El director de fotografía, restaurador e investigador de cine Juan Mariné, Goya de Honor 2024, falleció ayer en Madrid, a los 104 años de edad. Nacido en Barcelona en 1920, su amor por el cine le llegó con tan solo 4 años, cuando un día veraneando en Arenys de Mar vio una proyección de los primeros cortos de Charles Chaplin. El impacto de esas imágenes fue tan grande que le pidió a su madre que le inscribiera en la escuela antes de tiempo para poder leer los carteles de las películas mudas. Ya en su adolescencia, visitaba con frecuencia el cineclub de la villa del Maresme. Ahí, el proyector solía estropearse con regularidad y así Mariné tuvo sus primeros contactos con estos aparatos: intentando arreglarlos para poder seguir viendo las películas que tanto le hacían disfrutar. Gracias a ese ingenio y curiosidad consiguió, un año más tarde, poner a funcionar esas cámaras con El octavo mandamiento.
Historia de nuestro cine
Hablar de Mariné es hablar de la historia del cine, pero también de la historia de Catalunya y España. Afiliado al sindicato CNT, grabó el entierro de Buenaventura Durruti en 1936; fue fotógrafo de guerra de Enrique Líster; estuvo internado en los campos de concentración de Francia y en el campo de prisioneros de La Rinconada (Sevilla); y fue fotógrafo del Estado Mayor de Cataluña, puesto que compaginó con su labor como ayudante de fotografía en producciones en Barcelona. Su debut como director de fotografía llegó en 1947, en un episodio de la película Cuatro mujeres, de Antonio del Amo, la primera de las 150 cintas que rodó hasta su retiro en 1990. Mariné era habitual en las producciones de del Amo, Pedro Lazaga, José María Forqué, o Pedro Masó. Historias de la televisión, de José Luis Sáenz de Heredia; El astronauta, de Javier Aguirre; María de la O, de Ramón Torrado; El crimen perfecto, de Fernando Fernán Gómez; y La gran familia, de Fernando Palacios, son algunos de los muchos títulos de su filmografía. Su trabajo incluso llamó la atención de Orson Welles, que le invitó a quedarse en su casa para que hiciera unas conferencias en la Universidad de California, propuesta que Mariné rechazó ya que no se sentía atraído por Hollywood.
Su debut como director de fotografía llegó en 1947, en un episodio de la película Cuatro mujeres, de Antonio del Amo, la primera de las 150 cintas que rodó hasta su retiro en 1990
Destacó también como inventor de nuevas técnicas fotográficas, como el "Formato Mariné". Tras su última película en 1990, La grieta, de Juan Piquer Simón, se dedicó de lleno a la importantísima labor de la restauración, consiguiendo rescatar muchos filmes españoles que se daban por irrecuperables. “Imposible es algo que se tarda un poco más en conseguir”, era una de las máximas que el restaurador catalán tenía siempre presente. Mariné inventó diversos artefactos para que le ayudasen en esta tarea, como una copiadora óptica o una máquina de lavar negativos. Desempeñó esta labor diariamente en la ECAM, en un sótano dónde tenía su despacho- lleno de máquinas y material fílmico- al que los alumnos de la escuela apodaban el “sub-Mariné”. Mariné fue reconocido con el Premio Nacional de Cinematografía, el Premio Nacional de Fotografía, la Medalla de Oro de la Academia, la Espiga de Honor de la Seminci de Valladolid, la Medalla de Oro de las Bellas Artes y el Premio de Investigación Juan de la Cierva, entre otros. Además, su figura ha sido homenajeada en muchas ocasiones y desde distintos espacios como la Filmoteca Española, la Academia de Cine, la Fundación Aula de Cine Josep M. Queraltó y el Círculo de Escritores Cinematográficos. Su figura y trabajo también le han convertido en el objeto de varios documentales como Juan Mariné. Un siglo de Cine, Juan Mariné: la aventura de hacer cine o El submariné.