El poeta y arquitecto Joan Margarit ha muerto hoy a los 82 años, en Sant Just Desvern, donde residía, a consecuencia de un cáncer, según ha podido confirmar este diario.
Nacido en Sanaüja, en la comarca de la Segarra, el año 1938 en plena Guerra Civil, era hijo del arquitecto Joan Margarit i Serradell y la maestra Trinitat Consarnau i Sabaté, de la Ametlla de Mar. Durante su infancia, las profesiones de los padres obligaron a la familia a cambios de domicilio —Barcelona, Rubí, Figueres y Girona— y a una larga estancia en las Islas Canarias, hasta que volvió para estudiar la carrera de Arquitectura en Barcelona, el año 1956.
Marcado por la Guerra Civil
Todos estos recuerdos infantiles los escribiría en su libro de memorias, Para tener casa hay que ganar la guerra, editado por Proa el año 2018, un libro que aseguró en una entrevista con este diario que era "un complemento de mi obra poética". En este libro aseguraba: "Mi infancia transcurrirá bajo un gran paraguas negro de violencia y muerte. Ahora, cuando ya me queda poco por escribir, tengo el convencimiento de haberlo hecho condicionado sobre todo por la Guerra Civil y la tétrica quietud de los años de la represión. También por la manera como me cuidaron y educaron mi padre y mi madre, absolutamente aterrorizados". Uno de sus poemas, "Coratge", dedicado a su abuela, resumía esta experiencia:
La guerra s'ha acabat. La pau no arriba.
Rude i silenciosa cau la tarda.
Tinc quatre anys, miro l'àvia com pixa
dreta vora el camí,
obrint les cames sota les faldilles.
Cada vegada que ho recordo, sento
el raig caient amb força contra terra.
Aquella dona és qui va ensenyar-me
que l'amor és duresa i claredat,
i que sense coratge no és possible estimar.
No era literatura: no sabia llegir.
Arquitecto y poeta
Arquitecto y catedrático de Cálculo de Estructuras de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona desde 1968, Margarit empezó a escribir poesía en castellano, influido por el descubrimiento en Tenerife de la poesía de Antonio Machado —su primer poema fecha de esta época adolescente —, y no será hasta 1980 que lo hará en catalán, influido por su amistad con el poeta Miquel Martí i Pol, a quien tradujo al castellano. Su primer libro, Cantos para a la coral de un hombre solo, publicado por Vicens Vives el año 1963, fue prologado por el escritor y futuro Nobel de Literatura Camilo José Cela, y le seguirían Crónica, editado por su amigo Joaquín Marco en la colección Ocnos de Barral Editores el año 1975, y Predicación para un bárbaro, el año 1979.
A partir de L'ombra de l'altre mar, publicado el año 1981, inicia su carrera de poeta en catalán, ganando aquel mismo año el Premio Vicent Andrés Estellés de Poesia con Vell malentès. Ganador del Premio Crítica Serra d'Or 1983 y 1988 por Cants d'Hekatònim de Tifundis y La dona del navegant, es a partir del año 2001 con su libro Joana, dedicado a la muerte de su hija, que se convierte en uno de los poetas catalanes vivos más populares. Durante las siguientes décadas publicaría Cálculo de estructuras, Casa de Misericòrdia (Premi Nacional de Cultura y Premio Nacional de Poesía de las Letras Españolas), Barcelona amor final, Misteriosament feliç, No era lluny ni difícil, Es perd el senyal, Des d'on tornar a estimar o Un hivern fascinant. Además de las memorias, los últimos libros publicados habían sido la antología Sense el dolor no ens hauríem estimat y el volumen Poètica.
Traducido a diversas lenguas, Margarit ganó premios com el Miquel de Palol de 1983, la Flor Natural de los Jocs Florals de Barcelona el 1983 y 1985, el Carles Riba de 1985, o el Premio Reina Sofía de Poesia Iberoamericana.
"La poesía sólo se puede escribir en la lengua materna"
Sobre la cuestión de la lengua, cuando se anunció la concesión del Premio Cervantes, Margarit aseguró en rueda de prensa en Barcelona que "la poesía sólo se puede escribir en la lengua materna". El poeta se remitía justamente a la historia para explicar por qué escribía en dos lenguas, asegurando irónico que se lo debía al general Franco, "que me colocó el castellano a patadas". Sin embargo, el arquitecto y poeta aseguraba con respecto al idioma de Cervantes que "la lengua es inocente, no se la pienso devolver, y me la he quedado".
