Viernes 31. Primavera Sound Jornada 2. ¡Ya volvemos a estar aquí! Después de un frenético primer día donde se pudo ver a Ezra Koenig tocando el saxo, sufrimos un significativo incremento de cincuenta céntimos en todo lo que se vendía en las barras, Jarvis Cocker cerró su concierto con Razzmatazz, Arón Piper sintió la necesidad de aparecer en el escenario durante el siete de Peggy Gou, porque si no es el centro de atención se muere, y que más de uno abandonara el Forum con un móvil menos del que había entrado... Había que volver.
 

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Un poco más cansados, pero con la ilusión que solo surge de saber que tienes que amortizar un abono que cuesta más de la mitad de tu alquiler, la procesión hacia el Besós empezó. Para muchos, esta jornada iba a culminar con una experiencia prácticamente religiosa. Después de seis años sin pisar nuestra ciudad, Elizabeth Woolridge Grant, subiría al escenario principal para demostrar el que sus fans hace años que proclaman que Lana Del Rey es una de las artistas más grandes de nuestros tiempos.

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Lana del Rey ha vuelto a Barcelona sis años después / Foto: Montse Giralt

¿Verlo o vivirlo?

Es precisamente este concierto en torno al cual giró la jornada. Como pasa con muchos fandoms, una parte significativa de los asistentes irían únicamente a verla a ella. Meses antes, en los foros online, sus seguidores ya preguntaban cuántos días antes se podía acampar. Mala suerte, o buena para su salud, en el Fòrum no se puede acampar. Pero sí que hicieron suya la rampa de acceso al festival, durante todas las horas de sol. Y en el momento en el cual abrieron puertas, una intensa marabunta corrió para coger la barricada de Mordor. Como todo en la vida, no es lo mismo vivirlo, que comentarlo, así que me acerqué después de cruzar exitosa, e indiferente, los puestos de hamburguesas aplastadas, el café de especialidad, maquillaje, y antimosquitos. Las primeras 15 filas estaban completamente abarrotadas antes de las seis de la tarde, y no quedaba ni un centímetro cuadrado de sombra. Visto el panorama, decidí que mi espera pasaría por la comodidad del Auditorio Rockdelux. Sentada en una de las mejores butacas de la ciudad, doble victoria: tranquilidad y poder disfrutar del folk y la pureza de un corazón sincero como el de Joanna Sternberg.

Con Troye Sivan, lo que tendría que haber sido un concierto más del festival, se convirtió en una producción propia de gira de estadios

Quedaban tres horas para el momento más deseado. La espera para todos los gals&gays fue menor cuando Omar Apollo subió al escenario. La explanada se fue llenando poco a poco y para cuando Troye Sivan salió no cabía ni una hormiga. Lo que tendría que haber sido un concierto más del festival, se convirtió en una producción propia de gira de estadios. El australiano se presentó con un coro de bailarines dispuesto a no parar de sudar y hacer sudar. Abriendo con Got Me Started encendió una llama que imposible de apagar. La energía se mantuvo incansable a lo largo de todos los actos, que contaban con cambio de vestuario y de escenografía. Como era de esperar, cuando le llegó el turno a In My Room, sobre una cama plateada, entonó al dúo junto con Guitarricadelafuente. La tensión sexual se palpaba en el ambiente. Nunca nadie había hecho una mejor campaña para Grinder. Hay que destacar los momentos de absoluta face card con una impecable performance de One Of The Girls y la euforia de 1999 y el cierre con Rush. El que había de ser un momento de espera fue uno de los mejores conciertos de esta edición, con los cinco cambios de look incluidos.

¿Dónde está Elizabeth?

