Roset, Álex Villazán, Javier Morgade o Nil Cardoner (cuenta con el, probablemente involuntario, guiño con su papel en Pulseras rojas), quien brilla por encima de todos es Mireia Oriol. Aparte de Les de l'hoquei, la actriz argentonina ha participado en otros productos televisivos como Terror.app o Com si fos ahir, y tuvo un papel relevante a El pacto, otro relato que ponía los pelos de punta, dirigido por David Victori y donde hacía de hija de Belén Rueda.

Pero encabezar el reparto de Alma es otra cosa, y ella es plenamente consciente de ello: "Hacer un prota en una serie de Netflix es un peldaño más, está claro. No tanto a nivel de rodaje, aunque fuera un proyecto grande, pero sí a nivel de impacto, de la cantidad de gente que pueda verla. Y sí, hay una presión añadida, te sientes muy responsable, si tú estás mal, la serie estará mal. Y piensas que el trabajo de toda esta gente estará mal por culpa tuya", se sincera la joven intérprete. Y continúa: "Es una presión de mierda, no aporta nada pensar en eso, pero lo tenía en la cabeza: tía, te lo tienes que currar mucho, tienes que estar muy concentrada, que todo se entienda y que llegue a la gente... Cuando hacía las pruebas de maquillaje, de cámara, sentía que todo me sobrepasaba. Pensaba que no podría liderar eso. Recuerdo mucho la primera semana de rodaje, Sergio me decía constantemente que necesitaba que yo confiara en lo que estaba haciendo, en mí misma y en él. Que si yo estaba allí era porque me lo había ganado, porque me lo había trabajado. Estaba rígida, me lo sabía todo perfecto pero Sergio me decía que fluyera, que me relajara. Y me lo tatué (nos enseña un pequeño tatuaje en el antebrazo), son unos triángulos que significan plano a plano. No puedo poner los cinco sentidos en todo todo el rato, así que iré plano a plano, paso a paso. Y no me generaré expectativas, lo iré gestionando poco a poco", afirma.

Después del rodaje, pasé un tiempo bastante intenso de mucha ansiedad, de no saber gestionar la incertidumbre

La actriz, en todo caso, fue capaz de superar los miedos y la maldita presión y acabó haciendo un trabajo magnífico que, eso sí, hemos tenido que esperar demasiado tiempo para comprobar. "Este año y medio que ha pasado desde que acabamos el rodaje ha sido complicado, bastante inquietante. Cuando ruedas una serie así dejas mucha energía, gran parte de ti misma. Cuando volví a la realidad después del rodaje, estaba bastante desubicada. De alguna manera había estado unos meses dentro de una burbuja, y los amigos y la familia habían seguido con sus vidas. Por suerte eso ya ha pasado, pero pasé un tiempo bastante intenso de mucha ansiedad, de no saber gestionar la incertidumbre, de estar descolocada. Fui a vivir a Madrid, sin saber muy bien por qué. Habían sido muchos meses metida en el personaje y en el proyecto, y de alguna manera me había desenganchado de quien era yo antes de empezar el trabajo. Suena extraño, pero de alguna manera necesitaba reencontrar mis anclajes en tierra. Afortunadamente esta sensación, esta etapa, ha trascendido. Llevamos mucho tiempo de espera y confío mucho en la serie, que es una cosa nada habitual en mí, normalmente soy muy crítica con todo lo que hago. No sé si será exitosa, pero me gusta qué explicamos, y me siento muy orgullosa del resultado final", explica.

Desfiles y salud mental

Es cada vez más habitual que cineastas, actores y actrices, sobre todo los quien forman parte de las nuevas generaciones, hablen abiertamente de sus conflictos con la salud mental. "Creo que ahora estoy en un momento bastante consciente de quién soy, hace tiempo que hago terapia, porque creo que es importante cuidarse en este aspecto, ordenarse: al final tenemos una vida bastante intensa, con muchos momentos que estás a full, pero también muchos otros que estás en casa rascándote la nariz y pensando qué sentido tiene todo", apunta Mireia Oriol.

