Esto de los apellidos es un tema interesantísimo que da para mucho, ya lo veréis. ¿Habéis pensado alguna vez qué significa o de dónde viene vuestro apellido más allá de aquellos cartelitos que se vendían en las ferias medievales escritos en Comic Sans y que explicaban alguna curiosidad de vuestro apellido? Yo, sí. Sobre todo y especialmente después de una clase en que August Rafanell (profesor y personaje de la élite universitaria gerundense) nos preguntaba cómo nos llamábamos y hacía hipótesis in situ sobre el origen de nuestros apellidos.
¿Habéis pensado alguna vez qué significa o de dónde viene vuestro apellido más allá de aquellos cartelitos que se vendían en las ferias medievales escritos en Comic Sans y que explicaban alguna curiosidad de vuestro apellido?
Otra cuestión interesante (y polémica) con respecto a los apellidos: el orden en que los escribimos. Que me disculpe la persona que me lo explicó hace pocos días, porque con esto del mummy's brain tengo el cerebro frito y la memoria un poco tocada. Esta persona me dijo: "Antes decíamos que la madre daba la vida y el padre daba el apellido". Me pareció una explicación sencilla, bonita y para nada machista. En cambio, las últimas teorías de los apellidos siempre tiran hacia conspiraciones machistas... ¿Verdad? Ya os aviso que hoy no sacaremos nada en claro de esta cuestión, pero a mí me parece divertido y me gusta pensar en estas curiosidades de la lengua. Y, hablando de controversias... Asimismo, podríamos hablar del uso de la 'i' entre los dos apellidos, ya que algunos lingüistas argumentan y, de hecho, han probado, que esta tradición no es catalana y que, por lo tanto, no es genuina y habría que evitar el uso. También podríamos hablar de los tipos de apellidos que hay; ¿toponímicos (Navarro, Manlleu), de oficios (Ferrer, Sabater), adquiridos, patronímicos, etc. Impresionante, ¿verdad? ¡Ah! Y también me he preguntado para qué sirve un apellido... Porque en principio, la función de un apellido es complementar un nombre y, por lo tanto, situarlo y evitar algunas confusiones... Porque, por ejemplo, Jordi Serra hay unos 9239489238592, pero Jordi Serra X (un segundo apellido), ya no hay tantos. ¿Verdad? Pues eso. Situar a una persona y no confundirla podría ser una de las utilidades de los apellidos.
Apellidos catalanes y muy catalanes
El otro día (y precisamente con uno de estos 9239489238592 Jordi Sierra) españolizamos a nuestro hijo. Es decir, le hicimos el DNI. La funcionaria que hacía el DNI del niño me preguntó: "¿'Planas' con -as, en castellano, verdad?". Y yo le contesté: "Planas, sí, con -as, pero en catalán". Y me dijo, "pero con -as es en castellano, no?"… Y yo dije: "Sí, sí, con -as, ¡pero eso es catalán!". Evidentemente y por una cuestión de tiempo no le podía ni me apetecía explicar a la señora en cuestión que los apellidos catalanes acabados en -as son igual de catalanes que los que acaban en -es. De hecho, quizás son más catalanes y todo, porque los que escribimos nuestro apellido así, a menudo sin saberlo, mantenemos la grafía original.
Por una cuestión de tiempo no le podía ni me apetecía explicar a la señora en cuestión que los apellidos catalanes acabados en -as son igual de catalanes que los que acaban en -es
Santi Arbós, en La normalització dels cognoms catalans, explica lo siguiente: "Consideraremos la normalización de los apellidos catalanes como su adecuación formal a las normas ortograáficas de la lengua catalana actualmente vigentes después de la reforma fabriana de principios del siglo XX". Es decir, la adaptación a la normativa de Fabra comportó cambios ortográficos importantes en muchos apellidos catalanes. Hay muchísimas teorías sobre el impacto de esta normalización. Algunos lingüistas creen que es una manera de combatir la sumisión lingüística, ya que nos alejamos de grafías foráneas y adaptamos las grafías a nuestra lengua, abandonando por ejemplo la grafía -ñ- de apellidos como Peña y sustituyéndola por -ny- (Peña) y, de esta manera, "catalanizarlo". Otros lingüistas no lo ven así, ya que lo ven como una pérdida de identidad y creen que etimológicamente estos cambios ortográficos hicieron perder la forma original de algunos apellidos catalanes. En definitiva y como siempre en temas lingüísticos: podríamos hablar durante horas y tampoco nos pondríamos de acuerdo en nada.
El desconocimiento de este fenómeno no es solo una anécdota lingüística, sino que también revela una tendencia más general a considerar cualquier rasgo catalán que se parezca al castellano como una contaminación externa. Eso denota una falta de confianza y una visión simplista de la propia lengua
Lo que sí que podemos afirmar es que la mayoría de los apellidos catalanes acabados en -as no son castellanismos y que corresponden a una evolución ortográfica propia de nuestra lengua. En otros casos fue una españolización del apellido durante la época franquista, por tanto, habría que buscar muy bien el origen de cada apellido para saber cuál es la historia concreta de cada caso. Además, el catalán, como todas las lenguas románicas, ha experimentado múltiples cambios fonéticos y morfológicos a lo largo de los siglos. En el caso de estos apellidos, la terminación en -as no suele ser una interferencia del castellano, sino una forma que ya existía en determinadas zonas del dominio lingüístico catalán y que simplemente no se normativizó. La confusión surge por el hecho de que el castellano tiene muchos sustantivos acabados en -as, pero la realidad es que esta terminación ya se documenta en catalán antiguo y se mantiene en algunas variedades dialectales. La obsesión para corregir estos apellidos hacia formas supuestamente más "puras" ha hecho que algunas personas quieran modificar la ortografía de su apellido. Hay quien escribe Ferrer en vez de Farré, o Coma en vez de Comas, con la idea de que así están recuperando la forma original. Pero, en realidad, estos cambios no siempre tienen una justificación histórica, porque en muchos casos el apellido ha existido y se ha escrito así desde hace siglos. El desconocimiento de este fenómeno no es solo una anécdota lingüística, sino que también revela una tendencia más general a considerar cualquier rasgo catalán que se parezca al castellano como una contaminación externa. Eso denota una falta de confianza y una visión simplista de la propia lengua. Así pues, la próxima vez que alguien os diga que vuestro apellido es "en castellano", hacedle saber que está reproduciendo un mito sin fundamento y que estas formas son una muestra más de la diversidad y profundidad de la lengua catalana. O si os va bien, pasadle el enlace de este artículo... Acabaréis antes.