Cuando el australiano se despidió, un seísmo humano se desplazó lo más cerca posible del escenario de Lana Del Rey. La colosal estructura de palacio de cuento de hadas made in Hollywood que se vio en su actuación del Coachella nos esperaba. Se podían palpar los nervios en el aire. Y llegó la hora. Cinco minutos, diez minutos, quince. Lana del Rey NO APARECÍA. La leyenda que la precede se cumplía punto por punto. ¿Acabaría por no salir? ¿Tendría que recortar canciones del siete? Por suerte, veinticinco minutos después de la hora esperada, Elizabeth Woolridge Grant subió al escenario como si se tratara de una ninfa de la mitología reinventada de los Estados Unidos. Todo en ella brillaba, desde su sonrisa a las bailarinas y coristas que lo acompañaban. Te lo perdonamos todo. El concierto abrió sin acabar de escucharse bien su voz. Un cuchicheo nos llevó a Without You y West Coast. A ratos ni siquiera cantaba y el público se sumía en un silencio expectante como quien espera que los Reyes Magos les den aquel esperado regalo.

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Lana del Rey, un regalo de los Reyes Magos para sus fans / Foto: Montse Giralt

Ha sido una noche para mitómanos. Todos los presentes la adoraban. Lo darían todo por ella. Mientras tanto, ella se movía grácil y delicada por todo el escenario, entonaba estirada Pretty When You Cry o después del icónico monólogo, Ride subida en su columpio circular

Ha sido una noche para mitómanos. Todos los presentes la adoraban. Lo darían todo para ella. Mientras tanto, ella se movía grácil y delicada por todo el escenario, entonaba estirada Pretty When You Cry o después del icónico monólogo, Ride subida en su columpio circular. Si todas las canciones fueron celebradas, hay que destacar la entrega del público en Born To Die, Chemtrails Over the Country Club, Norman fucking RockwellVideo Games. Llegando a los minutos finales, Del Rey se disculpó por el poco tiempo que le quedaba e hizo una versión reducida de W & A, demostrando que perrear uno de sus temas es posible. Como no podía ser de otra manera, cerró extasiada con Young & Beautiful. Y cuando pensábamos que todo había acabado, Lana Del Rey bajó a abrazar en las primeras filas, hacerse fotos y hablar con aquellos más devotos. Una experiencia catártica de la cual costaría salir. Quedaba demostrado que muchos de los presentes habíamos nacido para ver a Lana Del Rey, al menos una vez a nuestras vidas. Pero ni como la vida ni como los festivales se detienen.

De fiesta en catalán

Un muy buen remedio era darse a la terapia de choque. Rels B tomó el escenario con nombre de-empresa-de-dudosas-condiciones-laborales, con la presentación de su último disco, A New Star (1993). Una explosión de energía y carisma que hizo enloquecer a seguidores y curiosos.

Como la noche iba de hacer historia, qué mejor manera de acabarlo que con la nisaga de poder Farelo

Y como la noche iba de hacer historia, qué mejor manera de acabarla que con la nisaga de poder Farelo. En el mismo escenario, y a la misma hora, en el que debutó su hermana mayor, Bad Gyal, en el 2018, Mushka se presentó a reclamar lo que es suyo por derecho propio. Pasadas las dos de la madrugada, la del Maresme puso a bailar a todo el escenario Plenitud, ex-Pitchfork. En menos de una hora lo confirmó: una noche de fiesta también puede ser en catalán. Abriendo con SexySensible, empezó a repartir hits uno tras el otro, como habibi, Barras Warras o Xarnega. Una moneda de dos caras donde hubo tiempo para ponernos sensibles con Imperio. Y la ya estelar El Disfraz que presentó en su día en las Gallery Session.

En menos de una hora Mushkaa lo confirmó: una noche de fiesta también puede ser en catalán

Como toda buena fiesta, no faltaron los amigos. Por el escenario pasaron  Maria Hein con TEMPS, 31 Fam, Julieta con No m'estima +, y The Tyets con el ya clásico de toda buena verbena, El Tonteo. Aun así, la ausencia de Bad Gyal se notó al sonar SexeSexy. Por suerte, llegado el final de la noche, esta celebración demostró que una fiesta hecha desde casa era posible, y puede proyectarse internacionalmente desde el Primavera Sound.