La comedia de stand-up en Catalunya es un mundo que ha crecido mucho en los últimos años. El Soterrani, el Comedy Gold, el Feísmo Cool, o L'Altre Mic y tantos espectáculos más llenan sus carteles de monologuistas con ganas de pisar el escenario y con cada vez más espectadores. Una cosa similar sucede en Francia, lo cual esta serie busca retratar a través de un local de comedia ficticio denominado Drôle, nombre que da título a la serie, traducida aquí como Humoristas en París. Y es en este espacio donde veremos actuar a los cuatro protagonistas de la ficción, todos ellos con el difícil objetivo de triunfar como comediantes.

Cuatro vidas interconectadas

El gran acierto de Humoristas en París es presentar a cuatro personajes que, a pesar de tener la misma meta, se encuentran en puntos vitales muy diferentes. Nezir (Younes Boucif) tiene muchos problemas económicos y se tiene que plantear dejar la comedia si quiere salir adelante, a Aïssatou (Mariama Gueye) justo le empieza a ir bien gracias a un monólogo viral que pondrá en peligro la relación con su marido, Bling (Jean Siuen) tuvo éxito en el pasado y ahora está desesperado para volver a conseguirlo y Appoline (Elsa Guedj) todavía no se ha atrevido a dar el primer paso.
 

Cuatro vidas interconectadas a través del local Drôle para explicar el mundo del stand-up. / Netflix

Cuatro vidas interconectadas a través del local Drôle que sirven para hacer un retrato muy ancho de lo que significa el mundo del stand-up y los principales conflictos que este supone. Desde el pánico a subir por primera vez a un escenario hasta como puede llegar a afectar a la vida personal, pasando por los trabajos que uno tiene que compaginar si quiere sobrevivir con la comedia, parece evidente que los guionistas dominan del tema enseñándonos un gran abanico de posibilidades. Tiene bastante mérito, además, que no sólo estén escribiendo las tramas y diálogos de la serie, sino también los monólogos que hacen los personajes dentro de la serie.

Entre el drama y la comedia

Los chistes que los protagonistas sueltan encima del escenario, sin embargo, no os parecerán nada del otro mundo si habéis ido a ver buenos números de stand-up, pero cumplen con su función narrativa. Y es que Humoristas en París no pretende ser una comedia hilarante, sino una dramedia; menos centrada en hacer reír al espectador y más en analizar las dificultades que tienen los monologuistas para conseguirlo. Aquellos nervios, aquella tensión, aquella frustración cuando una broma no sale bien... Es curioso porque en las escenas donde uno de los protagonistas está haciendo un monólogo, se sufre más por si la cosa no va bien que se disfruta como espectador, fruto de la empatía de que la serie es capaz de generar con sus personajes.

En este sentido, se nota la mano de su creadora, Fanny Herrero, que el año 2015 ya había hecho un proyecto similar, retratando el mundo de los agentes de cine y televisión en Call my Agent!, una comedia dramática que llegó a durar 4 temporadas. Veremos si con esta propuesta Netflix es capaz de aguantar tanto tiempo. De momento, en estos seis primeros capítulos demuestra tener los ingredientes para hacerlo: personajes interesantes y complejos, conflictos reales y universales y un tono adecuado entre el drama y la comedia.