"Habíamos compartido el éxito en Cannes, y cuando llegamos al Festival de Toronto y ella ya no estaba... de sopetón, sentíamos un vacío gigante", explicaba el cineasta sueco Ruben Östlund en una entrevista, meses después de ganar la Palma de Oro y en plena campaña promocional que ayudaba a lanzar El triángulo de la tristeza a la rampa de las nominaciones en los Oscars 2023. Ha conseguido tres, y son de las grandes: mejor dirección, mejor guion original y mejor película, todo un hito teniendo en cuenta que hablamos de una producción sueca (rodada en inglés, eso sí). Y en esta gira ante la prensa de todo el mundo, ha sobrevolado la sombra de una ausencia traumática e inesperada: la muerte repentina de Charlbi Dean, la protagonista de la película, a finales del mes de agosto del 2022.

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Charlbi Dean: una muerte repentina que planeará sobre los Oscars 2023

En muchos de estos encuentros con los periodistas, Ruben ​Östlund destacaba la piña que se había formado, fundamentalmente durante la creación del tercer acto de la historia, rodado en una isla griega y en plena pandemia. Formando parte, y cerrando filas, de aquel equipo reducido estaba ella, recordaba el cineasta que "siempre atenta, siempre en guardia, Charlbi siempre estaba al cien por cien; era una jugadora de equipo y contagiaba a todo el mundo con su energía". Y, haciendo memoria, iba más allá: "Había hecho de modelo desde los 14 años, y siempre ha habido muchos prejuicios negativos respecto de las modelos que se pasan a la interpretación. ¡Pues ella era muy buena, era una actriz excelente!".

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En El triángulo de la tristeza, Charlbi Dean se pone en la piel de una influencer, y exitosa modelo, que mantiene una relación sentimental, y bastante interesada, con un tonto que también trata de abrirse camino en la pasarela. Los dos se apuntan, invitados por aquello de tener muchos seguidores a las redes, a un crucero de lujo donde tocarán con la punta de los dedos un estilo de vida a lo que aspiran, pero del que están bastante lejos. Una sátira feroz que se ríe del culto al dinero y a la imagen, de los selfies que solo retratan la imbecilidad, de los ricos y de los famosos, de la ideología al servicio de los intereses, del muerto y de quién lo vela. Y un retrato sangrante que pone el foco en la miseria y la mezquindad sin límites del ser humano.

Y más allá de la voluntad del filme y fijándonos en la presencia al reparto de la actriz y modelo, hay que dar la razón a Östlund. Como prueba incontestable, un puñado de secuencias que demuestran que Dean tenía un talento sorprendente y un fabuloso dominio de los gestos más sutiles: el juego de miradas, silencios y excusas a la hora de pagar la cuenta de un restaurante; la cara de no dar crédito, impertérrita y sonriente, ante la furia de su indignado novio en la escena del ascensor; aquel momento donde reconoce disfrutar manipulando a los hombres, poniendo en valor su capacidad para volverlos medio locos, o aquella falsa dignidad que vale lo mismo que vale un paquete de bastoncillos pretzel...

El final repentino de la protagonista de El triángulo de la tristeza

Nacida en Ciudad del Cabo en 1990, hija de padres divorciados desde que era bien pequeña, Charlbi Dean vivió una infancia sin estabilidad, con malas notas en la escuela y una única vía amable: las clases de teatro. Desde que tenía 6 años había estado participando en spots publicitarios, antes de hacer los 14 fue contratada por una agencia de modelos japonesa, y con 18 años ya había protagonizado portadas de revistas tan conocidas como GQ o Elle. Hizo pequeñas apariciones en filmes desconocidos (Spud, Don't Sleep) y consiguió un papel relevante en la serie Black Lightning (Netflix) antes de sorprender a Ruben Östlund en un casting y de conseguir el rol protagonista de El triángulo de la tristeza.

Su muerte repentina se explicó por una sepsis provocada por una bacteria del género Capnocytophaga

Y, en medio de todo eso, un hecho traumático sería clave para entender el final repentino de la actriz: el año 2009 sobrevivió a un grave accidente de coche, que le provocó varias fracturas. También la pérdida del bazo, lo que se conoce como asplénia, que convierte a las personas que lo sufren en especialmente susceptibles a infecciones como la que Dean tendría el 29 de agosto del año pasado. La actriz había sufrido un dolor de cabeza la noche anterior, y cuando se levantó le pidió a su pareja que la llevara a urgencias. Ya no salió de ahí. Su muerte repentina se explicó por una sepsis provocada por una bacteria del género Capnocytophaga.

La sombra de la ausencia de Charlbi Dean ha acompañado el aplaudido camino internacional de El triángulo de la tristeza, y lo seguirá haciendo el próximo 12 de marzo (nuestra madrugada del 13 de marzo), cuando la película concentre las miradas de medio mundo y aspire a seguir dando sorpresas llevándose alguna estatuilla dorada.