Nacida a Las Palmas de Gran Canaria, pero con una carrera por teatros y pequeñas y grandes producciones en Barcelona desde 1987 (como Lali de Nissaga de poder), Mónica López es una de las actrices más potentes de la escena. Conocida por el gran público en El reino de Rodrigo Sorogoyen, ha mezclado obras más masivas con producciones más locales (De què parlem mentre no parlem de tota aquesta merda, La Calórica). Los últimos años también ha participado de Rapa, serie con Javier Cámara, que ha puesto punto y final en Movistar+ después de tres temporadas en constante crecimiento. La actriz se sacude la morriña para hablar de este thriller que va más allá del género y que cuida el mensaje. Sin compromiso, no hay buenas producciones.
Rapa se ha acabado. ¡Y no de forma repentina! Cada vez cuesta más que se sostengan las temporadas, es decir, que las series se alarguen más de una primera temporada piloto.
Te tengo que decir que yo, no siendo espectadora de series, no estaba muy puesta. Pero me parece una falta de respeto que no se acabe una serie cerrando los personajes. Por los espectadores. Es verdad que nosotros hemos tenido suerte, porque desde el primer momento hemos tenido audiencia. Pero eso también habla de la dictadura de las audiencias. Es una pena que no apuesten las productoras y las plataformas por cosas a que quizás al principio no funcionan. Mira La Casa de Papel. Tenemos mucha prisa, ¿no?
Tenemos demasiada prisa.
Evidentemente, se mueve mucho dinero y si no les sale a cuenta, pues fuera. Pero yo creo que deberíamos tener un poco más de paciencia para ver si las cosas funcionan o no. Creo que hay espectadores para todo.
El entretenimiento es fabuloso, pero no solo tiene que ser entretenimiento, porque sino, ¿qué somos?
¿A las plataformas o a las productoras les falta esta paciencia con la propia vida inestable y movida de los actores? Reuniros a ti y a Javier Cámara no debe ser sencillo.
Si la gente consume así de rápido las series, no me extraña que la industria tenga que fabricar tan rápido el producto. A mí no me gusta, porque yo soy de consumo lento. Rapa la vi un día tras el otro, porque me gusta que me deje con estas ganas de: "Ay, mañana continúo". Pero vaya, quizás eso también son modos y pasa.
Todo ha cambiado mucho. Te imaginas esta sensación con Nissaga de poder o...
Es una época muy fuerte. Pero creo que todos son modas. Costará mucho sacarse la impaciencia. Somos adictos. Todos. El día que cambie esto, la gente no lo entenderá. Pero no tiene sentido. Todo pasa demasiado rápido. Y no puede ser. Pero vaya, yo también soy como de otra época. Ya soy mayor y toda esta velocidad me descoloca mucho. Intento luchar en mi vida personal contra eso.
Esperar es todo un ejercicio.
Yo los espero. Yo los espero. Yo los espero. ¡Yo los espero! Esta sensación es deliciosa, de decir... "Ay, va, a ver, a ver, a ver". Yo qué sé.
¿Tendremos que ser los mismos espectadores los que dosificasemos?
La digestión es diferente también, si lo haces diferente. Si consumes tan rápido, lo olvidas antes. Es que eso está demostrado: el cerebro funciona así. Es como estudiar: cada vez tenemos más información, pero con menos profundidad.
Rapa es un thriller que abre muchos melones. Te hace pensar y eso está bien. Nada es blanco o negro, buenos o malos, sino que todo queda en medio. Por eso ha enganchado
¿Con las series pasa igual? ¿Las olvidamos?
Vamos consumiendo y no queda... Si la serie tiene un mensaje, que para mí, la cultura siempre tiene que tener detrás de alguna idea, todavía te queda el mensaje. Si no, deja de ser un producto de cultura para convertirse en un producto de consumo. Tiene que haber de todo, evidentemente. ¿El entretenimiento es fabuloso, pero no solo tiene que ser entretenimiento, porque si no, qué somos?
Creo que si por alguna cosa Rapa es una serie que ha tenido tan buena acogida y que ha tenido y tiene públicos tan variados, es porque juega un poco estas dos vertientes, la del thriller policial de palomitas, pero al mismo tiempo tiene este punto muy cuidado en la toma de decisiones estéticas y de atmósfera y, muy especialmente, en sus temas. En esta última temporada, la enfermedad.
Yo creo que es el secreto de la productora gallega de la serie, que es la misma que hizo Hierro. Pepe Coira y Fran Araujo, que son los guionistas, siempre escriben pensando que para ellos lo más importante son los personajes, que tengan entidad y les pasen cosas. Y tanto para Hierro como para Rapa se inventaron estas tramas policíacas que son muy divertidas. Y tienes razón, la gente se puede quedar solo con eso, pero, quieras o no, al mismo tiempo, están hablando de conflictos. La enfermedad, en esta tercera temporada, pasa a ser una protagonista más. De hecho, creo que se cierran muy bien las tres temporadas, con la manera con que acaba todo.
Los curas son el centro del drama de esta temporada.
