El teatro cabaré del Paral·lel más popular de todos, El Molino, podría reabrir este próximo otoño convertido en la casa del flamenco, la rumba, la canción de autor y del jazz, después de que el año 2021 el Ayuntamiento de Barcelona lo comprara por más de 6 millones de euros. El pasado lunes acabó el plazo de exposición pública de las condiciones para la gestión del equipamiento y se prevé que, próximamente, se inicie el proceso de licitación para escoger la empresa que gestionará la sala cultural a partir de este verano. Según informa Betevé, El Molino acogerá algunas actividades puntuales de barrio, pero no tendrá finalmente gestión comunitaria, cómo reclamaban desde hace semanas vecinos y una treintena de entidades culturales del Poble-sec.
La futura explotación de El Molino ha estado en periodo de exposición pública durante casi dos meses. En este tiempo, algunas entidades y colectivos culturales del Poble-sec han denunciado en las redes sociales que las condiciones no se adecuaban a las necesidades culturales reales del Paral·lel y del barrio porque, dicen, la sala no aportará ningún retorno social al entorno. Incluso habían pedido al Ayuntamiento que detuviera el concurso y modificara las bases para incluir al proyecto la visión de cultura comunitaria, que dicen, tendría que tener este equipamiento público.
En este sentido, y según la televisión pública de Barcelona, la treintena de entidades culturales y teatrales han reclamado, vía manifiesto, una modificación de las cláusulas de gestión para que el futuro El Molino se acerque al modelo de la sala Paral·lel 62, antigua sala BARTS, que reabrió en 2022 gestionada por una Unión Temporal de Empresas formada por tres cooperativas y que ha incorporado, desde entonces, el modelo de economía social y solidaria en su funcionamiento. Aun así, fuentes municipales cuentan que El Molino podrá acoger de manera puntual algunas actividades de barrio, como son las actividades de fiesta mayor, Navidad o Sant Jordi. El presidente de la AVDA Poble-sec, Sergi Gàzquez, se muestra muy satisfecho con esta opción, ya queEl Molino "es un espacio con mucho simbolismo para el barrio".
Este espacio ubicado en el Paral·lel fue uno de los grandes referentes teatrales y culturales de la ciudad durante la primera mitad del siglo XX, y cerró puertas en 1997. Después de estar 13 años cerrado y en desuso, en octubre del 2010 reabrió después de unas obras de reforma y con un aforo reducido de 250 espectadores, y la propiedad acabó presentando un concurso de acreedores por no ser rentable. En 2016, el edificio se puso en venta por 20 millones de euros y el Ayuntamiento anunció la compra por 6,2 millones de euros en julio del 2021, con el objetivo de convertirlo en un espacio cultural de gestión privada.