Para el autor de Casa de Misericòrdia, la poesía era sobre todo una herramienta, quizás la más efectiva, para los grandes momentos de pérdida y pena. "Ante una gran desgracia, ¿qué consuelo hay? Acabas afrontando el dolor a solas. ¿Y qué tienes a tu disposición que no sea tú mismo? Tienes la poesía y la música y poco más. En estos momentos de desgracia la gran ayuda que tienes es la poesía como herramienta de consuelo", aseguraba en la misma rueda de prensa. Por eso, Margarit concebía su oficio como una forma de "consolar a gente solitaria", que son, aseguraba, "el 100% de la población".
Otra de las reflexiones de Margarit sobre su poesía era la defensa de que el poeta "sólo puede escribir sobre cosas que tiene dentro", tal como aseguraba en la entrevista de 2018. "El poeta sólo puede escribir sobre cosas que tiene dentro. ¿Qué pasa? Dentro hay millones de cosas, la inmensa mayoría irrelevantes para ti mismo y para los demás, y la gran dificultad del poeta es descubrir una cosa dentro de ti que sea trascendente e importante para ti y, al mismo tiempo, universal para los otros. Es decir, que esté dentro de mí, dentro de ti y dentro de una mujer a tres mil kilómetros de aquí. Eso es hacer un poema". Lo remachaba el año siguiente afirmando que "todo sale de la vida. La poesía sale de esta vida". En la entrevista referida anteriormente, el poeta explicaba: "Sin realismo un poeta no puede hacer nada. Después, a la hora de expresarlo, puede hacerlo de la manera que pueda. [...] no te puedes permitir ningún error, un poema tiene que decir una verdad".
Premio Cervantes
El pasado 21 de diciembre, Joan Margarit recibió el Premio Cervantes en una ceremonia íntima celebrada en el Palacete Albéniz, en presencia de los reyes Felipe y Letizia. El acto oficial que se tenía que celebrar en Alcalá de Henares el día 23 de abril se tuvo que aplazar por culpa de la Covid-19.
Cuando se anunció el galardón, que por primera vez premiaba a un escritor catalán que había formado parte de su obra en catalán, y del cual el jurado destacaba la "pluralidad de la cultura peninsular en una dimensión universal de gran magisterio", Margarit quiso rehuir cualquier lectura política al galardón. "Hay preguntas que sirven para la política, pero que no tienen demasiado sentido para la poesía", expresó. "Yo no trabajo para identificar mi poesía con nada, sino para consolar a gente solitaria con una herramienta de consuelo que se llama poesía". En el mismo sentido, rechazó pronunciarse sobre la situación actual de Catalunya, afirmando: "Un poeta el que quiere es hacer un buen poema, si hubiera podido escribir en ruso, mejor, porque como más grande es el país más tranquilo puedes vivir como poeta".
Margarit, que aseguraba: "Nunca dejaré de ser crítico con mi tierra. Nunca entenderé que uno pueda ser más crítico con las tierras lejanas que con la propia", el año 2010 pronunció el pregón de la Mercè, donde habló de la relación entre Catalunya y España, asegurando que había llegado la hora de "renunciar al tipo de unión que hace siglos convino a las dos partes" y respetar la independencia catalana si finalmente "queremos que la nación se convierta en una Holanda o una Dinamarca".
Sobre si el premio se puede interpretar como una apuesta por el diálogo entre el catalán y el castellano y entre Catalunya y España, Margarit aseguró: "Prefiero colaborar con el diálogo que con el navajazo", sin ir más allá a pesar de tener sus puntos de vista personales.
"El mío es un oficio público, pero no al servicio de nada público", aseguró. Sí que se atrevió a afirmar que vería con satisfacción una revolución que comportara pasar a la educación todo el dinero dedicado a oficios que se tienen que disfrazar —jueces, policías, etc—.. "Si no podemos sustituir la represión por la educación, mal", expresaba, recordando que "los viejos que nacimos cuando la guerra tenemos todavía un sentimiento de miedo en este país".