Pedro Blanco fue uno de los negreros españoles más notables. No sólo fue capitán de barco negrero, sino que además fundó una empresa que traficaba con esclavos y, además, dirigió en Gallinas, en la actual Liberia, una inmensa factoría negrera, en la que compraba cautivos a las sociedades africanas para reexportarlos hacia el mercado americano (es lo que en la zona denominaban un "mongo"). Ahora, la historia de este personaje vuelve a la novela de la mano del actor y escritor Carlos Bardem, que publica Mongo Blanco (Plaza & Janés).
Psicoanálisis al negrero
Mongo Blanco presenta a Pedro Blanco cerrado en un manicomio, en Barcelona, en los últimos días de su vida. El hombre, de una tremenda agresividad, llega a confundir a sus compañeros de reclusión con marineros de un barco negrero o con esclavos y reproduce los comportamientos brutales de su juventud. La situación no es completamente inimaginable: el negrero malagueño murió en la calle Sant Honorat, al lado de la Generalitat, en 1856, un día de tormenta. La partida de defunción afirma que el motivo de la muerte fue una "congestión cerebral causada por una demencia que padecía hace mucho tiempo". En la novela, Bardem reconstruye la historia del negrero a partir de la relación improbable que este establece con un médico catalán (psicólogo avant la lettre) que intenta averiguar el funcionamiento de la mente del viejo traficante de esclavos. Y a partir de los recuerdos que este va desgranando, se va reconstruyendo toda su vida. Además, a través del conflicto de ideas entre un cínico Blanco y un ingenuo médico Castells, Bardem incorpora a la obra el debate sobre la legitimidad de la esclavitud, sobre la hipocresía de Occidente en este tema, sobre los beneficios de España en el negocio de la esclavitud...
El mal sin rostro
No se ha conservado ningún retrato del malagueño Pedro Blanco (nacido en 1793). Ni siquiera hay una descripción fiable de él más allá de la que hay en la ficha de la escuela de marina de San Telmo de Málaga, que lo describe como un individuo "menudo" de "cabello oscuro" y "nariz respingona". A los 18 años, con su título de piloto, ya se había embarcado hacia Cuba, y allí se implicó en el tráfico negrero (a los 23 años era capitán de un negrero, y poco después compraría un barco para dedicarse al tráfico de personas). Hacia 1824 o 1825 se estableció en el territorio vai, en la costa de Gallinas (en la actual Liberia). Montó una factoría negrera, donde vendería mercancías europeas a cambio de esclavos. Mantuvo excelentes relaciones con el rey de la zona, Siaka, e incluso se casó con una hija suya, con la que tendría una hija, Rosa (sin embargo, paralelamente, mantendría un harén con hijas o parientas de otros caudillos y comerciantes africanos). Su factoría tuvo un gran éxito y Blanco consiguió tejer amplias redes comerciales, en África, Europa y América. Contaba con banqueros en Londres, proveedores de esclavos en Lagos, enlaces en Cabo Verde, clientes en Brasil, autoridades a sueldo que escondían sus desembarques en Cuba... Consiguió burlarse numerosas veces la vigilancia de los británicos, que lo consideraban a uno de sus grandes enemigos en la costa africana. Lo cierto es que durante algún tiempo fue "el Roschild de la esclavitud", como lo definía el también negrero Théodore Canot. Había quien aseguraba que sacaba a 10.000 esclavos anuales de la costa africana, y aunque esta cifra parece muy exagerada, no hay ninguna duda de que fue uno de los grandes traficantes de la costa occidental africana, como mínimo entre 1830 y 1840.
