Ha muerto a los 93 años Miquel Milà, el padre del diseño catalán, autor, entre otros muchos diseños icónicos, de modelos de lámparas como la Cesta o la TM. Ganador del primer Premio Nacional de Diseño, ha muerto este martes en Bilbao, donde hacía días que estaba ingresado.
Un conservador progresista
Durante la década de los 50, en Catalunya no había diseñadores industriales. De hecho, no había diseñadores de ningún tipo. Había arquitectos que diseñaban cosas. Uno de ellos era Alfons Milà. Miquel trabajaba como interiorista en el despacho de arquitectura de su hermano. En una época de penurias, los años más duros de la posguerra, sus primeros diseños ya dejaban patente su gusto por reaprovechar más que no volver a empezar. Innovar desde aquello que ya existía. Ser imaginativo desde la tradición. Con un cóctel de ideas agitándose en su interior, Miquel Milà, también miembro fundador de l'ADI-FAD (Foment de las Artes y el Diseño), junto con André Ricard, Antoni de Moragas, Oriol Bohigas, Manuel Cases, Alexandre Cirici Pellicer y Rafael Marquina; no tardó en independizarse. Tramo (Trabajos Molestos) fue la compañía, su propia empresa, donde su talento eclosionó, aflorando diseños que se erigirían en piezas esenciales del diseño catalán e internacional. Especialmente destacables son sus lámparas, objetos que darían luz a unos años de oscuridad.
No hay monográfico de la historia del diseño que sea completo del todo, si no incluye entre sus referencias creaciones como la TMC de 1958, la TMM de 1961 o la icónica Cesta de 1962 (y todas sus posteriores derivaciones), en su origen materializada a partir de una estructura de mimbre (ahora se hace con madera de cerezo) y un globo de plástico. "En aquella época trabajaba en el despacho de mi hermano Alfonso, que era arquitecto, junto con Federico Correa. Nos faltaban elementos para dar a los espacios una estética más actualizada. Un día encontré este globo –se refería a la pantalla– y me gustó. No fue una cosa dibujada por mí, sino que ya existía. Entonces intenté encontrarle una aplicación y fue esta: meterlo en una cesta para poder transportarlo de un lugar a otro. Enseguida hice la versión pequeña, pero de esta sí que tuve que hacer yo el globo". Otras creaciones sus incunables son la chimenea A14 o la escalera de caracol metálica, entre otras muchas
A lo largo de su trayectoria, Milán recibió numerosos reconocimientos, como el Premio Nacional de Diseño Industrial en su primera edición de 1987, el Delta de Oro y Delta de Plata que otorga el ADI-FAD durante varios años y el Premio Good Industrial Design (1994) o el Compaso de Oro Internazionale (2008), entre otros. Recientemente, el gobierno municipal de Barcelona aprobó la concesión de la Medalla de Oro de la Ciudad en Milán, un galardón que debía recibir el próximo mes de septiembre.
Miquel Milà se presentaba como un conservador progresista. "El progreso de mucha gente en realidad consiste en destrozarlo a pesar de volver a empezar. A mí me interesa el contrario: aprovechar todo aquello que está bien". Otras veces se describía como un diseñador preindustrial. Ciertamente, siempre fue un artesano. Lo más adecuado, sin embargo, a pesar de que quizás contradictorio, o no, porque sus creaciones siempre parten del gusto por la tradición para acabar convirtiéndose en clásicos (porque clásico es aquello que ya no se puede mejorar), sería nombrarlo y recordarlo como el padre del diseño moderno en nuestro país.