Aquisgrán, año 812. El emperador Carlomagno firmaba un decreto que obligaba a todos los rectores parroquiales del Imperio Carolingio a oficiar en la lengua vernácula del territorio. Aquel decreto, que hacía una mención especial a la lengua popular de la marca de Gotia es el testimonio más antiguo de la existencia de un sistema lingüístico propio en el territorio más meridional del Imperio Carolingio: el arco mediterráneo entre los deltas del Ródano, al norte, y del Llobregat, al sur. Pero a diferencia de otros territorios imperiales que, durante la misma época, desarrollaban sus lenguas propias, tenemos muy poca información para fechar con exactitud el momento en que en Elna, en Girona, en la Seu d'Urgell o en Barcelona la lengua de las casas y de las calles ya no es el latín. Entonces la pregunta es ¿en qué momento la lengua de aquellos condados carolingios ya es catalán?
El porqué del edicto de Carlomagno
Es evidente que a principios de la centuria del 800, el poder —en este caso, la cancillería carolingia— tenía unos recursos muy limitados para divulgar su ideología. Y en aquel contexto no se podía permitir el lujo de prescindir de uno de los pocos instrumentos a su alcance: la extensa red de templos parroquiales diseminados por todo el territorio imperial que abarcaban la práctica totalidad de la sociedad de la época. Carlomagno había sometido al clericato franco y lo había subordinado a sus intereses políticos. Y la conversión de los templos parroquiales en altavoces difusores de la ideología del poder no sería más que la consecuencia finalista de aquel proceso. Sin embargo, había que hacer inteligible el mensaje, y esta sería la causa que explicaría el decreto de Carlomagno.
¿En qué momento el latín deja paso a las lenguas románicas?
Según el profesor Roger Wright, de la Universidad de Liverpool, las lenguas románicas del siglo VIII ya no son latín. La sociedad de la época ya era consciente de que la lengua académica (la de la cultura) y la lengua popular (la de la vida cotidiana) eran diferentes. Esta ruptura es muy evidente en los primeros textos que alternan el latín y el romance. Como en la Passio Sancti Clementis. Los profesores Nadal y Prats, de la Universitat de Girona, explican que en aquel texto el pagano Sisinio, cansado de que el clérigo Clemente predique entre su familia, ordena a tres sirvientes que lo apaleen, y proclama en romance: “Fili de la pute, traite ! (...) fàlite dereto colo palo, carvoncelle”. Y Clemente, que en aquel texto se presenta como un hombre más próximo a la vida celestial que a la existencia terrenal, le responde en latín: “Duritia cordis vestri, saxa trahere meruistis”.
¿En qué momento aparecen los primeros textos en precatalán?
Los estudiosos de este fenómeno aseguran que, a caballo entre la centuria del 700 y del 800, la lengua popular de los condados carolingios de la marca de Gotia ya era un romance propio, genuino y diferenciado, que anticipaba la existencia del occitano y del catalán. De nuevo los profesores Nadal y Prats explican que en el acta de consagración de la catedral de Urgell, del año 839, se listaron las parroquias sufragáneas con el topónimo en latín. En cambio, en un cabreo que se elaboró después (para asignar la dotación dineraria de aquella sede), el redactor listó los mismos pueblos en romance. Por ejemplo, Queralbs en el acta aparece como Keros Albos y en el cabreo como Chers albs. Lòria (Sant Julià) en el acta aparece como Lauredia y en el cabreo como Lòria. O Nabiners en el acta es Napineiros y en el cabreo es Nabiners.
¿En qué momento la sociedad tiene conciencia de que habla una lengua propia?
Pasado un siglo y medio (978), Pedro Orseolo, dux de Venecia, renunciaba a sus cargos políticos e ingresaba en la comunidad monástica de Sant Miquel de Cuixà (condado de Conflent, casal de Barcelona). Aquella estancia, que acabaría con su muerte (988), tuvo un gran impacto en la vida de aquella comunidad. Los profesores Nadal y Prats explican que en La Vita de Petri Urseoli, el libro que relataba el retiro monacal del veneciano, y que fue redactado un siglo largo después de su muerte, todavía se recordaba —¡y se destacava!— que la forma de hablar del viejo veneciano había sorprendido muchísimo a aquellos monjes. Y también se decía: "Ait abbati lingua propiae nationis" (el abad oficiaba en la lengua propia de la nación). Sobre el año 1000, la sociedad catalana ya tenía conciencia de que la lengua popular era la lengua nacional.
El misterio de las jarchas
La conquista catalana de Tortosa (1148) y de Lleida (1149) tuvo un grado de dificultad y complejidad muy superior a las empresas anteriores. Los territorios musulmanes de los valles bajos del Segre y del Ebro concentraban una masa demográfica muy respetable (mayoritariamente descendiente de la población autóctona romanovisigótica), que, durante los cuatro siglos anteriores, había sido profundamente islamizada y arabizada. No obstante, algunos autores se han esforzado en rescatar de la tiniebla este fenómeno: ciertos grupos de población muy minoritarios que, aparentemente, conservarían la religión cristiana y la lengua latina. Esta singularidad siempre ha estado rodeada de un aura de misterio y de romanticismo. Incluso, algunos autores han apuntado a la posibilidad de que estas jarchas mozarábicas fueran similares al catalán de los condados carolingios.
El catalán fuera de los límites de los condados carolingios
Pero este fenómeno no pasa de la categoría de mito. La extrema radicalización religiosa y cultural y la terrible represión que impusieron los regímenes almorávide (siglo XI) y almohade (siglo XII) en los territorios de Al-Andalus no aventura nada bueno. Y los profesores Nadal y Prats insisten en que aquellos grupos, si realmente resistieron y trascendieron hasta la conquista cristiana (1148-1245), habrían tenido una influencia insignificante en la formación del catalán. La lengua catalana surgió en la marca de Gotia durante el siglo VIII. Se consolidó en los condados carolingios catalanes sobre el año 1000. Y se proyectó hacia la Catalunya Nova, hacia las Mallorques y hacia el País Valencià durante el proceso expansivo del condado independiente de Barcelona (siglos XII-XIII). El catalán se trasplantó a los nuevos territorios con la conquista y el establecimiento de sus hablantes.