La caída
Hasta 1840 Pedro Blanco, junto con el también andaluz Pedro Martínez, tuvieron una posición dominante en el mercado de esclavos de Gallinas. Además, tenía barcos que compraban esclavos en otros puntos del continente africano para trasladarlos a Cuba, Brasil o Bahamas. En 1839 Blanco abandonó Gallinas para instalarse a Cuba. Más tarde, los ingleses destruyeron las factorías de Blanco en Gallinas, una operación en la qué el negrero habría perdido miles de esclavos. Reconstruiría las factorías, pero el negocio empezaría a ir a la baja. Mientras tanto, Blanco tenía problemas en Cuba: porque la sociedad cubana no aceptaba a su hija mulata, pero también porque tenía una vida escandalosa (sedujo a sus sobrinos, protagonizó peleas en la calle, mantenía relaciones sexuales con hombres y mujeres negras...). Su esposa se separó de él y organizó un gran escándalo en su contra. En 1842, huyendo de La Habana, el negrero se instaló en Málaga, donde intentó hacer carrera política y conspiró contra Espartero, y contra el capitán general de Cuba, Jerónimo Valdés, partidario del abolicionismo. El negocio esclavista, que había quedado en manos de los sobrinos, acabó yéndose al garete. Sabemos muy poco de lo que pasó después: hay muchas versiones sobre lo que hizo el negrero, pero no hay dudas que murió en Barcelona en 1856 (30 años más tarde moriría allí, también, su hija Rosa). La novela de Bardem parte de una investigación muy detallada: ofrece numerosos datos poco conocidos sobre la vida de Blanco, pero al mismo tiempo se toma también licencias literarias, incorporando anécdotas apócrifas.
El tráfico de esclavos en el completo
Carlos Bardem ya ha anunciado que tiene la voluntad de hacer una película aprovechando la novela sobre Pedro Blanco. La gran ventaja que tiene este personaje, tal como se presenta en la novela, es que participa en todo el procés de la ruta de los esclavos, desde su compra en África a su explotación en América, pasando por su transporte por el Atlántico. En Mongo Blanco aparecen las guerras para la captura de esclavos en África Occidental, la compra de los esclavos en las factorías africanas, el cautiverio en estas instalaciones, el traslado a los barcos, el duro transporte por el Atlántico, el desembarque clandestino en América, el trabajo brutal en las plantaciones, el uso de esclavos para el trabajo doméstico, las conspiraciones políticas para mantener la esclavitud, la reinversión de los beneficios del tráfico de esclavos en la metrópolis... Una descripción a menudo muy ceñida a la realidad que muestra aspectos desconocidos para el gran público (que a menudo sólo tiene una somera idea de lo que pasaba en los barcos y en las plantaciones). La novela es un mosaico general de la esclavitud, y desde este punto de vista es un recurso fantástico como base para un guion que quiera presentar una visión holística del tráfico de esclavos atlántico.
Negros de TBO
Detrás del libro, sin duda, hay una investigación esmerada. Mongo Blanco ofrece informaciones sobre el personaje que sólo estaban disponibles en los archivos y en publicaciones superespecializadas y enmarca notablemente los hechos en la coyuntura del Atlántico Sur en el momento de máxima proliferación del tráfico de esclavos. La explicación del funcionamiento de la navegación transatlántica, de las plantaciones y de las conjuras para esquivar la prohibición del tráfico de personas es bastante convincente. El eslabón más débil del libro, sin duda, es la parte relativa a la actuación africana de Pedro Blanco. En realidad, se le presenta casi como el soberano de Gallinas, que manipula como quiere a las sociedades de los alrededores, que serían incapaces de plantar cara al negrero español (una descripción de los hechos quizás influida por la visión de uno de los descendientes del mongo que, en un conocido artículo, lo presentaba como el titular de la soberanía del territorio). Pero los estudios sobre la costa africana demuestran que, en el siglo XIX, los traficantes europeos estaban muy condicionados por sus socios comerciales africanos, que conocían bien las dinámicas esclavistas europeas y americanas (en muchos casos habían viajado a Occidente) y que tenían una fuerte capacidad de dominar a los negreros, que incluso tenían que pagar regularmente impuestos a las sociedades que los acogían. Era un fenómeno muy diferente del de la dominación colonial.
