Montserrat Roig y Maria Aurèlia Capmany fueron todo un emblema del franquismo y de la transición. Dos intelectuales comprometidas políticamente, metidas en el activismo cultural, feministas, con una importante proyección pública... Ahora Pagès Editors edita Miralls creuats: Roig / Capmany, de la crítica literaria M. Àngels Cabré, el libro que obtuvo el año pasado el 33º Premio de Ensayo Josep Vallverdú, una reivindicación de estas dos escritoras feministas.

Capmany, la pionera

Maria Aurèlia Campany nació en Barcelona en 1918 y cursó estudios secundarios durante la República. Tras la guerra civil pudo estudiar Filosofía a la Universidad de Barcelona. Después se dedicaría a la enseñanza, actividad que compaginaría con muchos otros trabajos: grabadora de cristal, traductora, actriz... En 1947 quedó finalista del Premio Joanot Martorell con Necesitem morir, su primera novela. En 1968 ganó el Premio Sant Jordi con Un lloc entre els morts. Escribió novela, ensayo, cuentos, teatro, literatura infantil, guiones, memorias... Fue una firme defensora del feminismo, y en 1966 publicó un ensayo mítico: La dona a Catalunya. Colaboró con la oposición antifranquista y se implicó en la capuchinada. Cuando llegó a la democracia se añadió a las filas socialistas, y cuando el PSC llegó al gobierno municipal fue nombrada concejala de Cultura. Murió en octubre de 1991.

Roig, fuera de guion

Montserrat Roig nació en Barcelona en 1946, a una familia de republicanos de izquierdas. Entró en contacto con Capmany y con la intelectualidad catalana cuando tenía 15 años y se apuntó a la Escuela de Arte Dramático Adrià Gual. En 1968 se licenció en Filosofía y Letras. Tuvo dos hijos de dos relaciones diferentes. En la universidad empezó a colaborar con las fuerzas de izquierdas y después se afilió al PSUC. Estuvo implicada en la Capuchinada y en el encierro de 250 intelectuales en Montserrat. Roig sintió siempre un gran interés por lo que sucedía fuera del país y en 1972 se fue a Bristol como lectora; volvería a vivir en Catalunya, pero siempre haría muchos viajes al extranjero. Combinó el trabajo de lectora con la escritura. Más tarde también ejerció el periodismo, colaborando con algunos de los mejores medios catalanes de la época. Entre sus novelas hay que destacar Ramona, adéu (1972) y El tiempo de las cerezas (1976). En 1977 publicó un ensayo que se convirtió en todo un mito: Els catalans als campos nazis (los grupos ultraderechistas incluso colocaron un artefacto explosivo en su distribuidora, que provocó la destrucción de bastantes ejemplares). Con la transición, Montserrat Roig empezó a trabajar con TVE, con un programa de entrevistas, Personajtgs, que era muy bien valorado. Pero por su carácter reivindicativo e inconformista, pronto esta actividad se interrumpió. Murió, de un cáncer, en 1991.

¿Una o dos?

No hay muchas intelectuales feministas en la Catalunya del franquismo. Por eso, es fácil asociar a Montserrat Roig y a Maria Aurèlia Capmany. Ambas eran escritoras, catalanistas y de izquierdas. Habían incluso tenida una estrecha relación, participando en los mismos grupos de teatro. Además, tenían muchos amigos comunes. Murieron de la misma enfermedad, el cáncer, el mismo año, en 1991. Y, a pesar de todo, ambas tenían una personalidad muy marcada y algunos rasgos que las hacían lo bastante diferentes. En primer lugar las separaba su edad, que marcó experiencias personales muy diferentes: mientras Capmany pudo disfrutar de una educación progresista y catalanista durante la II República, que le abrió muchas puertas, Montserrat Roig se vio sometida a la represiva enseñanza franquista. Su carácter era también bastante diferente: mientras Capmany se convirtió en una especie de maestra espiritual de los jóvenes antifranquistas, y tuvo una corte de seguidores (de la que había formado parte Montserrat Roig), Roig actuaba de forma mucho menos corporativa. Si Capmany se insertó a las nuevas instituciones democráticas de la mano del Partit dels Socialistes de Catalunya, Roig continuó con su talante crítico e inconformista. Y mientras en los últimos años hay una revitalización de la figura de Montserrat Roig, que parece sintonizar más con la modernidad, la herencia de Maria Aurèlia Capmany se ha ido diluyendo.

MACapmany. abasart archivo familia capmany

Maria Aurèlia Capmany. Foto: Abasart / Archivo de la familia Capmany.

Reivindicación necesaria

Pese a las diferencias, M. Àngels Cabré presenta este libro como dos biografías paralelas. La primera parte está consagrada a Maria Aurèlia Capmany, la segunda a Montserrat Roig, y una tercera aborda directamente las similitudes entre ambos personajes. De hecho, en publicaciones anteriores e incluso en encuentros académicos, las dos ya se habían presentado asociadas. Miralls creuats no es el testimonio de alguien que conoció de primera mano las dos figuras, sino una obra basada en un riguroso trabajo de documentación: se han consultado tanto los textos de las dos autoras, como la bibliografía disponible sobre ellas, pero no está claro que se haya hecho una tarea sistemática de búsqueda de fuentes adicionales. Una obra rigurosa y competente que supone una buena aproximación a los dos personajes. El lector, eso sí, habría agradecido contar con unas cuantas fotografías de las dos biografiadas. Los medios rostros que aparecen a la portada, obra de la fotógrafa Pilar Aymerich, gran amiga de Roig y fotógrafa habitual de toda esta generación de intelectuales, resultan absolutamente insuficientes para ilustrar una obra de estas características.

 

Imagen de portada: Montserrat Roig. Foto: ACN.