Fuerte de la Concepción. Vega Vieja (isla de la Española), 24 de diciembre de 1494. Los Colón, su entorno inmediato y un nutrido grupo de colonos llegados con el segundo viaje (septiembre, 1493) inauguraban la primera catedral de la colonia y el religioso leridano Bernat Boïl, nombrado administrador apostólico de las "nuevas tierras descubiertas" por el pontífice valenciano Alejandro VI antes del inicio del viaje, se convertía en el primer obispo católico de facto del Nuevo Mundo. La relación entre la Iglesia catalana y el Nuevo Mundo persistiría durante los tres siglos largos de dominación hispánica y de evangelización de las sociedades nativas. Sin embargo, con las revoluciones americanas y la aparición de una potencia radicada en el continente (la independencia de los Estados Unidos, 1775), esta relación toma una curiosa y misteriosa forma.
La conquista norteamericana del Far West
A principios de 1848, el ejército de los Estados Unidos ya había completado la conquista de los antiguos territorios mexicanos situados en el norte del Rio Grande (futuros estados de Texas, Nuevo México, Arizona, Nevada, California y Utah). Y el 2 de febrero del mismo año, las cancillerías de Washington y de Ciudad de México firmaban el Tratado de Guadalupe-Hidalgo, que confirmaba la nueva frontera resultante de la guerra. Los norteamericanos encontraron un poblamiento criollo de origen hispánico muy débil (la colonización de estos territorios había sido muy tardía). Y un poblamiento indígena escasamente españolizado. A partir de aquel momento, y con el pretexto de la existencia de grandes riquezas, la administración norteamericana promovió una gran inmigración de lengua y cultura anglosajona —y de varias confesiones cristianas— procedente de los estados de la costa este.
En aquel contexto, la administración de Washington habría podido optar por sugerir al Pontificado la provisión de las curias diocesanas del legendario Far West con personalidades de la jerarquía católica de Nueva Inglaterra, la matriz de la nación norteamericana y la principal concentración de católicos del país. Pero, curiosamente, desde la primera expansión norteamericana, no había sido así. Los primeros obispos de Louisiana —después de ser adquirida por los Estados Unidos (1804)— y de Oregón —después de la conquista (1848)— serían franceses. Los primeros en Florida —después de la adquisición (1823)— y de Texas, después de la conquista (1848), serían napolitanos y sicilianos. Y, curiosamente, los primeros obispos de la costa del Pacífico, después de la conquista y de la constitución del estado norteamericano de California (1848) serían... ¡catalanes!
La diócesis de las Dos Californias y el obispo Alemany
Coincidiendo con el inicio de la guerra entre norteamericanos y mexicanos (1846) moría Francisco García Diego y Moreno (México, 1785), el primer obispo de la diócesis de las Dos Californias, que había sido creada tan solo seis años antes (1840). Durante la guerra (1846-1848), ni los unos ni los otros se preocuparon de nombrar al relevo del difunto García Diego. El sitial diocesano quedó vacante durante dos años (1848-1850), hasta que, confirmado el nuevo dominio norteamericano, el Pontificado nombró al misionero catalán Josep Sadoc Alemany i Cunill, nacido en Vic en 1814. Alemany venía de una larga historia. Había ingresado en la orden de los Dominicos (una de las más conservadoras de la Iglesia) hacia el 1830. Pero se había ordenado sacerdote en la península italiana en 1837, huyendo de los estragos de la Primera Guerra Carlista (1833-1840).
Antes de ocupar el sitial californiano, había sido misionero en el Middle West, en el South —que todavía no se había rebelado— y en el salvaje Far West. Y cuando alcanza la mitra, es consciente de la diversidad de la sociedad de aquel nuevo país que se está formando y durante su gobierno pastoral crearía varias parroquias "nacionales" en San Francisco. Promovió la construcción de la primera catedral de la ciudad: la de Santa María (1854), destinada a la comunidad de habla inglesa. Pero no se olvidó de los otros católicos de aquella pequeña ciudad que ya apuntaba maneras de metrópoli. Y promovió, también, la construcción de Notre Dame des Victoires (1856) para la comunidad de habla francesa, la de San Bonifacio (1860) para la de habla alemana, la de Guadalupe (1875) para la de habla castellana y la de San Pedro y San Pablo (1884) para la de habla italiana.
La diócesis de Los Ángeles y los obispos Amat y Mora
Cuatro años después del nombramiento de Alemany (1854), el Pontificado dividía la diócesis de las Dos Californias entre las sedes de San Francisco y de Monterrey. Alemany continuaba al frente de San Francisco y proveía a Monterrey con el catalán Tadeu Amat i Brusi, nacido en Barcelona en 1811. Amat y Alemany tenían en común que habían concluido sus respectivas carreras fuera del país a causa de la inseguridad creada por el conflicto carlista (1833-1840). Amat, en su caso, en París, en la casa central de los Paüls (1837). Después había sido enviado a América para formar a futuros religiosos y había sido rector del Seminario de Filadelfia. En 1855 desplazó la sede de la diócesis a Los Ángeles. Se convirtió en el primer obispo de la historia de Los Ángeles y promovió la construcción de la primera catedral de la ciudad: Santa Bibiana (1876).
En 1859, el Pontificado —presionado por Washington— retiraba la autoridad archidiocesana de Ciudad de México sobre las diócesis californianas y elevaba San Francisco a la categoría de capital eclesiástica de la costa pacífica norteamericana. Alemany se convertía en el primer arzobispo de la historia de California. Casi veinte años más tarde (1878), el obispo Amat moría en Los Ángeles. Y era relevado por el misionero catalán Francesc Mora i Borrell, nacido en Gurb (Osona) en 1827, que se convertía en el segundo obispo de la historia de Los Ángeles. Mora había estudiado en el Seminario de Vic, pero se ordenaría en la Catedral de Los Ángeles, junto con Pere Verdaguer, de Sant Pere de Torelló (Osona), futuro obispo de Aullón (Texas). Mora continuó la tarea de Amat y destacó en la apertura de nuevas parroquias y escuelas y asilos religiosos.
La diócesis guameña
El año 1898, la marina norteamericana ocupaba la colonia española guameña (una isla situada en medio del océano Pacífico). Hasta entonces, aunque la dominación española se remontaba a principios del siglo XVII, la máxima autoridad eclesiástica de la isla estaba limitada a la figura del rector parroquial de Agaña. Pero, curiosamente, la nueva administración norteamericana decidió dimensionar la estructura eclesiástica de la isla y en 1911 el Pontificado nombraba al primer obispo de la historia guameña: el capuchino catalán Xavier Vilà i Mateu, nacido en Arenys de Mar (Maresme) en 1851. Vilà fue obispo de la exótica diócesis guameña hasta su muerte, en 1913. Pero la presencia catalana no acabaría con Vilà. Su relevo sería el también capuchino catalán Agustí Bernaus i Serra, nacido en Artesa de Segre (Noguera) en 1863. Sería obispo, también, hasta su muerte, en 1930.