El negrero de Cuba
Hay constancia de la presencia de Pedro Blanco en la costa de Gallinas, como mínimo, desde 1824. Pero su periodo de esplendor empezó en 1835, cuando entró en vigor un nuevo tratado negrero entre España y Gran Bretaña. Si hasta entonces los buques de la Armada británica sólo podían capturar a los negreros españoles si llevaban esclavos a bordo, a partir de 1835 podrían capturarlos si estaban equipados para la trata. Así pues, podían ser llevados a juicio si llevaban candados para atar a los esclavos, mucha agua (o muchos bidones), mucha comida, maderas para dividir la bodega en pisos para meter a más personas... Los barcos negreros, pues, ya no podían pasarse meses en la costa africana, como hacían antes, porque corrían un alto riesgo de ser interceptados por la patrulla naval británica. Por eso preferían llegar a la costa africana, cargar esclavos ya comprados previamente en alguna factoría gestionada por europeos, brasileños, norteamericanos o mestizos, y volver a toda prisa hacia el continente americano (podían cargar cientos de esclavos en horas). Las factorías de Pedro Blanco en Gallinas, ocultas en las desembocaduras de los ríos, y con un eficaz sistema de vigías y de barcas para cargar esclavos, ganaron importancia. Miles de esclavos salieron de estas factorías hacia Cuba, pero también hacia Brasil, porque Blanco vendía esclavos en cualquiera que se los quisiera comprar. El suministro de los esclavos de Blanco fue esencial para el continuo crecimiento de la economía colonial cubana, que dependía por completo del azúcar y de la mano de obra esclava.
Un personaje de novela
Pedro Blanco es un personaje que ha despertado mucho interés en el mundo de la literatura. En realidad, en vida no fue muy conocido en el Estado español (en cambio, era muy seguido por los responsables británicos de la lucha antiesclavista y fue muy citado en las memorias del traficante Théodore Canot). El negrero malagueño fue dado a conocer por Antoni Altadill en el folletín Barcelona y sus misterios, publicado en 1860, poco después de la muerte de Blanco, y que incluso fue llevada al cine en 1915, como Los misterios de Barcelona (recientemente ha sido reeditada por el Ayuntamiento de Barcelona). Altadill en realidad conocía muy poco de la vida real de Pedro Blanco. El cubano Cirilo Villaverde también lo cita en una novela romántica que tuvo mucho de éxito en Cuba y que dio pie a una célebre zarzuela: Cecilia Valdés o la loma del ángel. Pero fue el hispanocubano Lino Novás Calvo quien investigó bien su vida y lo dio a conocer, en 1933, con la novela Pedro Blanco, el negrero, que desde entonces no se ha dejado de reeditar. Novás conocía mucho de la vida del negrero, pero su obra era, básicamente, una novela, en la que recurría a elementos de ficción literariamente muy potentes (como el hecho de que mantuviera una relación incestuosa con su hermana y que guardara el cadáver en un baúl, que pasearía por medio mundo). La obra de Novás fue tomada como una fuente histórica indiscutible, e inspiró muchas otras obras. En 2007 Gonzalo Guijarro ganó el premio Nostromo de literatura marítima con Memorias difusas de Isidro Blanco (ed. Juventud), donde el protagonista era un descendiente de Pedro Blanco marcado por la actuación de su antepasado. Poco después Toni de la Rosa publicaba, en catalán, Lomboko, una novela sobre la factoría negrera del malagueño. Joel Franz Rosell publicó un libro juvenil, La leyenda de Taita Osongo (Fondo de Cultura Económico), en que hacía referencia a un negrero llamado Severo Blanco (que él confesaba inspirado en Pedro Blanco)... Y, últimamente, la figura de Pedro Blanco también ha despertado cierto interés entre los historiadores especializados en el tráfico de esclavos, porque se hizo público que los esclavos de la goleta Amistad procedían de sus factorías de Gallinas (la historia de este barco negrero fue inmortalizada en la película de Steven Spielberg).
En la estela de Lino Novás Calvo
La obra de Bardem muestra a un Pedro Blanco en la línea de lo que definía la excelente novela de Lino Novás: juega un papel clave la relación incestuosa con su hermana, que no es sino el preludio de una tremenda lubricidad, el protagonista combina una gran crueldad con una tremenda inteligencia natural, aprende su oficio en un dudosamente real "criadero de esclavos" de Mr. Reeves, en Recife... Mongo Blanco incluso da a Pedro Blanco el segundo apellido que le otorga Novás Calvo "Fernández de Trava", que no era el suyo de nacimiento. En realidad, Bardem sólo rompe con la herencia de Novás Calvo con un ingenioso giro narrativo, que llega demasiado tarde (la trama, basada en las explicaciones de Blanco al médico, acaba siendo pesada, por más apasionante que sea la vida del traficante de esclavos). Hay que esperar para ver cómo resuelve estos problemas la película. Porque no estaría nada mal, en unos tiempos en que se reactiva la nostalgia colonial, una película que mostrara qué significó realmente la esclavitud vinculada al colonialismo español en Cuba.