CARD MUSICA CASTELLA

Una hermana es un tesoro. ¿O era una amiga? Si tu hermana es tu amiga, sirve el dicho. ¿Pero y si tu hermana es tu amiga, es un tesoro, y a la misma vez es una auténtica jodienda que sea tu hermana? El linaje es un arma de doble filo. Irma debe de estar hasta los mismísimos de que le digan “eres la hermana de”. Pero ser la hermana de, de Alba, Alba Farelo (Bad Gyal) concretamente, no parece una peso para ella. “Estic creixent todavía, vull fer els passos de l'Alba”, canta en Bona vida. En realidad, con Bad Gyal lo único que comparten es que se expresan con canciones. Ni cantan, ni escriben igual. En lo musical están en las antípodas. Irma gasta un largo aliento impropio de alguien tan precoz, una mirada mucho más narrativa que la de su hermana. Un giro muy copernicano tiene que dar su carrera para verla haciendo rompepistas inspirados en música caribeña. De hecho, ha empezado a estudiar en el Taller de Músics.

En realidad, con Bad Gyal lo único que comparten es que se expresan con canciones. Ni cantan, ni escriben igual. En lo musical están en las antípodas

Mushkaa (2004), así se llama en los lares de rimas, es siete años más joven que su hermana. Pero tiene una voz a la que —teniendo muchas otras virtudes ella— no aspira Bad Gyal. Analizando debuts, los derroteros de las canciones de Irma Farelo en solo unos meses han encontrado un marcado cauce. De una base ramplona, una de tantas de YouTube en Res kla, a la tremenda verdad de Los 15 (ps estás triste). Siempre con “ellas” en el imaginario: “En mi generación, el homófobo es el tonto del grupo”, decía a El Periódico. Más allá de chicos o chicas, la clave del enganche que provoca está en su forma de escribir: pesadilla de un lingüista y adalid de la posmodernidad, combina idiomas vehiculares (catalán y el castellano), añadiendo un mundo propio a base de slang. Es capaz de darle musicalidad hasta a un portazo. Crea y rompe rimas, se apoya en la asonancia y trampea con las estructuras. Es buena rapera. Por ello estuvo en Maleducats, festival tochísimo de Lildami y que acogió lo top de lo top (Bizarrap o Paulo Londra, entre otros).

Es capaz de darle musicalidad hasta a un portazo. Crea y rompe rimas, se apoya en la asonancia y trampea con las estructuras. Es buena rapera

No acostumbra a haber marmitas en las casas. En la de los Farelo había dos, que sepamos. Está por ver hacia dónde tiran Paula, Bruno y Greta. En la del dancehall cayó Alba. Con la del rap de los noventa se topó Irma, que ha encontrado acomodo en la escena que los millennials no entendemos. Hereus del Beat o Flashy Ice Cream (con los que ha colaborado). Es la escena auténticamente riesgosa a día de hoy: desintoxicada del cuelgue por el autotune, de libretas de espirales y bolígrafo, obsesión por el léxico preciso, acostada en una cama de beats gordotes. Algunos zeta están rebuscando en el recuerdo del rap de sus padres, el de hace treinta años, saltándose –ya era hora– el paradigma de lo sincopado.