Es la temporada más emocional, sin duda. Los otros temas son la amistad. Y después también la justicia. Hay que recordar que en la primera temporada la asesina se va de rositas. Y nos quedamos los dos allí sentados diciendo: "Sabemos que es culpable, pero no lo podemos demostrar". En la segunda también: "Es culpable o no es culpable una persona que cometió un crimen amparada por, digamos, cierta justicia humana, matando al tipo que la asediaba?". Y en esta última, pues, está este señor que es la única persona que el personaje de Tomás admira, y que ha admirado en su vida, que quería escribir un libro sobre él y que, de golpe, parece un asesino. Y él lo intentará... Rapa es un thriller que abre muchos melones. Te hace pensar y eso está bien. Nada es blanco o negro, buenos o malos, sino que todo queda en medio. Por eso ha enganchado. Eso y que un personaje como Tomás, que francamente es un gilipollas, cae muy simpático... Porque lo hace taaaaan bien, Javier Cámara. ¡Tiene esta capacidad!
¿Le daba miedo hacer de enfermo?
Había todo el respeto porque evidentemente esto es una ficción y Javier tenía mucho miedo de hacer un enfermo en una silla de ruedas: quería ser muy respetuoso. Nos hemos informado muchísimo sobre la enfermedad, hemos preguntado hasta dónde podemos llegar para que la trama funcione.
Me dedico a esto, a ser actriz, porque no sé hablar, no me sé expresar, no sé decir lo que te deseo. Los textos que escriben los guionistas me permiten ser más yo que nunca, en algún sentido
Es difícil no caer en la sobreactuación.
Javier ha estado llamando a muchas asociaciones de ELA y la gente está superagradecida. Solo visualizar un problema como este, que está tan olvidado... Están muy agradecidos de que se hable, y solo por eso yo creo que ya vale la pena.
¿Qué tal trabajar en todo este entorno gallego?
Estábamos un poco ciegos, solo mirábamos a las grandes ciudades y los conflictos que pasan allí. Y como siempre, a veces, lo más pequeño puede ser lo más universal. Ha sido un enamoramiento. Yo conocía Galicia de haber ido a hacer bolos de teatro, pero claro, cuando vienes a hacer bolos solo conoces la ciudad. Pero es que este paisaje es tan fotogénico, es tan precioso. Es brutal. A mí lo único que me sabe mal es que lo estamos poniendo entre todos de moda y ellos vivían muy tranquilos, muy olvidados y muy abandonados, pero muy tranquilos. Y ahora, con el calentamiento global, estamos todos subiendo a los lugares más fresquitos y bien, quizás Galicia se acaba. Yo espero que no, porque es un lugar espectacular. Lo mejor de todo esto, aparte de trabajar, evidentemente, con Javier Cámara, ha sido todos los actores que he conocido allí, porque no daba crédito. Cada día era: "Hoy tengo secuencia con la ayudante de la secretaria de la alcaldesa de Cedeira". ¿Quién será? Belén Constenla: "Ay, ni idea". Y te llega un trozo de actriz. Una Emma Vilarasau gallega que la flipas
Se habla mucho de esta edad complicada por el patriarcado a la que llegan las actrices a partir de la mediana edad. Tú, sin embargo, estás metida en un montón de proyectos de cine, series y teatro.
Sé que lo que me ha pasado a mí estos últimos tres años no es normal. Me ha tocado la lotería y lo estoy aprovechando.
¿Te has planetado dirigir, como Javier Cámara?
No tengo ninguna inquietud en este sentido. Yo sé que solo soy intérprete. Me dedico a esto, a ser actriz, porque no sé hablar, no me sé expresar, no sé decir lo que te deseo. Los textos que escriben los guionistas me permiten ser más yo que nunca, en algún sentido. ¿Es como defender la humanidad, no? Eso es lo que me interesa a mí. En cambio, a Javier se le ha despertado el gusanillo de dirigir. Yo cuando lo pienso es que me coge un... He sido dos veces ayudante de dirección. Eso me encanta, porque creo que soy capaz de transmitir al actor lo que el director quiere. Pero la visión completa de cómo poner un set para explicar a alguien... Yo no tengo esta capacidad.
No estoy para nada orgullosa de cómo fue la polémica de El Hormiguero, porque lo hice fatal. Odio a la gente vehemente que habla sin pensar, y yo hice exactamente eso
Una última. Días atrás, Nawja Nimri estuvo en La revuelta y comentó un poco el mismo que has comentado todos estos días sobre el tema de El Hormiguero y aquella polémica.
Lo hice muy mal.
Más allá de la polémica de querer o no querer ir. Es increíble cómo he visto repetida aquella anécdota en 300.000 titulares. Tenéis todo el derecho a poner por delante vuestras ideas, vuestros conflictos, vuestras contradicciones, lo que sea, pero es increíble como cuatro palabras pueden valer tanta difusión.
Es, otra vez, la época que vivimos. De todos modos, te tengo que decir que yo que no tengo redes sociales. Lo pasé francamente mal, porque estuve al corriente de cómo se había salida de madre. Y lo más fantástico es que la cerilla se apagó igual de rápido que se encendió. Quiero decir, son minutos de escándalo. Todo el mundo tiene que tomar partido en todo, o eres de uno o del otro... No estoy para nada orgullosa de cómo fue, porque lo hice fatal. Odio a la gente vehemente que habla sin pensar, y yo hice exactamente eso.