El trabajo de modelo no siempre es guay, es difícil ser consciente de ciertas cosas cuando eres jovencita

Quizás tiene que ver el haber experimentado desde muy joven los vaivenes de una profesión todavía más intensa que la de interpretar. Y es que nuestra protagonista hizo de modelo desde muy joven. "Fue una época de mucho movimiento, ahora aquí y ahora allí, y había un cierto punto de dejarme llevar, sin tomar del todo mis propias decisiones. Creo que todo aquello me sirvió de mucho. De hecho, con la moda tengo una relación de amor-odio, por un lado es un arte, toda la preparación de la creación, los desfiles... Y por el otro, el trabajo de modelo no siempre es guay, es difícil ser consciente de ciertas cosas cuando eres jovencita, es complicado tener la fuerza mental para poner límites, para decir que eso no me conviene o no me apetece. Y creo que ahora lo encaro todo más desde los límites, desde el respeto por mí misma, y desde darme el espacio para ver cómo me sienta hacer una determinada cosa", razona.

Oriol sigue reflexionando sobre el cambio radical que supuso hacer el cambio de la moda por el cine y la televisión: "En la interpretación siento que tengo muchas más cosas decir. Siento que hay un trabajo de desarrollo emocional, incluso físico, y un crecimiento. También hay comparaciones, y mucha exigencia. Yo soy muy exigente. Pero lo vivo de una manera muy diferente. Supongo que porque con la interpretación siento una vocación real, es una profesión que quiero luchar aunque sea complicada. Y con la moda nunca me sentí enganchada de la misma manera, y a la mínima que la cosa iba mal todo me hacía mucho palo", confesa.

Foto: Quim Vives

Le preguntamos a Mireia Oriol por el éxito de Les de l'hoquei y por como un personaje como el que hacía (y, en cierta manera, también pasa con Alma) puede convertirse en un referente para un público joven que probablemente necesita espejos en la ficción. "Sí es cierto que aspectos como la identidad sexual se están integrando en las tramas de una manera más natural. Y yo me siento muy orgullosa cuando hago un trabajo que puede convertirse en un referente. Si con un personaje puedes visibilizar una problemática o si puedes ayudar a alguien... este es uno de los motivos por los cuales escojo algunos trabajos. Sin embargo, aunque la cosa está cambiando, creo que siguen faltando referentes para jóvenes. Y sobre todo hay muchas historias para jóvenes escritas por personas mayores, y creo que es importante dar voz a nuevos creadores. Es necesario que los jóvenes tengan más oportunidades para crear sus propios referentes, para hacer su propia ficción, para hacer escuchar su voz".

Siguen faltando referentes para jóvenes

En este sentido, Oriol ha dado un paso adelante: "Sí, estoy moviendo un proyecto propio, una historia personal de cuando me marché a vivir a Londres. Acababa de dejar la moda, lo suspendía todo en la universidad, tenía una relación bastante complicada, sufría anorexia... había un batiburrillo de cosas y decidí romper con todo e irme a Inglaterra a estudiar interpretación. Y me alojé en un convento de monjas, que era todo lo contrario de lo que se suponía que buscaba. Yo quería libertad y acabé en un convento, las raíces te persiguen", dice entre risas. Y sigue dando algunos detalles, pocos, del guion que ha escrito, y que ha pasado por varias fases. "Habla de la contraposición entre el mundo de la interpretación, que te obliga a bajar a los infiernos y te acompaña en el camino de la búsqueda de la identidad, y el mundo de las normas, de la feminidad, que a mí me hacía sentir oprimida: eso de que una chica tiene que ser inteligente, simpática, tímida, buena niña... También habla de la identidad sexual, y de los trastornos alimentarios, de las relaciones tóxicas tanto en el amor como en la amistad. Hace unos años que me puse a escribir, pero el último año ha cogido impulso y forma, y estoy gestionando esta cosa de que deje de ser mío para enseñarlo. Será una película, pero no puedo decir nada más", remata dejándonos con el misterio. De momento, veremos si la carrera de Mireia Oriol da un salto gracias al altavoz de Netflix y a una historia que tiene todos los ingredientes para convertirse en uno de los éxitos del verano.